Evolución de las vendimias

Allá donde todavía no se habían generalizado las tareas de vendimia, lo han hecho en esta semana. Confirmando, de esta manera el adelanto entre diez y quince días en las fechas sobre las que lo hicieron el año pasado. Circunstancia que todo parece indicar se está convirtiendo en una consecuencia más de los efectos que sobre el viñedo está teniendo el cambio climático.

Pues si bien sigue habiendo quienes sostienen que estas alteraciones son normales y que no tienen porque considerarse como definitivas, cada vez son más los que defienden la teoría de que estos adelantos seguirán produciéndose en los años venideros.

Sequía y altas temperaturas han propiciado el anticipo en esta campaña pero, aunque es deseable que pasen y disfrutemos de un mayor régimen de lluvias y unas temperaturas que no batan todos los récords conocidos, sus efectos seguirán dejándose notar en el calendario.

Sobre sus consecuencias respecto a la calidad de la vendimia 2017, de momento, se mantiene la opinión generalizada de una uva muy sana a la entrada en bodega y bastante equilibrada en sus parámetros de azúcar y acidez.

Los que no están disfrutando de tanta estabilidad son los precios de las uvas, mostos y vinos, que cada semana reflejan el nerviosismo que impera en un sector cuyos datos concretos de entrada en bodega no solo confirman las mermas previstas, sino que ponen de manifiesto más bajos rendimientos.

Evolución de las vendimias

Por primera vez en la historia, muy posiblemente, para El Pilar las vendimias sean ya historia en nuestro país. Un adelanto preocupante si tenemos en cuenta que supone algo así como tres semanas sobre lo que, hasta ahora, ha sido habitual.

Por el momento, lo que nos cuentan nuestros corresponsales es que la calidad no está viéndose afectada, ni por el adelanto de las vendimias, ni por las condiciones que han propiciado una modificación sustancial del volumen. A saber: sequía, calor, heladas y granizo. Por ese orden.

La ausencia de lluvias, especialmente en aquellas cuencas donde menos frecuentes son los problemas de escasez de precipitaciones como son las cuencas del Duero, Ebro y Miño-Sil (España húmeda), son las que de una forma más acusada la han sufrido en esta ocasión. Y aunque no han sido excesivas en ningún sitio, sí cabría destacar cierta normalidad en el levante y sur peninsular. Situación que junto con lo sucedido el año anterior ha tenido su reflejo en la reducción de la muestra que presentaban nuestras cepas.

La condición más generaliza de las cuatro mencionadas han sido las altas temperaturas, responsables en última instancia del adelanto en la fecha de inicio de la vendimia y que han tenido su reflejo en el tamaño de un fruto más pequeño de lo normal.

El efecto que las heladas han tenido sobre la cosecha no puede considerarse un factor relevante si hablamos del conjunto de la cosecha, aunque en algunas comarcas como Bierzo, Rioja Alta o una parte de Ribera del Duero sí lo hayan sido. Al igual que los episodios de granizo, altamente perjudiciales para aquellos viticultores que se han visto afectados, pero apenas relevantes en el conjunto nacional.

Según nuestras informaciones la vendimia, en términos nacionales, podría rondar los treinta y seis millones y medio de hectolitros, una cantidad sensiblemente inferior a los cuarenta y cuatro millones y doscientos mil hectolitros obtenidos el pasado año y que viene a asemejarse bastante con lo sucedido en Francia e Italia.

Evolución de las vendimias

Aunque es muy difícil, imposible diría yo, que las últimas lluvias (por importantes que hayan resultado en algunas comarcas y regiones vitivinícolas españolas) vayan a suponer un cambio radical en las estimaciones de cosecha y puedan alterar los precios de las uvas fijados por el momento; hay que reconocer que afectarán a la cantidad final seguro, y confiemos en que no en cuanto a la calidad.

Sus consecuencias en el volumen vendimiado se dejarán notar, ya que el número de litros caídos han ido mucho más allá de unos meros aguaceros. Lo han hecho con cierta importancia y de una manera que, salvo contadas excepciones, ha sido moderada; empapando la tierra. El problema está en que, por más que se quieran parar las vendimias, muchas de ellas ya comenzadas cuando se produjeron estos episodios meteorológicos, la planta no tiene ninguna capacidad de modificar su muestra y lo que pueda influir en el peso apenas puede suponer un pequeño porcentaje.

