Informe Vendimias

Necesitábamos lluvias y aquí están. ¿Son suficientes? ¿Llegan a tiempo? ¿O sus efectos van a resultar negativos para la calidad?

Estas y otras muchas preguntas relacionadas con los precios de las uvas que se han fijado por las grandes bodegas de la región central para la uva de la D.O.P. Valdepeñas, pero también para la no amparada. Son las que en estos días acaparan la atención de un sector que hace un par de meses se las prometía muy dulces y que, en estos momentos, afronta una cosecha que puede llegar a resultar incluso inferior a la pasada, y con unos precios que se han quedado muy por debajo de lo que cabía esperar.

A juzgar por lo sucedidos se podría afirmar que son las grandes cadenas de distribución las que dominan el mercado e imponen los precios. Cuestión que no estaría mal que investigara, y sobre la que actuara, la Comisión de la Competencia. Ya que se sanciona el acuerdo (afirmo porque hay condena firme), la fijación de precio por parte de las bodegas de una denominación de origen, pero se deja a la gran distribución que tres o cuatro empresas fijen los precios a los que deben venderse los vinos y la cadena de valor deba establecerse a partir de ese parámetro.

En mi opinión, pero esto no es más que una opinión de un enófilo, en España tenemos un problema con el consumo de vino y este tiene poco o más bien nada que ver con los precios a los que se venden. Secuestrar el desarrollo de nuestras bodegas y viticultores con precios bajos que hacen muy difícil la rentabilidad de sus explotaciones y negocios, no es más que impedir llevar a nuestro sector a ese nivel de un producto con valor añadido que solo tienen los artículos valorados.

Queremos productos alejados del consumo diario, pero con precios de artículos cotidianos y eso es, sencillamente, una incongruencia.

¿De qué sirve mejorar la calidad si no podemos subir los precios?

Informe Vendimias

Se hacen públicas las primeras cotizaciones del precio de las uvas para la campaña 2016/17 y con ellas se consolidan algunas de las previsiones sobre la nueva cosecha que se venían barajando. No hay duda de que el mejor indicador para darle credibilidad a una estimación es el nivel de precios. Y siguiendo esa regla podríamos decir que la cantidad de producción de esta campaña va estar muy cerca de la obtenida el pasado año.

Las declaraciones de unos y otros insisten una y otra vez en destacar la máxima prudencia que exigen estos vaticinios, especialmente en estas fechas, cuando muchas comarcas no han iniciado todavía las tareas de vendimias y en otras todavía el envero se encuentra sin finalizar. Pero el hecho de que una de las grandes bodegas de Castilla-La Mancha, como Félix Solís, haya decidido abrir con los mismos precios que la campaña pasada hace pensar que su estimación de cosecha estará muy próxima a los cuarenta y tres millones del año pasado a nivel nacional y los veintitrés en esta región.

Entrar en valoraciones sobre lo acertado o no de esa decisión está lejos de nuestra competencia, si acaso resaltar que no parecen haber considerado las estimaciones del resto de países productores y sus posibles consecuencias sobre los precios de los mostos y vinos de esta campaña.

Apostar por la continuidad en los precios de las uvas debería, en buena lógica, llevarnos a precios muy similares a los que tenemos en estos momentos en vinos y mostos.

Lo que sí parece claro es que no están dispuestos a cometer errores del pasado, cuando los precios de las uvas y los mostos oscilaban de manera desproporcionada en función de dimes y diretes que no hacían sino favorecer la labor de especuladores.

Informe vendimia

Si bien en Canarias, Andalucía y algunas otras provincias españolas las vendimias ya son una realidad; el retraso en la maduración de entre dos y tres semanas con respecto las fechas de la pasada vendimia podría decirse que es una constante de esta campaña en toda España.

Como también lo es la falta de lluvia que permita desarrollarse al fruto correctamente. Las altas temperaturas, especialmente las nocturnas, que hagan posible esa inversión térmica tan necesaria para la calidad de la uva. O el excelente aspecto sanitario que presenta, prácticamente exenta del más mínimo rastro de cualquier enfermedad criptogámica, aunque esta haya estado presente en algún momento de la cosecha, como también lo han estado otros incidentes como el mosquito verde o los vientos de Levante. Todo ello no impide poder afirmar categóricamente que la vendimia 2016 tiene un excelente porvenir.

