Lejos de lo que ha venido sucediendo habitualmente con las estimaciones de cosecha que se realizaban a principios de septiembre y que acababan siendo más cortas de lo previsto si los pronósticos iban a la baja, y superiores si, por el contrario, se vaticinaban aumentos con respecto a la campaña anterior. Este año, las estimaciones han ido todas en la misma línea, y aunque no disponemos de datos oficiales, la coincidencia de todas ellas: Magrama, organizaciones agrarias, cooperativas, Comisión Europea y nosotros mismos; permite pensar que no diferirán mucho del resultado final. No obstante, vaya por delante nuestra recomendación de prudencia, ya que tampoco sería la primera vez, que las declaraciones de producción y cosecha nos deparan sorpresas inesperadas.
Lo que no parece que vaya a darnos mucha sorpresa es la sanidad con la que ha entrado la uva en prácticamente todas las regiones españolas. Perfecta, sin apenas focos de botrytis y con índices de glucónico perfectos, albergando la esperanza de elaborar excelentes vinos. Si bien en este tema de la calidad de los vinos, ya no es tanta la unanimidad de un sector técnico que, reconociendo el excelente estado sanitario del fruto, destaca el pequeño tamaño de la baya, ocasionado por una falta de desarrollo como consecuencia de los fuertes calores estivales, llegando a presentar en algunos casos, síntomas de deshidratación. Las consecuencias que esto pueda tener en los vinos están por ver, aunque ya comienzan a hacerse patentes algunos problemas con las capas de color y su estabilidad en los tintos. Así como algunos problemas con los grados y las posibilidades técnicas de llevarlos a la horquilla deseada.
Tampoco los mercados se han mostrado extremadamente complicados, con cotizaciones que van reaccionando positivamente con crecimientos controlados y asumibles por los operadores y cierre de transacciones que se suceden a buen ritmo, permitiendo pensar que no vaya a ser una campaña en la que encontrarle colocación a la producción vaya a resultar muy complicado.
Cosa bien distinta será lo que pueda suceder en los próximos meses, cuando los mercados exteriores tiren de nuestra producción, las bodegas comiencen a elevar sus pretensiones y estas se sitúen por encima de los niveles establecidos para nuestros elaborados. Pero, de momento, eso es solo una posibilidad, y poco tiene que ver con los datos de una vendimia que está resultando mucho más tranquila de lo que las primeras protestas por el plazo del pago de la uva y el precio establecido por ellas, hacían prever.