Acercamiento de la Comisión

Por más extraño que pueda parecer, y sin mucho más que analizar la situación y compartir públicamente su preocupación por la situación, la Comisión Europea ha calificado, en su último informe “Dashboard” de abril, la actual situación del mercado del vino en la Unión Europea como “complicada”. Fuerte descenso de la producción, elevados precios en los mercados de origen, stocks iniciales de campaña más elevados y una situación de inestabilidad geopolítica en los principales mercados de exportación, junto con el descenso del consumo interno; son las razones que justificarían esta preocupación.

Por otro lado, argumentos todos ellos que ya han sido abordados en diferentes ocasiones en estas mismas páginas y que pasan por alto algún otro de cierta importancia, como pudiera ser la gran resistencia que están encontrando las bodegas en repercutir esos fuertes incrementos de precios en origen en los mercados de destino.

Y sin la intención de quitarle ni un ápice de razón a la Comisión en su apreciación, tampoco parece que nos estemos enfrentando a situaciones insólitas, ya que en campañas anteriores, no muy lejanas, se han dado situaciones muy similares que han acabado siendo asimiladas por un sector que ha demostrado un grado de adaptación al alcance de muy pocos otros.

Mejor haría, en mi opinión, si además de estos informes trabajara un poco más en hacer cumplir los contratos, en apoyar las iniciativas encaminadas a educar a los jóvenes en el consumo de alcohol, y en apostar decididamente por el vino como un elemento cultural propio.

O mostrarse algo más contundente que con la simple presentación en el Parlamento Europeo de una batería de preguntas relacionadas con los “Fake wines” o vinos falsos y que son todos aquellos que, al parecer, están circulando por el mercado único elaborados de una forma artificial, mezclando vinos blancos y tintos, etiquetándolos con información incorrecta; incluso utilizando menciones protegidas o indicaciones de varietales de forma fraudulenta.

Un buen horizonte

Después de unos días en los que la camisa no nos llegaba al cuello, podemos decir que los efectos de las heladas ocurridas en el último fin de semana de abril no tendrán consecuencias para el conjunto de ninguna comarca española. Si bien existieron episodios aislados de temperaturas por debajo de cero en algunas zonas de las dos Castillas, el número de plantas afectadas apenas puede considerarse, manteniéndose intactas las previsiones de una buena cosecha.

Ya sea por esta circunstancia, o porque las cosechas del Hemisferio Sur han tendido hacia la normalidad, recuperando parte del volumen perdido en 2017; o sencillamente porque algunas de las operaciones cerradas al inicio de la campaña lo fueron por razones que distaban mucho ser estrictas operaciones comerciales, buscando subir los precios, especular, o sencillamente garantizarse unos volúmenes más allá de lo que han resultado sus necesidades… El hecho es que ya comienzan a conocerse operaciones que no serán retiradas, con el consiguiente quebranto en las cotizaciones.

Una buena noticia la encontramos al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, donde la Administración Trump ha anunciado una reducción de los impuestos para las bebidas con contenido alcohólico, entre las que se incluyen el vino, cerveza y licores; producidas por pequeños productores, y que afectará tanto a los productos nacionales como internacionales. Dándose la circunstancia que para su consideración de tamaño se tendrá en cuenta el volumen importado por Estados Unidos de cada uno de los elaboradores. De tal forma que una bodega de gran volumen de producción en España pero que exporte a Estados Unidos menos de dos millones ochocientos mil litros (750.000 galones) pagará 0,535 $/galón, mientras que si su volumen no supera los cuatrocientos noventa y dos mil litros (130.000 galones) el impuesto se verá reducido a diecisiete centavos por galón.

La cruz de la moneda la podríamos encontrar en el recorte anunciado por la Comisión Europea del presupuesto de la PAC para el próximo periodo y que podría poner en peligro los Planes Nacionales de Apoyo al Sector Vitivinícola. Situación que ya en su día anunciamos podría producirse y que, hasta la fecha, no ha cambiado más allá de ser más constantes los rumores que circulan en ese sentido; pero, de momento, sin sobrepasar esa barrera de lo probable.

