Las Vendimias en España

Pocas veces antes una frase ha tenido tanto sentido como en esta campaña. Los que nos dedicamos a publicar estimaciones de producción vitivinícola sabemos que toda la información está supeditada a la climatología. O, dicho con algo más de propiedad, a la evolución del fruto, que depende directamente de cuál sea el comportamiento de la climatología en las últimas tres-cuatro semanas. Sabemos que una tormenta puede ser suficiente para dar al traste con una parte muy importante de la cosecha, que una borrasca perseverante puede tener efectos notables sobre la calidad y la cantidad, o que incluso un anticiclón (aunque cada vez menos con la proliferación de las vendimiadoras) puede afectar a la sanidad del fruto.

Esta campaña, si por algo se ha caracterizado ha sido por el excelente estado sanitario del fruto, el cual ha ido madurando sin apenas verse afectado por brotes de enfermedades y tratamientos con los que combatirlos. Aunque, también podríamos hablar de los fuertes calores de este verano que ocasionaron que se temiera por un adelanto de hasta dos semanas en las fechas de inicio de la vendimia. Situación que en la mayoría de los casos se ha ido corrigiendo hasta prácticamente dejarlo en apenas dos o tres días sobre las fechas tradicionales.

La cantidad, lógicamente, no ha permanecido ajena a estos vaivenes, y donde al principio del verano se temía una cosecha que pudiera devolvernos a situaciones no muy lejanas de producciones por encima de los cincuenta millones de hectolitros, poco a poco se han ido rebajando hasta prácticamente situarlas en los niveles de la del pasado año.

Lo que, siguiendo con lo esperado, ha llevado a las organizaciones agrarias a reclamar a las bodegas un aumento sustancial en el precio. Esgrimiendo para ello la pérdida que vienen soportando los viticultores, desde hace varias campañas; la insostenibilidad del cultivo con esos precios y la necesidad de trasladar al resto del sector la buena evolución de las exportaciones que ha tenido como consecuencia una reducciónde cierta importancia en las existencias disponibles. Al menos en la zona centro y especialmente en la D.O.P. Valdepeñas donde desde el pasado fin de semana han obligado a cerrar la bodega a Félix Solís y posponer su apertura a Vinartis.

Las vendimias en España

Con las vendimias prácticamente acabadas en Jerez y a más de una semana para que se generalicen definitivamente en el resto de las regiones españolas, la climatología se está comportando caprichosamente, haciendo variar las previsiones de un día para otro, y con escaso margen de éxito.

Lo que hasta hace bien poco era una campaña dominada por el adelanto de dos semanas de un fruto, eso sí, de una sanidad envidiable; los fuertes calores, la ausencia de agua (antes) y las tormentas (ahora), han ido ocasionando modificaciones sustanciales en las previsiones cuantitativas de una cosecha marcada por los cambios.

Obligar a las bodegas a formalizar un contrato en el que se especifique precio de la uva y fecha de pago (que no podrá ir más allá de los treinta días trascurridos desde la descarga del último remolque), es una cuestión que, por extraño que pudiera parecer, está obligando a las bodegas (a las cooperativas no les afecta, siempre y cuando se trate del fruto de sus socios) a modificar su modus operandi y generando protestas (cada vez menos) por lo que consideran un grave perjuicio comparativo que les está obligando a asumir unos costes financieros para los que no tienen margen.

Afortunadamente, Dios aprieta pero no ahoga, y esas iniciales previsiones que apuntaban hacia los cincuenta millones de hectolitros, con algunos que incluso iban más allá, se han ido quedando trasnochadas e imponiéndose aquellas otras que, adelantándose a los efectos que esos calores y la falta de agua pudieran acabar teniendo en el viñedo, la cifraban en un entorno de los cuarenta y cuatro millones obtenidos el pasado año.

Sobre lo que no parece haber muchas dudas, a juzgar por la unanimidad existente entre todos los implicados, es sobre la calidad del fruto. Sano como no se recuerda, apenas necesitado de tratamientos contra las enfermedades fúngicas y con un desarrollo ligeramente inferior al habitual, lo que incrementa la siempre buscada relación pulpa/hollejo y permite unos racimos más sueltos y mejor aireados.