Todo eso por no hablar del importante peligro que supondrían episodios de fuertes calores en los próximos días de cara a la aparición de brotes de podredumbre que afectaran a la excelente calidad con la que, hasta el momento, se presenta el fruto de 2017.

En cuanto a los precios de las uvas, la aparición de tablillas y el conocimiento de los contratos que van formalizándose, confirman las previsiones al alza que se tenían al inicio de campaña. Todas las comarcas, sin excepción, presentan cotizaciones similares o mayores a las del año pasado. Y aunque las denuncias sobre la entrega de uva sin el obligatorio contrato en el que figure el precio, el plazo máximo de pago lo marca la ley, siguen formulándose por las organizaciones agrarias; por lo que nosotros sabemos se podría decir que se trata de situaciones muy particulares y de escasa relevancia.

Evolución de las vendimias

Nunca resulta sencillo hacer vaticinios, y menos aún si se trata de un producto agrícola como es la uva de vinificación. No obstante, todos los que de una manera u otra manera estamos relacionados con el sector vitivinícola, sabemos que estas semanas determinarán la evolución de la campaña 2017/18. Primero marcando la calidad de las diferentes utilizaciones que se le puede dar al zumo y, obtenidos los diferentes productos, el desarrollo de su mercado; con las naturales oscilaciones de sus cotizaciones y tensiones comerciales entre la propiedad y los industriales.

Decir que esta campaña difiere mucho de lo sucedido en años anteriores sería un tanto exagerado. Sin embargo, hay que reconocer que, a diferencia de otras campañas, en esta parece que la coincidencia sobre la consideración de una cosecha inferior, precios superiores, buena calidad del fruto y un importante adelanto generalizado en la fecha de vendimia son algunas de las cuestiones básicas que marcan la campaña y sobre las que todos muestran cierta unanimidad.

Como coincidencia se da en la consideración de que no están influyendo tanto en la evolución de las cotizaciones (hasta ahora conocidas) de las uvas las estimaciones de si nuestra cosecha puede acabar rondando los cuarenta o los treinta y ocho millones de hectolitros, como el hecho de que Francia o Italia se enfrenten a una vendimia con mermas iguales o superiores a las nuestras.

La seguridad de que nos enfrentamos a una cosecha europea muy baja (tanto que podrían producirse ciertas tensiones en los mercados internacionales) es lo que está haciendo que, salvo las habituales reclamaciones de los sindicatos agrarios exigiendo el cumplimiento de la Ley en la formalización de los contratos, los precios de las uvas hayan aumentado sin muchos problemas.

Aun con todo y con ello, sabemos, por experiencia, que no puede descartarse cualquier cambio brusco de escenario, ni que los resultados, cuando sean publicados de manera oficial los datos de la cosecha, acaben no siendo tan alarmantes como ahora mismo se consideran. Pero para eso habrá que esperar.

Informe Vendimias

Normalidad y vendimia parecen dos conceptos contrapuestos, ya que todos los años se produce alguna circunstancia que dota de cierto grado de incertidumbre a la campaña de vendimias. Se antoja algo natural, puesto que pensemos que en apenas dos meses, los que transcurren desde que a mediados de agosto se inician por el sur de España, hasta la primera semana de noviembre, fecha en la que acabarán en aquellos parajes más tardíos del Alto Ebro o Duero, el sector vitivinícola se juega buena parte de su campaña.

Lamentablemente en aquellos vinos de alto precio, el coste de la uva (por más que sea en estos vinos donde su valor absoluto es más alto) representa una parte muy pequeña de su valor. Y es en los de menor precio dónde sí existe una relación muy directa que condiciona altamente su competitividad y, por ende, su comercialización.

Hablar de subidas de precio de un veinte o treinta por ciento, como ha sucedido este año en la zona de Castilla-La Mancha en algunas variedades con respecto a las del año pasado no es ninguna cuestión baladí de cara a pretender mantener los volúmenes de exportación actuales o afianzar la tímida recuperación que muestra el mercado interior.

