Ciento setenta y un millones de hectolitros de elaboración vitivinícola en la Unión Europea, veinte más que el año pasado, pueden ser muchos a la hora de tener que darles salida. O al menos así lo piensa la producción que, asustada ante el enorme “cosechón” al que se enfrenta ya comienza a reclamar una destilación de crisis que permitiera aliviar un poco este abrupto incremento de cosecha.
Según los datos del último Comité Consultivo Vino del 14 de octubre, España es, con diferencia, el país que más verá modificada su cosecha con respecto a la del pasado año, ya que Francia apenas la verá crecer un siete por ciento (menos de tres millones de hectolitros) e Italia un dos (un millón). Eso siempre comparando los datos de la misma fuente ya que si tomamos la información de las declaraciones de producción las diferencias pueden ser mucho más abruptas; pero ese es otro tema del que no nos vamos a ocupar en estos momentos.
Ahora mismo lo que más nos debe preocupar es si España tiene capacidad para colocar una cosecha que es histórica, que pone de manifiesto todo lo que el potencial de nuestro sector tiene, y la acuciante necesidad a la que deberá hacer frente en los próximos meses de encontrar en el exterior el consumo que no tiene dentro.
Al fin y al cabo, tampoco estamos hablando de cifras nunca vistas, en la Unión Europea los ciento setenta millones eran habituales hasta el 2010/11, incluso se llegaron a superar los doscientos en el 2004/05. Y ahora contamos con mercados más predispuestos a nuestros vinos de los que teníamos entonces. En los últimos años hemos hecho grandes esfuerzos en mejorar nuestra exportación, con resultados espectaculares y, con un poco de esfuerzo y precios razonables, estoy seguro de que recuperaremos la senda del 2011.