Los precios a los que acaben arrancando las uvas siguen siendo una incógnita. Si bien los comentarios, que hasta ahora circulan, los sitúan en unos niveles muy similares a los del pasado año.

Circunstancias todas ellas: cosecha, calidad y precios, que unidas a las previsiones de nuestros socios comunitarios, permiten albergar la esperanza de una cosecha tranquila, precios estables y unas exportaciones que se mantendrán como la única vía de darle salida a nuestra producción.

Informe de Vendimias

Ha llegado el momento de tirar línea y analizar lo que ha dado de sí una vendimia que se ha caracterizado por la tranquilidad, el acierto en las previsiones y la prudencia; casi de manera obsesiva, como si se quisiera demostrar que el descontrol y todo lo sucedido el año pasado no fuera más que una mancha en una impoluta hoja de servicio de un sector responsable y buen conocedor de sus fortalezas y debilidades.

Hablar de cuarenta y uno o cuarenta y tres millones de hectolitros, es una horquilla más que aceptable, pues no solo en ella se encuentran todas las previsiones que se han realizado, publicadas o no, sino que supone una producción que cuestiona a aquellos que ante la grandilocuencia de la pasada campaña, situaban nuestra cosecha “normal” por encima de los cincuenta millones de hectolitros. Cuestión que poco tiene que ver con el potencial de producción de nuestro país, pero ese es otro tema del que tendremos ocasión de hablar.

Aunque, si importancia tiene lo sucedido con el volumen, no es menos relevante todo lo relacionado con la calidad con la que han llegado las uvas a las bodegas: sanas, con buena maduración y excelentes expectativas de convertirse en vinos merecedores de las más altas calificaciones y puntuaciones.

Quizá el punto negro de todo esto lo debamos buscar en los precios, unas cotizaciones que han tomado la prudencia como máxima y convertido la cosecha en una mala campaña para los viticultores, que han tenido que entregar sus uvas a precios inferiores a los de la campaña pasada. Lo que unido a su menor producción les ha supuesto un quebranto de gran importancia. No podemos olvidarnos que estos precios no cubren, en muchos casos, los costes de producción.

Y debemos justificarlo en la necesidad de encontrarle acomodo en el mercado exterior a la cosecha, ya que el consumo en nuestro país apenas supera los nueve millones de hectolitros. Haciendo necesario exportar cada año en el entorno a los veintitrés millones si no queremos aumentar unas existencias que ya de por sí son preocupantes. Tampoco podemos olvidar los efectos que sobre los precios tuvieron los acuerdos adoptados por el sector y el Gobierno por los que se comprometían a retirar del mercado en torno a cuatro millones de hectolitros sin ayudas. Medida que se pudo evitar solo gracias a la venta masiva y a precios tan incomprensibles como los veintinueve céntimos de euro al que se exportaron en agosto los vinos blancos a granel sin indicación geográfica o los treinta y cuatro de los tintos. Demostrando, una vez más, que exportar “es fácil” si “nos bajamos los pantalones” y estamos dispuestos a hacerlo a cualquier precio. Casi tan difícil como conseguir valorizar nuestros vinos manteniendo cuota de mercado.

Cuestión nada baladí si tenemos en cuenta que los precios de las uvas de una vendimia no se determinan ni en función de su calidad, ni de su cantidad, y sí de la cotización que en esos momentos tengan los vinos. Como las cotizaciones de los vinos fluctúan, a partir de abril, más atendiendo a las expectativas de cosecha que al propio mercado.

En el siguiente enlace www.sevi.net encontrarán un pormenorizado informe de lo que han sido las vendimias a nivel mundial, confío en que les resulte interesante.

Evolución perfecta de la vendimia

Aunque todavía hoy las vendimias en algunas regiones de gran peso en la vitivinicultura española no han comenzado, o lo están haciendo de forma tímida; se podría decir que un alto, altísimo, porcentaje de la producción española ya se encuentra fermentando en los depósitos.

Es pronto para sacar conclusiones, pero con un escaso margen de error podríamos afirmar que la cosecha ha evolucionado de una forma casi perfecta. Los problemas naturales de la lluvia o el granizo, las bajas o elevadas temperaturas, o la lucha contra la aparición de posibles enfermedades han evolucionado dentro de una normalidad sorprendente.