Afortunadamente, España es un país de una gran riqueza vitivinícola, basada en su diversidad y excepcionales condiciones naturales de cultivo. Y este año han sido precisamente estas dos circunstancias las que mejor han definido la cosecha.

Cantidades que han oscilado de manera pendular en función del momento en el que nos hemos encontrado y sobre las que ahora intentaremos profundizar un poco más; y una calidad que ha permanecido inamovible en sus cuotas más altas. Dándose la circunstancia de que lo sucedido en prácticamente toda nuestra geografía podría ser una base estupenda para desarrollar un proyecto de zonificación del viñedo en España.

Las diferencias entre los viñedos de secano y regadío se han hecho palpables, pero para “todo”, no solo (como ha sucedido en otras campañas), para señalar aquellos viñedos donde la producción ha sido más o menos abundante. La resistencia a los fuertes calores, las diferencias entre maduraciones alcohólicas y fenólicas, incluso el propio comportamiento ante las plagas de enfermedades criptogámicas, han sido claros ejemplos de por qué un viñedo de setenta años está donde está. Y debe seguir estándolo.

Si analizamos la vendimia desde un punto de vista de la cantidad, las cosas son mucho más sencillas, es más, incluso predecibles. A las primera estimaciones que manejaba el sector de una extraordinaria cosecha que pudiera superar la histórica del 2013, le sucedieron otras que fueron frenando tanto entusiasmo, hasta incluso dejarla a más de un diez por ciento por debajo de la del pasado año. La evolución de la climatología y, una vez más, el comportamiento de la planta, hicieron que, ni unas, ni otras, acabaran acertando, acercándonos mucho a lo que fue la anterior campaña. O al menos esa es nuestra opinión en base a la información que durante estos dos meses hemos ido recabando de decenas de pueblos, bodegas, organizaciones o estamentos públicos. No todos ellos coincidentes pero que, convenientemente modulados, nos han permitido elaborar nuestra propia estimación de cosecha.

Pero antes de entrar en una información más pormenorizada de las principales características que han definido cada una de las zonas de producción, deberíamos decir que, a pesar del REOVI e INFOVI, el sector ha seguido fijando precios de uva, mostos y vinos sin más información que la disponible por cada uno de los operadores. Si bien el Magrama tan solo ha publicado (hasta la fecha) los avances de producción de uva de vinificación, no de vino y mosto, correspondiente a los meses de julio y agosto; lo que nos ha obligado a tener que “convertirlo” aplicando los rendimientos obtenidos el año pasado en cada una de las provincias españolas; ahora ya solo nos queda confiar en que la periodicidad de una información mucho más exacta y el buen sentido de nuestros operadores, nos permita desarrollar una cosecha en la que sepamos aprovechar la gran calidad de nuestros vinos y las bajas producciones del resto de países productores para elevar la valoración de nuestros productos con la que poder hacer rentable y sostenible el viñedo.

Informe Vendimias

Pasada la festividad del Pilar las vendimias van llegando a su fin y, aunque el retraso de entre diez y quince días sobre la campaña anterior ha sido prácticamente generalizado en todas las provincias españolas, llega el momento de ir haciendo balance de la cosecha.

Siempre en términos generales (ya tendremos ocasión de entrar en detalles en nuestro extraordinario dedicado a las vendimias de la próxima semana), podríamos decir que la calidad ha estado a un máximo nivel. Mildiu y otras enfermedades criptogámicas como el oídio se han dejado notar en numerosos viñedos, pero la rápida y eficiente actuación de nuestros viticultores dejó sus efectos prácticamente en el campo de lo anecdótico, sin más repercusiones que el consiguiente gasto que representa su tratamiento.

Gastos que si bien no siempre han tenido su contraprestación en el precio de la uva con el que se han rubricado los obligatorios contratos, ya que ha habido numerosas regiones en las que los precios apenas han experimentado variación con respecto a los del año pasado, en otras donde el volumen es muy importante, como pudiera ser Castilla-La Mancha, las grandes bodegas acabaron cediendo a las presiones de los viticultores y corrigiendo aquellas cotizaciones con las que abrieron la vendimia.

