Aunque con un grado de actividad muy diferente, las vendimias en el Hemisferio Norte son una realidad y sus estimaciones de producción, bastante diferentes unas de otras. Si bien, prácticamente podríamos decir que es España el único de los grandes elaboradores mundiales que tiene asegurada una producción muy por encima de la del pasado año.
Y es que, si bien la climatología ha presentado episodios de lluvias torrenciales en todos los países, focos de enfermedades criptogámicas, pedriscos y heladas. Accidentes meteorológicos que el Cambio Climático parece haber incorporado a nuestra realidad cotidiana. Quizá fuera nuestro el país que partía de una peor situación, con una cosecha 2023 que bien podríamos calificar de catastrófica.
Si bien a nivel mundial la producción de 237 millones de hectolitros fue la más corta desde 1961. En nuestro caso nos tenemos que remontar hasta 1995 para encontrar una cosecha más escasa que los 32’4 millones de hectolitros que se declararon.
Importante matiz si queremos entender cómo es posible que, en un año en el que Agroseguro estima que la mitad de la superficie asegurada ha presentado algún parte de siniestro, estemos barajando incrementos de producción cercanos al veinte por ciento. Máxime cuando nuestros vecinos portugueses estiman que perderán en el entorno de un ocho por ciento y los franceses sobre el catorce. De los italianos sabemos que tienen importantes problemas, pero no disponemos de estimación todavía.
A fecha de 31 de julio, la superficie de este cultivo leñoso afectada por diversas adversidades meteorológicas, representaba un 11,35% de toda la superficie agrícola siniestrada con seguro agrario (1.245.503 ha), así como un 15,23% de toda la superficie plantada de viñedo de vinificación al final de la campaña 2022/23 (928.000 ha). La superficie de viñedo con siniestros declarados por los riesgos acaecidos en los siete primeros meses de 2024 alcanzó las 141.354 hectáreas aseguradas, con unas indemnizaciones previstas hasta el 31 de dicho mes de 92,55 millones de euros.
Situación que podría ayudarnos a entender cómo mientras el año pasado, con previsiones de una cosecha muy corta, los precios de las uvas apenas conseguían mantenerse; en esta campaña, con previsiones al alza, con los que se conocen hasta ahora, la generalidad está por encima, aunque sea tímidamente.
Y es que, cada vez resulta más evidente, el sector vitivinícola dejó de tener un problema de oferta y concentra sus retos en un consumo a la baja amenazado por políticas antialcohol, cambios demográficos y evolución de las preferencias del consumidor.
Y para muestra, un botón. El consumo en nuestro país se encuentra estancado desde noviembre de 2022. Más allá de las dinámicas lógicas de mercado, las cifras de consumo aparente calculadas con los datos del Infovi, sitúan el consumo de vino en el entorno de los 9,6 a los 9,8 millones de hectolitros.
En los 12 meses transcurridos entre julio de 2023 y junio de 2024, el dato mensual ha tenido signo positivo sólo en seis de ellos (julio, septiembre, noviembre, enero, febrero y abril).
Por colores el tinto/rosado registra una caída del 1,7%, hasta los 5,55 Mhl aparentes, frente a los blancos crecen un 4% y su cifra de consumo supera ya los 4,24 millones de hectolitros.