El mercado reajusta sus pretensiones

Ya hemos comentado en alguna ocasión que esta campaña está resultando un tanto extraña. Y no por el hecho de que los precios del vino y todos sus derivados hayan experimentado subidas en origen que en muchos casos superen el cuarenta por ciento, por otra parte algo esperado dado el escaso volumen de cosecha con el que a nivel europeo hemos contado. Y sí mucho más por las enormes dificultades que han encontrado las bodegas en trasladar una parte de esa subida en sus productos terminados. Ha sorprendido la fuerte resistencia que en algunos casos han mostrado la grandes superficies a aceptar subidas que fueran más allá del cuatro o cinco por ciento, o incluso la firmeza con la que han sostenido sus posturas bajo el argumento de que existen muchos vinos, bodegas e indicaciones de origen que están disponibles para ocupar el hueco que dejen aquellas bodegas que no acepten las condiciones.

Claro que más sorpresa ha causado el hecho de que lleguen a vender a pérdidas, tal y como denuncia la Asociación Española del Vinagre y que les ha llevado a presentar ante los organismos competentes las denuncias pertinentes que obliguen investigar lo sucedido y erradicar esta práctica.

Según la propia AEVIN con esta denuncia lo que se persigue no es que las empresas investigadas sean sancionadas con grandes multas, sino más bien erradicar una práctica que está obligando a pequeños comercios geográficamente cercanos a estos centros a adoptar medidas similares con sus precios ante la amenaza de restarles competitividad y clientela.

No obstante, lo que verdaderamente está acaparando la atención de los operadores estos días es la climatología. Con una bajadas más que ostensibles de las temperaturas y que en algunos casos se vaticinaban por debajo de los cero grados. Pues bien, hasta ahora, por lo que hemos podido averiguar sus efectos no han pasado de lo puntual, con pequeñas zonas afectadas que apenas tienen representatividad en el conjunto de la cosecha.

Conviene recordar que si bien el viñedo presentaba un retraso de unas dos semanas en su estado vegetativo, provocado precisamente por las bajas temperaturas y las constantes lluvias que hemos venido experimentando en la gran mayoría de España (excepción hecha de la costa levantina y murciana), en la última semana la recuperación de las temperaturas provocó la brotación generalizada y con ella la confirmación de las peores previsiones de algunos operadores que ante las excelentes previsiones de cosecha que se están manejando han decidido echarse atrás en sus compromisos de compra y anunciar su intención de no proceder a la retirada de la mercancía comprometida.

Pues aunque todavía es muy pronto para poder barajar una cifra de cosecha, todas las previsiones que se manejan van en la línea de una recuperación muy importante, con cifras que estarían muy, muy por encima de las necesidades de un sector al que por bien que le pudieran resultar las operaciones de exportación, la recuperación de las cosechas en los países de destino y el estancamiento del mercado interior le señalan como claramente excedentario.

Por otra parte, esta situación tampoco podemos decir que resulte sorprendente para nadie, aunque sí lamentable, ya que nos devuelve a años que creíamos superados en los que la falta de seriedad de los operadores provocaba rupturas de contratos que se consideraban firmes y devolvían al mercado volúmenes de cierta consideración que se daban por vendidos meses atrás, uniéndose a aquellas otras partidas que los productores más ambiciosos mantenían retenidas en espera de mayores incrementos; como si los que ya se habían producido no fueran suficientes para calmar sus pretensiones.

Avanza con fuerza el enoturismo en España

Así como en algunos temas las discrepancias son notables entre aquellos que deben unir sus recursos en sacar adelante la recuperación del consumo. En el asunto del enoturismo y la importancia que esta actividad tendrá en el aumento del consumo en nuestro país y en la mejora de nuestras bodegas de cara a disfrutar de unas mejores instalaciones y un nivel de profesionalidad, la coincidencia es absoluta.