La cantidad, aunque todavía muy provisional, es prácticamente coincidente en todos los pronósticos, sea cual sea la fuente y sean cuales sean los intereses que defienden. La valoración cualitativa de la uva y los mostos, también, como las expectativas que de los próximos vinos manejan.

Incluso los precios de las uvas, más bajos que los del año pasado en muchos lugares, y que a duras penas han alcanzado las cotizaciones del año pasado en las regiones más privilegiadas, han permanecido más o menos estables a lo largo de la vendimia.

Los comentarios que en estos momentos se escuchan con más insistencia y solvencia hacen alusión a una campaña tranquila con precios de los vinos al alza. Una cosecha equilibrada, un mercado de exportación claramente recuperado y unos precios en producción altamente competitivos. Todo ello augura unos meses de tranquilidad en el comercio, con operaciones sostenidas y cotizaciones al alza. O eso, al menos, es lo que se escucha en boca de reputados operadores.

Información completa www.sevi.net

 

 

La lluvia pone en peligro la vendimia

Aunque las lluvias de los últimos días podrían considerarse más un engorro que una circunstancia positiva para aquellas zonas que todavía no han acabado las tareas de vendimia, y que son la inmensa mayoría de regiones; todavía es posible utilizar el calificativo de “excelente” para definir el estado sanitario en el que están llegando a los lagares las uvas de esta cosecha.

Notablemente en menor cantidad respecto al año pasado y a precios también inferiores de los que se comprometieron entonces. La aparición de brotes de podredumbre es quizás lo que más preocupa a los viticultores de aquellas zonas donde, precisamente, mejor apuntaba la cosecha en cantidad; y que, frente un fruto con grandes posibilidades pero inmaduro, deben optar por dejar que acabe de alcanzar todos los niveles requeridos, asumiendo un alto riesgo con la climatología que se anuncia para esta semana. U optar por una posición mucho más conservadora y comenzar a meter la uva en las bodegas lo más rápidamente posible, aunque sea a costa de dejarse un poco de excelencia en el camino.

Los precios que están ofertando las bodegas podrían ser un buen argumento en la toma de una decisión tan importante, ya que las diferencias entre la cotización de una uva madura y otra que no ha desarrollado todo su potencial son muy considerables. Llegándose a establecer horquillas cuyos extremos difieren en más del doble uno de otro. Aun así, el riesgo que ven algunos viticultores es mucho y no todos están dispuestos a jugársela.

Circunstancias que, por otro lado, no han alterado mucho, al menos de momento, las estimaciones de producción, que se mantienen en el entorno de los cuarenta, cuarenta y dos millones de hectolitros. Rango en el que se encuentra la última publicada por el Magrama de 40,3 Mhl, aunque se corresponda con los datos de julio. Dato inequívoco de la tranquilidad con la que ha ido evolucionando este año la cosecha.

Estabilidad que tiene su traslación a las cotizaciones de las uvas, prácticamente inalterables desde que las primeras bodegas fijaron sus tablillas y que está teniendo su traslación en aquellas otras zonas que recién abiertas están fijando precios muy similares o ligeramente inferiores (no más de un diez por ciento) a los del pasado año. Eso sí, respetando esos niveles de calidad de los que hablábamos al principio de este comentario.

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Vendimias 2014

Hay campañas en las que prever lo que puede suceder se hace harto complicado, especialmente porque, o bien la calidad está muy alejada (para bien o para mal) de la normalidad; o bien porque los precios a los que arrancan sus mostos y uvas, hacen presagiar una evolución convulsa, con fuertes altibajos en la cotización de sus vinos, que adelantan incumplimientos generalizados de contratos, complicando mucho la comercialización de la cosecha.

En cambio hay otras en las que las previsiones de cosecha van todas en la misma línea, con diferencias (lógicas), de dos o tres millones de hectolitros. Los precios de las uvas se mantienen estables y los de los mostos anticipan los vaivenes naturales de un mercado, pero sin oscilaciones bruscas o inesperadas.

Pues bien, la campaña 2014/15 parece que será de este último tipo. Una campaña dominada por la prudencia, que se inicia con precios bajos en las uvas y mostos, y que con el devenir de la campaña y vista la evolución de las exportaciones, irán ajustándose al alza, sin grandes aspavientos, pero de manera constante.

Sin duda, la calidad ayuda bastante a esta estabilidad, ya que hace innecesarios abastecimientos de partidas que no estén muy comprometidas con necesidades muy concretas de cada elaborador.