Mucho más satisfactoria ha resultado la calidad que ha presentado el fruto, con un estado sanitario que roza la perfección, y con algunos parámetros, como el grado, ligeramente más bajos. Lo que dado el equilibrio fenólico permitirá elaborar vinos más acordes a las demandas de los mercados.

Por último, nos quedaría hacer referencia a la cantidad, dato nada desdeñable para poder entender lo que está sucediendo en el mercado, o lo que pueda acabar ocurriendo en los próximos meses con las cotizaciones de los vinos, hasta ahora en clara fase creciente, pero cuyo futuro está fuertemente condicionado a la evolución de nuestras exportaciones. No hay que olvidar que el exterior es el destino donde encuentran acomodo prácticamente dos litro y medio por cada uno que se consume en el mercado doméstico, y altamente sensible a giros bruscos en los precios.

Pues bien, aunque en un primer momento todo hizo indicar que la fuerte sequía de los meses de agosto y primera quincena de septiembre, acabaría pasando factura y lo que se preveía una cosecha histórica, no solo no lo sería, sino que terminaría estando por debajo de la del pasado año; las lluvias de la segunda quincena de septiembre y primera de octubre han permitido recuperar una pequeña parte de la producción, lo que permite hacernos pensar que podemos estar hablando de una cosecha global que estaría en el entorno (millón arriba o abajo) de los cuarenta millones y medio de hectolitros.

Informe vendimias

Lentamente. Este sería el adjetivo que mejor definiría la evolución de la vendimia 2016. Y es que la excelente calidad del fruto que le ha proporcionado un estado sanitario espectacular se está viendo un tanto trastocada por una maduración lenta y pesada.

Ya no es un problema de que volvamos a fechas en las que, no hace muchos años, eran habituales ver los remolques transitar por las carreteras, o que el Pilar suponga el inicio de la vendimia en muchas localidades de la Ribera del Duero y del Ebro, es que incluso en estas zonas, las bodegas se están viendo obligadas a planificar la vendimia con varias pasadas ante lo irregular que se presenta un mismo viñedo.

Es una vendimia, que como bien decía un buen amigo experto viticultor, serviría perfectamente para levantar un mapa con un perfecto detalle de cada una de las parcelas, que nos permitiría conocer dónde sí y dónde no debería estar el viñedo plantado.

La parcelación, que tanta polémica ha creado en estos últimos meses en alguna denominación de origen, está poniéndose en evidencia de manera incontestable este año. Y aunque aún es muy pronto para aventurar si esta diferenciación tendrá su reflejo en los vinos, todo hace indicar que sí, que también en el destino al que irán a parar estas uvas marcará la diferencia entre aquellas parcelas dignas de los mejores productos y aquellas que deberán formar parte de las grandes producciones.

También en los precios a los que se están comprando las uvas se está poniendo de manifiesto esta diferencia, con oscilaciones que pueden a superar fácilmente los treinta céntimos de euros por kilo. Y eso, a pesar de que prácticamente en todas las regiones vitícolas españolas se ha operado con precios entre un diez y un veinte por ciento por encima de los del pasado año.

Informe vendimias

Lo que podríamos describir como un año complicado, con una gran ausencia de agua en el periodo estival y unas temperaturas que hicieron sufrir a la planta mucho más allá de los límites deseables, se ha tornado esperanza y felicidad con la llegada de un otoño que aún con temperaturas por encima de lo “normal” está permitiendo absorber a la planta toda el agua que le llega y sostener un desarrollo mucho más allá de las fechas habituales.

Hablar de diez o quince días de retraso es algo que prácticamente puede darse como un hecho generalizado en esta vendimia, y es que, si bien esto llevaba parejo un cierto grado de riesgo, los efectos que día a día podían comprobarse en el fruto con una maduración lenta pero constante y un estado sanitario del fruto perfecto, han obligado a las bodegas a ir muy despacio.

Este es un año en el que no hay que tener prisa. La paciencia está teniendo su recompensa y los técnicos de campo y de bodega coinciden en que vale la pena correr cualquier pequeño riesgo que pudiera acarrear ir despacio. Tenemos la oportunidad de obtener una cosecha histórica y hay que ser pacientes.