Todas las bodegas o ya disponen de actividades enoturísticas, o bien están haciendo las inversiones necesarias para ponerlas en marcha en un plazo de pocos meses. Los consejos reguladores a través de las rutas del vino tampoco están escatimando esfuerzos en sacarlas adelante y ordenar un poco la oferta para facilitarle las cosas al (eno) turista y, consecuentemente, ser más eficaces. E incluso las administraciones, de todo nivel y sello político, reconocen en este tipo de turismo una gran oportunidad para llevar a cabo esa deslocalización geográfica del turista de sol y playa, venciendo la estacionalidad que lleva aparejada.

Más de tres millones doscientas mil personas, lo que representa un incremento de más de un dieciocho por ciento con respecto al año anterior, son cifras que en sí mismas demuestran el éxito de las Rutas del Vino, integradas por veintisiete en el pasado año. Cifras que, a diferencia de lo que sucede con las de exportación, que cuando nos referimos al valor debemos mostrarnos muy preocupados, reconociendo el gran trabajo que todavía nos queda por delante; en el enoturismo el impacto económico no solo ha crecido un 23,89% dejándolo en más de sesenta y siete millones de euros, sino que además ha representado que el gasto medio por visitante haya aumentado, en todas sus facetas: visita a bodega, museo y gasto en tienda.

Riqueza que no solo es exclusiva de las bodegas, sino que se hace extensiva a todos aquellos establecimientos turísticos de sus zonas de influencia como son establecimientos hoteleros, restaurantes, comercios o empresas de actividades. De hecho, de los 156,60 euros de gasto diario que efectúa un enoturista, el mayor porcentaje 26,78% se lo llevan bares y restaurantes, el 21,49% el alojamiento y solo el 19,83% la compra de vinos y 12,53% la visita a bodega. Los 30,33€ restantes se lo llevan comercios y otras partidas no cuantificadas.

Sin duda la sinergia y colaboración es una de las asignaturas que este sector tiene. Y esta actividad no solo está ayudando a dar una mayor y mejor visibilidad al mundo del vino y su cultura, sino también a demostrar que con objetivos claros es posible la colaboración y el desarrollo de todos, superando esa barrera que tradicionalmente ha representado el recelo hacia los éxitos de mi competencia.

Y aunque las diferencias resultan significativas entre las diferentes Rutas, tanto en el número de visitantes, como en los precios medios de las visitas y el gasto medio en compra de vino; es de destacar que estas podrían achacarse más a factores ligados a la localización geográfica (dispersión), servicios ofertados, posicionamiento de sus vinos, comunicaciones, atractivo de los municipios… todas muestran incrementos considerables, especialmente aquellas recién incorporadas.

También es de destacar la gran concentración existente entre los servicios prestados, entre los que tan solo tres de los dieciocho analizados concentran dos tercios de la oferta: bodegas (32,18%), alojamiento (20,10%) y restauración (16,46%). De lo que podríamos deducir que queda mucho por hacer y es mucho el potencial de crecimiento que se le vislumbra a una actividad que está llamada a jugar un papel muy importante en la recuperación de nuestro consumo y valoración de nuestros vinos.

Un gran embajador del vino

Estos últimos días, la noticia de que el jugador del Barça Andrés Iniesta ha decidido dejar el equipo que lo vio nacer y crecer como futbolista, para irse a China, ha ocupado las páginas de todos los periódicos. Los deportivos, por supuesto, pero incluso aquellos de información general o las revistas del corazón. Aquí y en todos los lugares del mundo. Y es que está claro que el balompié es un deporte de masas que entusiasma y mueve multitudes.

No sé si se notará que no soy muy aficionado a este deporte, por lo que ya pido disculpas por aquellas inexactitudes que pueda decir. Pero es evidente que esta noticia puede ser de gran relevancia para el sector vitivinícola español.

Y es que, por extraño que pueda parecer, el jugador manchego parece haber optado por pasar los últimos de años de su carrera futbolística en el país mandarín llevado por la gran oportunidad que ese mercado representa para sus vinos.