¿También para los precios de las uvas, mostos y vinos? Pues en un principio, todo parece apuntar en esa dirección y las circunstancias que rodean la vendimia parecen haberse alineado en ese sentido. Pero la experiencia nos indica que hasta que no se hayan firmado los contratos en los que queden reflejados sus términos, la prudencia, además recomendable, se hace imprescindible.

Otra duda que nos asalta y cuyas consecuencias pueden ser de notable importancia es el rendimiento que pueda presentar el fruto. El pequeño tamaño de las bayas es un buen factor de calidad, pero hasta cierto límite. Tampoco conviene pasar por alto el importante número de hectáreas reconvertidas         y reestructuras en estos últimos años, cuya entrada en producción se espera en un número importante para esta campaña y cuyas producciones, aseguradas por el riego, van mucho más allá de las que históricamente pudieran haberse dado.

Las vendimias en España

Aunque los inicios estuvieron marcados por grandes incertidumbres, muchos recelos y algunos conflictos; las vendimias 2015 se han desarrollado dentro de una normalidad digna de ser destacada.

La entrada en vigor de los contratos obligatorios y el plazo de pago de 30 días supusieron un gran escollo para un sector que no estaba acostumbrado a estos mecanismos. Que todos los viticultores debieran tener sus contratos con un precio fijado y un plazo de cobro establecido, por más extraño que pudiera parecer, no era lo más habitual en el sector. Y aunque, no sin alguna tensión al inicio de la campaña con las organizaciones sindicales advirtiendo que estarían vigilantes en el cumplimiento de la norma y una AICA que estaba a su lado anunciando controles que garantizasen la existencia de esos contratos; podría decirse que el problema no ha ido más allá de la adaptación lógica a una nueva forma de proceder, y el cumplimiento muy generalizado.

Circunstancia que junto con unas primeras previsiones de volúmenes más que considerables de cosecha, hicieron temer que los precios de las uvas se derrumbasen y que una campaña más nos encontráramos con manifestaciones a las puertas de las bodegas protestando por precios indignos que no llegaban siquiera a cubrir los costes de producción. Manifestaciones y huelgas que así ocurrieron en Valdepeñas y que supusieron la paralización de la vendimia durante unos días. Por otra parte, interrupción que también tuvieron que efectuar en algunas otras zonas españolas, aunque esta vez por motivos bien diferentes y es que la uva no acababa de madurar como se esperaba y era necesario darle algo más de tiempo.

No sin alguna escaramuza y declaraciones cruzadas que anunciaban subidas por encima del 20 por ciento en el precio de las uvas, y otras que concretaban que tales incrementos eran solo para variedades minoritarias y nunca representativas de un sector cuyas producciones apenas tendrían incrementos del diez por ciento, las vendimias fueron haciéndose realidad y la recepción del fruto en las bodegas siendo motivo de satisfacción para unos técnicos que contemplaban una uva extraordinariamente sana y madura.

También el tiempo acompañó este desarrollo paulatino ya que salvo algunas ligeras lluvias en momentos muy concretos que no supusieron más allá de uno o dos días de paralización, las uvas fueron llegando sin agobios a unas bodegas sobradamente diseñadas para asumir estas cantidades sin ningún problema.

Claro que ante lo que se vaticinaba como una gran cosecha, los fuertes calores estivales, fueron haciendo mella en el desarrollo del fruto, impidiéndole crecer como era de esperar y dejándolo con un tamaño y un rendimiento algo más pequeño del que sería propio de la variedad y zona de producción, favoreciendo esa siempre buscada alta relación pulpa/hollejo.

Bajo estos grandes parámetros las uvas fueron transformándose en mosto con un adelanto que podría establecerse entre los cinco y diez días con respecto al pasado año, pero cuyas consecuencias no fueron más allá de esta circunstancia temporal.

Y aunque a continuación tendrán más detalle de lo sucedido en cada una de las regiones vitivinícolas españolas, los términos generales de esta campaña podrían resumirse en un fruto extraordinariamente sano, más pequeño de lo habitual y con una maduración adecuada. Por el que se han pagado precios que en ningún caso han sido inferiores a los de la campaña pasada, y en algunos casos incluso con aumentos que han llegado al treinta por ciento; aunque lo más frecuente han sido alzas de apenas del diez por ciento. Porcentaje que prácticamente coincide con la pérdida de cosecha, ya que la horquilla en la que se comprenden las estimaciones, y a diferencia de lo que ha sucedido otros años y que resulta digno de ser resaltado, está entre los cuarenta y los cuarenta y dos millones de hectolitros. O lo que es lo mismo, comprándolo con lo producido el año anterior, entre un diez y un cinco por ciento menos.

