Llega el verano y con él la vendimia llama a su puerta, las previsiones y rumores sobre volúmenes, precios, calidades y posibles utilizaciones sobre la próxima cosecha se suceden como una gran torrentera, con el tradicional desorden que amenaza con llevarse por delante una buena parte de lo que de bueno tiene.
Año tras año, y ante la falta de una información imparcial y objetiva sobre lo que puede empezar siendo la campaña, las diferentes organizaciones empresariales y profesionales se apresuran a “arrojar luz al mercado” con sus vaticinios sobre la próxima vendimia. Y aunque a todos ellos les induce un espíritu de servicio, hemos tenido ocasión de comprobar como no siempre están exentas sus previsiones de un cierto interés por favorecer los intereses del colectivo al que representan, haciendo hincapié en aquellos aspectos que les son favorables y obviando, o pasando de puntillas, por aquellos otros que no les son propicios.
Lo que hasta ahora hemos podido saber a este respecto es que la cosecha viene bien, muy bien si atendemos a lo publicado hasta ahora en notas de prensa y hemos tenido ocasión de comprobar en el propio viñedo, pero, antes de empezar a intentar separar el grano de la paja y comenzar a publicar (como haremos a partir de la primera semana de septiembre) nuestras propias estimaciones y comentarios semanales, convendría recordarle al sector, en su conjunto, la conveniencia que tendría para “todos” una coordinación que permitiera disponer de toda la información necesaria sobre las existencias de vino y mosto con la que contamos al inicio de campaña, unas estimaciones contrastadas, una cierta coordinación a la hora de definir sus posibles utilizaciones, y (puestos a soñar) que permitiera alcanzar una mínima coordinación en las disponibilidades a lo largo de la campaña.
Hoy tenemos medios para poder hacerlo. Contamos con un servicio como el Infovi, que debería permitir disponer de las existencias; una Interprofesional que representa a todo el sector productor, un Ministerio que se muestra dispuesto a colaborar en lo que le demande el sector, con herramientas legales para poder hacerlo y organismos dispuestos a actuar como amalgama. ¿Seremos capaces de hacerlo?
Resulta escalofriante pensar que al fin lo podríamos conseguir. Esperemos que no sea tan solo un sueño.