Aunque reconozco que no sé muy bien lo que esto puede llegar a suponer para el Barça o incluso la enorme legión de seguidores españoles que se ha ido ganando a lo largo de su carrera en toda España, especialmente con el gol que nos dio el único Mundial que tiene el país que presume de tener la liga más importante del mundo. Lo cierto es que estar activo, seguir en las primeras páginas de los diarios deportivos chinos por su notoriedad futbolística, ayudará mucho a incrementar la venta de sus vinos, los de la D.O.P. Manchuela a la que pertenece su bodega, y los de España por la extensión geográfica que le toca.

Sabemos, porque así lo recomiendan todos los expertos, que la mejor forma de recuperar el consumo de vino es desligándolo de los tradicionales y superados aspectos alimenticios y acercándolo al campo de las emociones y experiencias. Se han cansado de repetirnos que el mejor marketing debe ser el relacional y que la aparición de momentos de consumo relajados y hedonistas en series televisivas o películas de cine es casi la única oportunidad que tenemos, estos que nos dedicamos al sector vitivinícola, de acercarnos a los nuevos consumidores y romper esa barrera de entrada que impide una tasa de consumo más cercana a lo que sería lo normal. Al menos atendiendo a la que disfrutan aquellos otros países productores, o la que envidiablemente alcanzan los consumidores de países no productores.

Confiemos que se confirme esta noticia, y aunque lo siento mucho por los aficionados del Barça, sería una excelente noticia para todo el sector vitivinícola español.

España está que se sale

Lo cierto es que nunca una expresión ha venido tan al hilo como esta de que “estamos que nos salimos”. Pues tanto si la tomamos de manera literal, por lo que hace referencia a ir más allá de nuestro entorno, como por el concepto figurado de la frase que hace referencia al éxito incontestable. Los datos de nuestras exportaciones vino en 2017 son impresionantes.

Tanto el volumen en sí mismo, con un valor absoluto: 25.978.504 hl, como el hecho de que seamos el primer país del mundo en exportación; son excelentes noticias. Pero si además consideramos que esto es lo que está permitiendo que nuestros vinos encuentren una salida más allá de un mercado interno que no acaba de despegar y en el que los pocos datos de los que se disponen señala una ligerísima, tanto escueta como imperceptible, recuperación de un consumo nacional que apenas supera los veinte litros per cápita; podemos acercarnos más al verdadero valor que ello supone.

Si además tenemos presente que los datos del consumo interno proceden de una estimación realizada en base a la información del Balance Vitivinícola y que en esos diez millones de hectolitros estarían incluidos todos aquellos litros consumidos en nuestro país por los más de ochenta y cinco millones de personas que nos visitaron como turistas el pasado año. La relevancia de esos cerca de veintiséis millones de hectolitros exportados todavía es mayor.

Aunque mucho me temo que hasta aquí las buenas noticias. O al menos aquellas con las que poder sacar pecho. Porque si en lugar de atender a los datos de volumen nos centramos en los que hacen referencia al valor, y más concretamente al precio medio al que hemos acometido semejante hazaña de ser el país que más vino exporta, las cifras ponen en evidencia alguna debilidad que deberíamos enmendar, aunque fuera a costa de exportar menos.

Como decía anteriormente, exportar mucho está bien y es la forma que tienen nuestras bodegas de darle salida a una producción que no la encuentra en su ámbito geográfico más cercano: España. Pero hacerlo por un valor de 3.085,80 millones de euros nos sitúa en tercer lugar en la clasificación por valor y hace saltar todas las alarmas.

Ya si entramos en detalles y analizamos en volumen diferenciando aquello que es comercializado en el mercado único que es la Unión Europea o lo es Extra–UE, podemos comprobar como Italia y Francia nos pasan por delante con 7,376 Mhl, 6,848 Mhl y 6,414 Mhl respectivamente. Diferencias nimias si las comparamos con los 5.348 M€ de Francia, 2.958 M€ de Italia o los 1.205 M€ de nuestro país.

Y para aquellos a los que estos datos tampoco les digan mucho y piensen que no hay nada malo en que vendamos mucho dentro del Mercado Único les recomendaría que le echaran un vistazo a los precios medios, expresados en euros por litro y que en conjunto de la Unión Europea quedan en 2,86 para el total, 2,12 si nos referimos al Intra-UE y 4,54 si lo hacemos allende la UE.