Hasta desde un punto de vista estrictamente económico está valiendo la pena la espera. El paso de los días se está traduciendo en una mejora de unos rendimientos que preocupaban ante el escaso desarrollo del fruto.

Saber si estaremos hablando de treinta y nueve millones de hectolitros o cuarenta y uno es algo que ahora mismo no está al alcance de nadie saberlo. Y aunque todo parece indicar que los cuarenta (millón arriba, millón abajo) de hectolitros puede ser una buena referencia, habrá que esperar todavía quince días para poder formarse una idea más exacta.

Informe vendimias

Poco a poco van generalizándose las vendimias en España, con la incorporación de las regiones más tardías como son Galicia, Duero y Ebro. Zonas donde las lluvias de los últimos días han caído como “agua de mayo”, permitiendo al fruto recuperarse, sin afectar, ni un ápice, a su excelente calidad.

Siempre resulta difícil hablar de calidad en términos generales, más cuando todavía muchas de nuestras cepas están esperando que les llegue el momento de ser vendimiadas. Pero, aún a riesgo de equivocarnos, podríamos decir que la cosecha 2016 será una excelente añada.

Claro que como precio habrá que pagar una reducción en su producción mayor de la esperada hace un mes y totalmente inimaginable allá por la primavera, cuando todo apuntaba a una producción por encima de los cincuenta millones de hectolitros. Hoy cuarenta millones podría ser una cantidad sobre la que, según nuestras estimaciones, podríamos cifrarla.

Una buena prueba de que la cosecha no está siendo lo que se esperaba la podríamos encontrar en los precios de las uvas. Superado un primer momento en el que los comentarios iban orientados hacia cantidades superiores a los del año pasado ante la mala producción a la que se enfrentaban el resto de países productores. Situados en la realidad de los mercados con tablillas que abrían la campaña a los mismos precios del año pasado, por más que las estimaciones por entonces ya anunciaban que la cosecha sería mucho menor de lo esperado inicialmente. El paso del tiempo y la evolución en la recepción de fruto que iban teniendo las dos grandes bodegas de Castilla-La Mancha les ha obligado a subir, con efecto retroactivo, en dos ocasiones los precios. Situación que, en menor medida, se ha repetido en otras regiones españolas.

A pesar de lo cual las organizaciones agrarias siguen denunciando la imposibilidad de mantener los viñedos con estos precios, muy por debajo de los mínimos necesarios para hacer rentable su continuidad.

Informe Vendimias

La semana pasada nos preguntábamos cuáles iban a ser las consecuencias que las lluvias registradas en aquellos días iban a tener sobre la cosecha. Pues bien, en estos momentos aunque no sea posible cuantificarlo de una forma exacta, sí al menos podemos afirmar que sus efectos serán positivos. Las regiones del norte, más retrasadas en sus vendimias, las asimilarán correctamente y permitirán recuperar, aunque sea muy tímidamente, algo de producción, y para el resto resultarán irrelevantes.

Lo que dicho así podría parecer poco, pero considerando que lo más importante de esta añada está siendo la excelente calidad de un fruto caracterizado por su perfecto estado sanitario; no lo es tanto.

A pesar de la importancia que tiene lo ocurrido con los precios de las uvas marcados por las dos grandes bodegas españolas, Félix Solís y Vinartis, que después de algunas semanas abiertas decidieron elevar, con efecto retroactivo y para todos sus centros, sus cotizaciones. Conviene no olvidar que no todo es Castilla-La Mancha. Que hay viñedo y vino más allá de esta región y que, prácticamente en todas las zonas se habla de horquillas muy similares a las del año pasado a la hora de fijar las cotizaciones a las que se han firmado los contratos.

Una buen explicación de lo sucedido la podríamos encontrar en la revisión a la baja publicada por Cooperativas Agro-alimentarias, que ha fijado la cosecha a nivel nacional en los cuarenta millones y medio de hectolitros, y la de Castilla-La Mancha en veintiuno. Volumen, sin duda, suficiente para cubrir todas nuestras necesidades sin problema y que nos debería permitir mantener las aspiraciones de una mejor colocación de nuestros productos.