Más información www.sevi.net

 

 

Las vendimias se generalizan

Confirmando el adelanto que las zonas más tempranas de España presentaban sobre las fechas en las que se generalizaron en el pasado año las vendimias, la incorporación de nuevas zonas no ha hecho sino ratificar este adelanto de entre dos y tres semanas. De esta forma, es posible hablar de unas vendimias que, prácticamente, ya son una realidad en todas las regiones vitícolas españolas.

Circunstancia que no parece estar afectando a ninguno de los parámetros que más importan, y que son los referidos a la cantidad y la calidad, pero también a los precios. Aspecto este último que, aunque puede que no sea en el que más divergencias se producen entre las informaciones que van conociéndose, es el que más preocupa y ocupa a bodegueros y organizaciones agrarias.

Pensar en precios “justos” sería una entelequia. Aspirar a que las diferencias existentes fueran asumidas por las partes, un logro solo alcanzado en contadas ocasiones. Encontrarnos con acusaciones cruzadas, amenazadas de protestas y anuncios de demandas ante los organismos competentes de la competencia por prácticas abusivas es lo que viene siendo habitual, y lo que nos estamos encontrando este año.

Coyuntura que tampoco parece que vaya a hacer cambiar de opinión a unos bodegueros que parecen dispuestos a mantenerse firmes en sus ofertas y a los que, da la sensación, importa muy poco el hecho de que les lleven o no las uvas; como si pensasen que hay suficiente producción como para no tener que preocuparse por comprar ahora o hacerlo en los próximos meses.

Lo que nos lleva directamente a ese otro parámetro, el de la cantidad, del que hablábamos; y que, sin más información que la propiamente recogida y elaborada por nosotros, situaría la cosecha en el entorno de los cuarenta y dos millones de hectolitros de ir normalmente las cosas; y que incluso podría llegar a los cuarenta y cinco, de darse las condiciones meteorológicas óptimas.

Hectolitros de una calidad que no está defraudando, ya que el fruto está llegando en unas condiciones muy buenas y los mostos respondiendo adecuadamente.

Más información: www.sevi.net

 

Más calidad a menor precio

Si por algo se caracteriza esta campaña es por las muchas diferencias que presenta con respecto a la que le precedió. Y es que prácticamente se podría decir que no se parecen en nada.

De momento y, por empezar por lo más simple, podríamos decir que viene adelantada entre una y dos semanas con respecto a la anterior; lo que en opinión de no pocos expertos supone más un retorno a la normalidad, que un adelanto de las fechas previstas, ya que el cambio climático ha ocasionado que aquellas fechas adentradas en septiembre pasaran a la historia hace ya muchas campañas.

Tampoco lo de los parámetros de calidad y cantidad parecen sorprender a nadie, pues dado lo sucedido el año anterior, apostar por menos cantidad y más calidad no entrañaba ningún riesgo. Cuantificar estos parámetros es algo más complejo, pero tampoco mucho, ya en términos cualitativos es seguro que la añada 2014 será mucho mejor que la anterior, dada la diferencia abismal entre el estado sanitario que presenta la uva esta campaña y con en el que llegó a las bodegas la del año pasado.

Hacerlo respecto a la cantidad tampoco parece que vaya a resultar muy difícil, al menos a tenor de la coincidencia que se está dando entre las estimaciones que vamos conociendo. Cuarenta y cuarenta y dos millones de hectolitros, con veintiuno o veintidós en Castilla-La Mancha; es una horquilla que, en estos momentos y con muchas toneladas de uva todavía por madurar, parece abarcarlas todas.

Más complicado resulta hablar de precios, pues si los vinos (todavía de la pasada campaña) han experimentado un incontestable repunte, todavía está por ver qué parte de ese repunte tendrá su traslación a la uva, y cuál quedará para mostos y vinos. Por lo que sabemos hasta ahora, apenas algo de Valdepeñas, Andalucía y Canarias, son inferiores a los del pasado año. Lógico si tenemos en cuenta que estos vienen fijándose en función del precio al que están los vinos en el momento de iniciarse las vendimias; pero difícilmente explicable si se tiene en cuenta el notable descenso previsto en la cantidad y la sustancial mejora en la calidad.

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