En esta clasificación nuestro país ocupa el cuarto puesto, por la cola, con un precio medio de 1,19 €/l para el total de la exportación; el tercero, también por la cola, con 0,96 €/l para las operaciones Intra y el penúltimo para las Extra con un precio medio de 1,88 €/l.

Cifras para nada que no conozcamos ya a tenor de lo sucedido en campañas anteriores. Y ahí precisamente reside la mayor de nuestras preocupaciones y el motivo por el que en lugar de sacar pecho con tanta facilidad deberíamos ocuparnos un poco más de darle un giro a nuestras exportaciones. Al menos si lo que perseguimos es contar con un sector sostenible, que garantice la rentabilidad, fijación de la población y mantenimiento de los recursos naturales en un futuro a medio y largo plazo.

Hacer de la necesidad virtud

Haciendo gala de un gran sentido común, el sector vitivinícola europeo ha optado por hacer de la necesidad virtud y convertir una amenaza en una gran oportunidad para lograr un sistema armonizado de comunicación en la declaración nutricional y de ingredientes ajustada a sus peculiaridades y necesidades de sus empresas que evitase exigencias y obligaciones diferentes en cada Estado miembro o un mayor número de advertencias sobre la salud que las ya planteadas por algún país de la UE.

Aunque en estos momentos lo único que se ha hecho ha sido presentarle al comisario europeo de Salud Pública y Seguridad Alimentaria una propuesta de autorregulación para el etiquetado nutricional y lista de ingredientes de las bebidas alcohólicas, que afecta al Vino, cerveza, sidra, espirituosos y “vinos de frutas”. La cual será revisada por los servicios técnicos del Ejecutivo comunitario para decidir si la acepta totalmente o considera necesaria alguna modificación. Es un gran avance porque pone de manifiesto el gran esfuerzo realizado para la lograr un acuerdo colectivo que permitirá proteger el mercado único y proporcionar información a los ingredientes y valor nutricional al consumidor de una forma sencilla.

Para ello la propuesta recoge una simplificación en el listado de ingredientes del que quedarían excluidos los coadyuvantes, sustancias naturalmente presentes y azúcar añadido si está fermentado (caso de haber sido chaptalizado un vino). Y deberían indicarse junto a la materia prima (uva-mosto) los estabilizadores, conservantes, alérgenos y azúcar residual, así como el licor de expedición para el caso de los espumosos. Complementándola con una pormenorizada información accesible a través de un código que figure “off label” mediante un código QR en la propia etiqueta.

En cuanto a la declaración nutricional, esta se limitaría en la etiqueta a los valores energéticos expresados en valores medios calculados por el propio operador, valores tipo o categoría de producto.

Sin duda una autorregulación que supondrá un gran esfuerzo por parte de nuestras bodegas pero que puede ser una gran oportunidad de armonizar el mercado único.

¿Estamos haciendo algo mal?

Desde el primer momento en el que se confirmaron las peores previsiones sobre la cosecha, las bodegas españolas vieron en esta drástica reducción de producción una gran oportunidad para el aumento de los precios de los vinos que los acercaran un poco más a su valor, y una posibilidad de desarrollar los mercados nacionales e internacionales. Ambas aspiraciones, con el paso del tiempo, se han visto, en mayor o menor medida, frustradas.

De los mercados internacionales ya hemos hablado en ocasiones recientes, destacando el comportamiento tan desigual que han tenido graneles, en teoría un producto a ir sustituyendo por su escaso valor añadido y fidelización, con respecto a los envasados, que apenas han conseguido aumentar el volumen y cuyos precios han crecido proporcionalmente mucho menos. En cuanto al consumo en el mercado interno, las estadísticas y publicación de informes no han hecho sino confirmar la gran desorientación con la que trabaja el sector, carente de estadísticas fiables al respecto, lo que le obliga a trabajar con datos en muchas ocasiones contradictorios. Y aunque tomando como valor el que emana del Balance Vitivinícola y cuyo dato estimado parece el que más podría reflejar lo que verdaderamente está pasando con el consumo en el mercado interior, se sitúa en el entorno de los diez millones y medio de hectolitros, lo que reflejaría un ligero incremento con respecto a datos de años anteriores, así como un punto de inflexión claro sobre la tendencia bajista de años anteriores. Tanto la imposibilidad de contar con datos precisos sobre los diferentes canales de comercialización de esos vinos, como el precio al que son comercializados, nos deja en una situación bastante precaria de conocimiento de lo sucedido.