Porcentajes que se asemejan mucho a los que afectarán a las cosechas de nuestros principales compradores, ya que Francia estima una cosecha muy similar, Portugal considera que tendrá sobre un ocho por ciento más de cosecha e Italia eleva ese crecimiento hasta poco más del once por ciento. Volúmenes que deben permitir disfrutar de una campaña tranquila en cuanto a precios y exportaciones. Aunque para saber si será así, lo primero que habrá que hacer es confiar en que las pretensiones de nuestras bodegas no crezcan mucho y volvamos a una situación similar a la que tuvimos en el 2013 cuando, como consecuencia de un aumento en el valor del ocho ciento supuso la pérdida de un diez por ciento en el volumen.

Las vendimias en España

Con más o menos acierto (eso solo lo sabremos una vez conocidas las primeras declaraciones de producción allá por finales de diciembre, si es que no se vuelve a producir un aplazamiento), desde SeVi vamos perfilando nuestra estimación y reduciendo la horquilla entre los cuarenta y uno y los cuarenta y dos millones de hectolitros, o dicho en porcentaje con respecto a la cosecha del 2014, entre un 8 y un 5 por ciento menor.

Volumen que, en ningún caso, parece que vaya a generar grandes tensiones, ni en un sentido ni en otro, en el mercado. Pues si bien ya hay vinos por los que se han pagado cotizaciones muy superiores a las del mercado, su aumento responde más a las características especiales de los elaborados que a las propias condiciones de un mercado que, aunque mejora sus precios, las subidas son de una forma moderada.

La sanidad del fruto sigue confirmándose ante la ausencia de agentes meteorológicos que perjudicasen la correcta maduración de la uva. Y aunque en estos últimos días los episodios de lluvia y viento se han generalizado en toda España, las hectáreas que restan por vendimiar podríamos decir que son despreciables para el conjunto de la producción nacional.

A destacar el adelanto entre siete y diez días en términos generales de las vendimias con respecto a las fechas que eran habituales. Lo que ha vuelto a reavivar la tradicional polémica sobre si se debe a un cambio climático o, simplemente, se trata de oscilaciones normales en los ciclos.

Por lo que respecta al resto de productores europeos es de destacar que tampoco se han producido variaciones de consideración en sus estimaciones, manteniendo Alemania una disminución de poco más del cuatro por ciento, y el resto de países crecimientos moderados del uno por ciento en Francia, ocho en Portugal y once en Italia.

Las vendimias en España

Lejos de lo que ha venido sucediendo habitualmente con las estimaciones de cosecha que se realizaban a principios de septiembre y que acababan siendo más cortas de lo previsto si los pronósticos iban a la baja, y superiores si, por el contrario, se vaticinaban aumentos con respecto a la campaña anterior. Este año, las estimaciones han ido todas en la misma línea, y aunque no disponemos de datos oficiales, la coincidencia de todas ellas: Magrama, organizaciones agrarias, cooperativas, Comisión Europea y nosotros mismos; permite pensar que no diferirán mucho del resultado final. No obstante, vaya por delante nuestra recomendación de prudencia, ya que tampoco sería la primera vez, que las declaraciones de producción y cosecha nos deparan sorpresas inesperadas.

Lo que no parece que vaya a darnos mucha sorpresa es la sanidad con la que ha entrado la uva en prácticamente todas las regiones españolas. Perfecta, sin apenas focos de botrytis y con índices de glucónico perfectos, albergando la esperanza de elaborar excelentes vinos. Si bien en este tema de la calidad de los vinos, ya no es tanta la unanimidad de un sector técnico que, reconociendo el excelente estado sanitario del fruto, destaca el pequeño tamaño de la baya, ocasionado por una falta de desarrollo como consecuencia de los fuertes calores estivales, llegando a presentar en algunos casos, síntomas de deshidratación. Las consecuencias que esto pueda tener en los vinos están por ver, aunque ya comienzan a hacerse patentes algunos problemas con las capas de color y su estabilidad en los tintos. Así como algunos problemas con los grados y las posibilidades técnicas de llevarlos a la horquilla deseada.

