Está claro que el volumen elevado de existencias en bodega a estas alturas de campaña preocupa y tiene en vilo a los operadores. Que ven en los bajos precios y las posibles repercusiones que una cosecha “normal” pudiera tener sobre los mercados una situación de consecuencias impredecibles.
Acabar (son todo suposiciones porque los datos a 31 de julio no estarán disponibles hasta septiembre) con cerca de treinta y siete millones de hectolitros de vino de stock, siete sobre la campaña anterior que son poco menos de los 8’5 que tenemos de más en los últimos datos conocidos del mes de abril, no debería alarmarnos tanto como parece estar haciéndolo a los operadores. O no al menos atendiendo exclusivamente al volumen de las existencias, ya que dicha cantidad vendría a parecerse mucho a la de los años 2005 (39,3 Mhl) y 2014 (37,1 Mhl), ambas consecuencias de cosechas históricas 50,062 en 2004 y 53,55 Mhl en 2013.
También convendría señalar que las vendimias que sucedieron a estos grandes cosechones fueron de 41,119 y 44,415 millones de hectolitros, o lo que es lo mismo, cosechas consideradas “normales” por los operadores. Y aunque en estos momentos no seríamos capaces de aventurarnos en una cifra de producción para la cosecha que comienza dentro de siete días, todo parece indicar que estaremos en un volumen muy similar.
Si nos referimos a los precios de las uvas, es de señalar que el comportamiento no fue el mismo un año y otro, ya que si bien los precios pagados por la Airén en la zona de Mancha en el año 2004 fue de diecisiete céntimos de euro el kilo, en el año siguiente apenas aumentó a los dieciocho céntimos; mientras que en el otro episodio de cosechas históricas, el precio paso de los veintidós céntimos del 2013 a quince en el 2014, bajada muy sustancial que sí creó notable alarmismo entre los viticultores que vieron como se truncaba un periodo de recuperación en sus cotizaciones que se acercaban satisfactoriamente a niveles de rentabilidad ansiados históricamente. Lo que pueda suceder en esta campaña tras los veintiséis céntimos de la pasada pagados por la misma variedad y zona es una incógnita y habrá que esperar hasta mediados de septiembre previsiblemente, para conocer las primeras tablillas y la posición que adoptan los grandes grupos bodegueros.
Si nos centramos en los precios del vino, deberíamos decir que el precio del hectogrado del vino blanco en la región central comenzó la campaña 2004 a 2,05 € y la acabó a 1,9, para finalizar la 2005 a los mismos precios 2,09 €; situación similar a lo sucedido en los tinos que iniciaban 2004 a 2,73 € para acabar a 2,65 y recuperar hasta los 2,7 en la última semana de julio del 2006. Para el otro periodo de campañas históricas, decir que la 2013 se inició con precios de 3,95 €/hgdo y 3,80 para blancos y tintos respectivamente, cayendo hasta los 1,95 y 2,35 al final de campaña para no recuperarse en la campaña 2014, con precios al final de la misma de 1,85 y 2,85. Así es que aquí donde tenemos la primera explicación de la gran preocupación que se vive en el mercado sobre cuáles podrían ser las verdaderas consecuencias de unas elevadas disponibilidades, ya la actual campaña la iniciamos a unos precios de 3,95 y 4,95 euros por hectogrado para blancos y tintos respectivamente; y la hemos acabado con 2,05 para los blancos y 3,10 para los tintos.
Lo que nos podría llevar a una gran conclusión y es que los precios de nuestros elaborados no están tan influenciados por un tema de volumen como de capacidad de comercialización, en la que influyen otros muchos aspectos como las necesidades de nuestros principales compradores o el mix que componga nuestra cartera de productos. No obstante, conviene no olvidar que son las exportaciones las que sustentan nuestros mercados pues representan dos veces y media el volumen que comercializamos en el mercado interior.