Y como si esto no fuera en sí mismo bastante preocupante, como para que sea urgente la búsqueda de alguna solución que nos permitiera disponer de estadísticas fiables y actuales sobre un dato tan importante para la evolución del mercado y la toma de decisiones como es el consumo interno; la cadena alemana Lidl, con una cuota de mercado del 7% del volumen de la gran distribución en España, se permite poner en negro sobre blanco que la importante reducción de cosecha que hemos tenido este año le impide ser más ambiciosa en sus planes de desarrollo que tienen por objetivo desbancar a Mercadona, Carrefour y DIA de los primeros puestos y pasan por el desarrollo del comercio online.

No es necesario volver a insistir sobre el fundamental papel que tiene la incorporación al mundo del vino de los jóvenes en el aumento del consumo interno. Como tampoco los nuevos medios de comunicación que se emplean y los nuevos canales de compra disponibles. También sabemos que los mensajes que les han de conducir a acercarse al mundo del vino distan mucho de los utilizados hasta ahora. Sus gustos, preferencias, aspiraciones y deseos a la hora de enfrentarse a la compra de una botella de vino son otras de las que motivaron a generaciones como la del Baby Boom o la Generación X.

Y, a pesar de todo ello, seguimos teniéndonos que enfrentar con la obviedad de no saber cuánto vino es comercializado por las bodegas españoles en este canal online o las propias ventas directas en sus bodegas. Disponiendo de datos desfasados en lo referente al canal de alimentación elaborados por el Mapama y sin rastro de cuál pueda ser el corresponde a un canal Horeca que, aunque superado, nos permitiese formarnos una idea más aproximada de la realidad.

Medir es fundamental en cualquier acción que pensemos desarrollar y uno de los principales objetivos marcados por la Interprofesional del sector en aras de un mejor conocimiento. No parece pues que deban existir muchas dudas sobre el apoyo que desde instituciones y organizaciones deba dársele a la OIVE, o a quien corresponda, en el desarrollo de esta información.

Un sector que busca la estabilidad

Ya en su momento, cuando hablamos de que la Comisión Europea había aprobado los Planes de Apoyo al Sector Vitivinícola (PASVE) de 2019 a 2023, remarcamos que solo para los dos primeros ejercicios 2019 y 2020 estaban garantizados los fondos, los otros tres se encontraban pendientes de lo que pudiera suceder con la nueva PAC y el nuevo Marco Financiero Plurianual (MFP) 2021-2027. Leer la respuesta que ha dado el Comisario de Agricultura y Desarrollo Rural, Phil Hogan, a las organizaciones y asociaciones vitivinícolas al respecto, reiterando que “es imposible conocer con qué dinero contará el sector a partir de 2021”, puede inquietarnos, pero nunca sorprendernos.

Especialmente cuando la Comisión que él preside tiene entre sus principales objetivos la política medioambiental y nuestro sector viene demostrando su compromiso con nuevos estándares para la sostenibilidad y transparencia para los consumidores.

Programas que encuentran en los planes de reestructuración y reconversión del viñedo su principal medida y que en nuestro país ha permitido una adaptación al mercado de más de un tercio de su superficie y sigue presentándose como una medida imprescindible para alcanzar esa profesionalización en el sector de cara a la valorización del producto y que pasa irremediablemente por una reconversión hacia la mayor estabilidad y productividad que sea posible en un cultivo agrícola como es la viña.

