Los últimos datos publicados por el Ministerio de Agricultura a través del avance de la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos (Esyrce) 202 no hacen sino confirmar lo que todos intuimos. Y es que la superficie de viñedo de uva de transformación en nuestro país va a la baja y, en aquellas regiones en las que es posible contar con pozos, el secano cede terreno a favor del regadío.
Dos conclusiones en las que detrás se encuentra una mayor profesionalización del sector vitícola, que busca un mayor grado de estabilización en su producción. Pero, también, unas consecuencias del cambio climático, con cada vez más evidentes los efectos de una severa sequía. Así como unas perspectivas sectoriales que confirman un futuro mucho más encaminado a mejorar lo que producimos, aumentando rendimientos que proporcionen la rentabilidad mínima que exige cualquier actividad profesional y a reconvertirse hacia varietales con mayor valor; dejando a un lado aquella viticultura (del siglo pasado) basada en la producción por la producción, que tenía como único objetivo aumentar la cantidad vía incremento de rendimientos.
Dentro de las Comunidades Autónomas, vuelve a llamar la atención Castilla y León, que no sólo se sitúa como la que más ha gastado en promoción, solo superada por el País Vasco, sino que sus 70’05 €/ha que ha invertido en la reestructuración de su viñedo parece haberlo hecho en incidir sobre su patrimonio varietal y aumentar su regadío. Mostrándose como una de las zonas más atractivas para invertir en viticultura de nuestra geografía. Como así lo demuestra el hecho de que sea la región donde más ha aumentado la superficie en los últimos ocho años (12.261 ha) y cuya tendencia se sostenga con un aumento en el último año de 1.606 ha.
En el lado contrario, compuesto por aquellas CC.AA. en las que más hectáreas de viñedo de uva de transformación hemos perdido, hasta situarnos en las 928.517 que señala la Esyrce, encontraríamos a Castilla-La Mancha con 24.650 hectáreas menos en este histórico de ocho años y que confirma esta tendencia bajista en el 2022 perdiendo 4.409 ha. Aunque, especialmente preocupante resultan los casos de la Región de Murcia, la Comunidad de Madrid y Andalucía; que han perdido el 24’36%, 18’76% y 11’36% de su viñedo respectivamente en estos años y en las que la evolución del último año no permite hacer pensar que se haya puesto freno a esta sangría.
Probablemente, razones muy diferentes sean las que justifiquen esta pérdida de superficie entre lo sucedido en Madrid, donde la presión inmobiliaria podría ser el motivo que se esconde detrás; o la de Murcia y Andalucía donde parece explicarse más por una cuestión de recursos hídricos.
Como también se evidencian, con gran contundencia, las disponibilidades hídricas de cada una de nuestras Comunidades, con enormes diferencias entre el 83’08% de regadío que tiene Baleares o el 59’81% de Navarra, incluso el 52’10% de Castilla-La Mancha. Frente el apenas 6’11% de Galicia, por cuestiones evidentes de su régimen de lluvias o el paupérrimo 6’16% de Andalucía o 16’54% de Cataluña por mencionar dos de las regiones donde sus reservas hídricas presentan niveles más preocupantes y anuncian restricciones al consumo y la agricultura.