Tampoco los mercados se han mostrado extremadamente complicados, con cotizaciones que van reaccionando positivamente con crecimientos controlados y asumibles por los operadores y cierre de transacciones que se suceden a buen ritmo, permitiendo pensar que no vaya a ser una campaña en la que encontrarle colocación a la producción vaya a resultar muy complicado.

Cosa bien distinta será lo que pueda suceder en los próximos meses, cuando los mercados exteriores tiren de nuestra producción, las bodegas comiencen a elevar sus pretensiones y estas se sitúen por encima de los niveles establecidos para nuestros elaborados. Pero, de momento, eso es solo una posibilidad, y poco tiene que ver con los datos de una vendimia que está resultando mucho más tranquila de lo que las primeras protestas por el plazo del pago de la uva y el precio establecido por ellas, hacían prever.

Las vendimias en España

Ante lo que en un primer momento se presentaba como una gran vendimia en cantidad y de una calidad excelente, los fuertes calores del verano han acabado dejando su huella.

En términos generales, y sin entrar en muchos detalles, podríamos decir que la calidad del fruto, marcada por una perfecta sanidad, ha resultado excelente. Cosa bien distinta es si nos atenemos al tamaño del fruto, que ha resultado bastante más pequeño y suelto de lo que sería normal, lo que ha provocado algún que otro contratiempo en cuanto a la deshidratación del fruto; o incluso, una excesiva relación pulpa/hollejo que ha llevado a un exceso de concentración. Y, aunque en algunos lugares, el color en los tintos no está siendo el esperado, tampoco esta circunstancia puede empañar la prácticamente total ausencia de focos de botrytis o cualquier otra enfermedad.

Otra cosa es lo que vaya a suceder con los viticultores que, para su lástima, han visto como las previsiones de cosecha que manejaban se iban viendo truncadas y los kilos entregados en bodega disminuidos, y con ellos sus ingresos. Lo que, muy posiblemente, acabará llevándonos en los próximos meses a un nuevo episodio de enfrentamiento entre viticultores y bodegueros por el reparto del valor de sus producciones. Pues de nada suceder, es de prever que, con los actuales precios y lo que pueda acontecer en los próximos meses, lo cobrado por los viticultores vuelva a estar lejos de los precios a los que se vendan los vinos.

Mercado de mostos y vinos cuyas cotizaciones se mantienen estables en blancos y aumentan ligeramente en tintos, especialmente los de color. ¿Cuarenta o cuarenta y un millones de hectolitros harán subir las cotizaciones? Pues ya nos gustaría saberlo. Pero salvo sorpresa de última hora, esa debe ser la horquilla por la que oscile la cosecha española de este año.

Las vendimias en España

Con la suma de Rioja y Ribera, amén de otras denominaciones de origen caracterizadas por su tardía incorporación a las labores de vendimia, podría decirse que España hierve en mosto y las previsiones van ajustándose con los datos de balanzas y refractómetros.

Aspecto en el que las diferencias no están siendo tantas como en años anteriores. No sé muy bien si por la concienciación de los operadores de contar con una información ajustada que les permita programar adecuadamente la campaña, o porque la propia evolución de la cosecha no ha presentado grandes incidencias que justificaran semejantes discrepancias como las habidas en años anteriores. El hecho es que, prácticamente desde el primer momento en el que comenzaron a descargar los remolques, allá por mediados de agosto, las estimaciones manejadas han coincidido en una estrecha horquilla de apenas dos millones de hectolitros que ha encontrado en los cuarenta y un millones de hectolitros su epicentro.

Lo que tampoco ha diferido mucho de lo sucedido con el otro gran tema, el precio de la uva, en el que la obligación de la formalización de los contratos ha supuesto, en muchos casos, un cambio sustancial sobre la forma de operar de algunas bodegas que acostumbradas a recepcionar las uvas sin precio, ni plazos de pago, han tenido que asumir la obligatoriedad de que no podía entrar ni un solo kilo de uva en la bodega sin el correspondiente contrato en el que figurara el precio al que iba a ser pagada, y el plazo, nunca mayor de 30 días, en el que debía ser liquidado su pago.

Mención aparte merecen las tradicionales tensiones que han vivido viticultores y bodegas por el precio de la uva y que, con mayor o menor celeridad, se han ido superando. Utilizando el criterio de la pérdida de cosecha con respecto a la del pasado año, o la buena evolución de las exportaciones, para justificar algunas organizaciones agrarias el abuso que, para ellos, supone el bajo incremento que ha experimentado el precio de la uva.