Y aunque en estos momentos, en los que las borrascas profundas: Emma, Félix, Gisele se han sucedido de manera casi continuada pudiendo hacernos pensar que el episodio de sequía que vivimos en nuestro país está superado, la ausencia de lluvia y la necesidad de dotar al viñedo del agua necesaria con la que asegurarnos una cierta estabilidad en la producción, es fundamental. Una buena prueba de ese esfuerzo con los recientes datos publicados por la Esyrce 2017, según la cual el número de hectáreas de viñedo de transformación en regadío era de 368.100, habiendo aumentado un 3,53%, alcanzando casi el cuarenta por ciento del total de la superficie de viñedo, siendo, junto con el olivar el cultivo leñoso en el que más se ha implantado el riego localizado.

La primera impresión es la que cuenta

Con todos los años que llevo dedicándome en cuerpo y alma a esta tarea de comunicar lo que sucede en el sector vitivinícola, intentando aportar mi pequeño granito de arena para que las cosas funcionen mejor, no dejo de sorprenderme.

Hablar de comunicación y de cómo han cambiado las formas de hacerla efectiva nos podría llevar a cuestiones extremadamente profundas, para las que no estoy cualificado. Pero, al menos, permítanme la licencia de hacerles una sencilla observación sobre la dirección de los flujos entre emisor y receptor del mensaje. Cuestión que, dicho sea de paso, es aprovechada por algunos para sobreponderar el peso que deben tener los medios online frente los offline o tradicionales; obviando algunas otras cuestiones de tan escasa importancia como pudiera ser la calidad de la propia información o la veracidad de la misma.

Pero no es sobre eso sobre lo que quería llamar su atención, y sí más de lo importante que resulta disponer de una información actualizada, veraz y contrastada. Y más que de eso (que ya lo he denunciado en alguna ocasión), de lo necesario que se hace para mejorar la competitividad de un sector como el del vino, que se lamenta del escaso precio de sus productos y la gran diferencia hasta su valor real.

La posibilidad que nos ofrecen los medios digitales, en los que deberíamos incluir a las redes sociales (no en vano se están convirtiendo en un serio problema para una generación de jóvenes que están perdiendo humanidad en sus relaciones al ser reemplazadas por terminales electrónicos), es la capacidad de escuchar lo que los destinatarios de nuestros mensajes nos quieren decir, y poder dejar, de una vez por todas en este sector tan dado a caer en esa tentación, de repetirnos una y otra vez lo que todos sabemos, pero que apenas importa más allá del reducido círculo profesional vitivinícola.

Problemas tenemos todos, y no deseamos cargar con más penas ajenas que las estrictamente necesarias. Completamente todo lo contrario de lo que sucede con las buenas noticias. De las que también tenemos todos, pero nos alegramos de que nuestros amigos compartan las suyas con nosotros. Y eso es algo que no hemos sabido hacer nunca, y que ahora, con las nuevas formas de comunicarnos que tenemos somos capaces de cuantificar y medir.

A la gente, a esa persona que pasea, come y bebe como cualquiera de nosotros, le interesa el vino. Quiere saber de vinos, quiere poder hablar y presumir con sus amigos y familiares. Fijaros cuantas cosas en una sola frase que definen al vino: cultura, social, placentero, sencillo, cercano, atractivo… y en cambio la gran mayoría de las veces que sale una noticia en un medio de comunicación lo es para referirse a tediosas estadísticas, o noticias sobre los problemas a los que deben hacer frente sus empresas; por no hablar de cifras que además provocan confusión y generan una alarma que va mucho más allá de la realidad.

Medios como este, especializado y profesional, son los que debieran tratar de las amenazas que acechan al sector, analizarlas y ser portavoz para su posible solución colectiva. Pero de ahí para fuera, ni una sola frase. Y cuando, por el interés de la noticia pueda el tema ser tratado por medios generalistas, en los que los profesionales cualificados para abordar estas noticias han ido reduciéndose en aras de mejorar una serie de ratios de productividad, competitividad, o rentabilidad,… que nada tienen que ver con la calidad de la información publicada; es obligación de quienes las generan ser extremadamente cuidadosos y prudentes. Decía Oscar Wilde: “Nunca hay una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión”. Cuidémosla porque la primera impresión es la que cuenta.