Ser el país de la Unión Europea con el mayor índice de paro entre los jóvenes no nos exime de los graves problemas a los que, desde el sector vitivinícola, nos enfrentamos de falta de mano de obra. Una de las cuestiones que mejor define la falta de relevo generacional en sus dos vertientes. La de no encontrar trabajadores dispuestos a desempeñar los trabajos que realizaban sus padres o abuelos en el campo. Y aquella otra que desanima a los propietarios de viñedos a continuar con la labor agraria y empresarial de sus antepasados.
Jóvenes que buscan trabajos menos exigentes físicamente a como pueda ser la poda o la vendimia, menor temporalidad, horarios más flexibles y, por qué no decirlo, mayor retribución. Con la gran dificultad que representa la despoblación de nuestros pueblos y que limita considerablemente la oferta de gente susceptible de trabajar en el campo.
Situación que se vuelve más acuciante en momentos como en el que nos encontramos, con una vendimia en las puertas y un volumen que, aunque no marcará un récord histórico, requerirá de un importante número de cuadrillas, que cada año resulta más complicado encontrar.
Todo para un sector en el que el consumo nacional va creciendo muy lentamente desde octubre del año pasado en el que los 9’534 Mhl consumidos parecen haberse convertido en el suelo de nuestro consumo interno. Ya que, desde entonces, mantenemos un crecimiento constante que nos ha llevado a situarnos, según los propios datos sobre el consumo aparente del Infovi del mes de mayo, en 9’829 Mhl. Lo que, considerado lo perdido desde que se declarara la pandemia en marzo del 2020, con cifra récord de 11’088 en febrero de ese mismo año, podría parecer muy poco para una producción que este año bien podría superar, con cierta consistencia, la barrera de los cuarenta millones. Y que, aún así nos situaría muy lejos de los cuarenta y seis y medio de la campaña 2020/21, los 50’335 de la 18/19 o la récord de 13/14 en la que se elaboraron 53’55 millones de hectolitros. Cifras que, si bien en estos momentos resulta totalmente inimaginables alcanzar, sí nos ofrecen una idea bastante precisa de cuál es nuestro potencial de producción y las graves consecuencias que una recuperación de la producción hacia volúmenes más “normales” podría tener sobre un mercado paralizado.