Las condiciones meteorológicas de este año han sido beneficiosas para la vid y la uva. Las bajas temperaturas nocturnas y las cálidas diurnas han mejorado la calidad del fruto. Además, la sequía de esta campaña ha disminuido el número de plagas y enfermedades en las viñas, ocasionando un ligero adelanto en el norte sobre las fechas tradicionales de vendimia, que en el centro se vieron sometidas a alguna interrupción ante parámetros analíticos que no alcanzaban los valores requeridos y una evolución mucho más lenta de la maduración del fruto de la esperada como consecuencia, principalmente, de la escasez de precipitaciones.

Aunque no ha sido este el único efecto que la falta de agua en los meses estivales ha ocasionado en la cosecha, cuya producción de secano, que ocupa el centro y sur peninsulares, y que las últimas tormentas estivales han afectado gravemente a las viñas de zonas concretas, reflejará pérdidas de producción. Que en algún caso se verá suplida por la procedente de los viñedos regadíos, pero que en ningún caso alcanzará a compensarla por completo.

Las vendimias en España

Superado el episodio de ciclogénesis explosiva que anunciaban para prácticamente la mitad norte de nuestra península y que ponía en peligro la buena evolución de una parte muy importante de nuestra cosecha, podemos sentirnos satisfechos con los resultados. Ya que, si bien el viento y lluvia que anunciaban llegaron, sus efectos sobre el viñedo apenas se dejaron notar. O expresado con mayor precisión: las temperaturas moderadas de los días siguientes permitieron evitar peligrosos episodios de podredumbre.

Casi lo mismo que lo sucedido con los precios de las uvas y mostos, cuyos primeros arranques se vieron fuertemente contestados con huelgas y movilizaciones que ponían en serio peligro la cosecha, y a los que acabaron imponiéndose la cordura a través de acuerdos (nunca enteramente satisfactorios para nadie, de ahí su eficacia) que han permitido recuperar el normal desarrollo de la vendimia. Queda para más adelante la resolución de un problema que se repite campaña tras campaña y que va mucho más allá de una horquilla de precios, antojándose necesarios acuerdos mucho más globales que hagan posible esa corresponsabilidad en los resultados conseguidos por los elaboradores.

Lo que sí parece que está funcionando bien, y de ello se están encargando organizaciones sindicales y administraciones competentes, es lo relativo al cumplimiento de la exigencia legal de un contrato previo a la descarga de los remolques, la cumplimentación del precio al que serán retribuidas sus uvas, y el pago a los treinta días. Y en esta situación, todo parece indicar que se ha encontrado la forma (o formas) de superar los problemas anunciados por las bodegas para poder hacer frente al plazo de pago en 30 días.

Ahora ya solo falta que el tiempo cumpla con sus previsiones, que nos respete y que la gran calidad que presenta la uva tenga su traslación a unos vinos y mostos que deberán encontrar acomodo en mercados exteriores donde nuestros principales compradores vaticinan cosechas similares para el caso de Francia y ligeramente superiores, un diez por ciento, en el de Italia.

Las vendimias en España

Cooperativas acaba de hacer pública una nueva estimación de cosecha en la que rebaja sus expectativas iniciales en casi medio millón de hectolitros, cifrándola ahora en 41,13 como consecuencia de los calores que han venido imperando en este último mes de agosto y septiembre, así como las lluvias que han ido marcando este periodo y que, en algunos casos, han llegado acompañadas de granizo o fuertes inundaciones.

No es una variación de producción que deba tener mucha transcendencia en el mercado, especialmente cuando las cotizaciones que se van conociendo se sitúan, en el peor de los casos, en el mismo nivel que las del año pasado, y en otros muchos por encima, aunque no tanto y, especialmente en las principales variedades, como demandan las organizaciones agrarias, que exigen que los precios cubran, al menos, los costes de producción.

Las estimaciones que manejan las organizaciones agrarias, siguiendo la tónica de otros años, se sitúan ligeramente por debajo de estas. Así la Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja) ha realizado una previsión de vinos y mostos entre un 10 y un 15 por ciento menor que el pasado año, hasta situarse entre los treinta y ocho millones de hectolitros en el lado más conservador de una horquilla que llega hasta los 40 Mhl.

Por su parte, las cotizaciones de la uva que se van conociendo, confirman la tendencia de un ligero repunte sobre las del año pasado, algo más notable en aquellas variedades foráneas residuales y de apenas un cinco o diez por ciento para las de mayor implantación.