Pocas veces antes una frase ha tenido tanto sentido como en esta campaña. Los que nos dedicamos a publicar estimaciones de producción vitivinícola sabemos que toda la información está supeditada a la climatología. O, dicho con algo más de propiedad, a la evolución del fruto, que depende directamente de cuál sea el comportamiento de la climatología en las últimas tres-cuatro semanas. Sabemos que una tormenta puede ser suficiente para dar al traste con una parte muy importante de la cosecha, que una borrasca perseverante puede tener efectos notables sobre la calidad y la cantidad, o que incluso un anticiclón (aunque cada vez menos con la proliferación de las vendimiadoras) puede afectar a la sanidad del fruto.
Esta campaña, si por algo se ha caracterizado ha sido por el excelente estado sanitario del fruto, el cual ha ido madurando sin apenas verse afectado por brotes de enfermedades y tratamientos con los que combatirlos. Aunque, también podríamos hablar de los fuertes calores de este verano que ocasionaron que se temiera por un adelanto de hasta dos semanas en las fechas de inicio de la vendimia. Situación que en la mayoría de los casos se ha ido corrigiendo hasta prácticamente dejarlo en apenas dos o tres días sobre las fechas tradicionales.
La cantidad, lógicamente, no ha permanecido ajena a estos vaivenes, y donde al principio del verano se temía una cosecha que pudiera devolvernos a situaciones no muy lejanas de producciones por encima de los cincuenta millones de hectolitros, poco a poco se han ido rebajando hasta prácticamente situarlas en los niveles de la del pasado año.
Lo que, siguiendo con lo esperado, ha llevado a las organizaciones agrarias a reclamar a las bodegas un aumento sustancial en el precio. Esgrimiendo para ello la pérdida que vienen soportando los viticultores, desde hace varias campañas; la insostenibilidad del cultivo con esos precios y la necesidad de trasladar al resto del sector la buena evolución de las exportaciones que ha tenido como consecuencia una reducciónde cierta importancia en las existencias disponibles. Al menos en la zona centro y especialmente en la D.O.P. Valdepeñas donde desde el pasado fin de semana han obligado a cerrar la bodega a Félix Solís y posponer su apertura a Vinartis.