Los profundos cambios sociales nos llevan a cuestionarnos el relevo generacional. Los climatológicos, la idoneidad de seguir cultivando donde hasta ahora se ha hecho. Los económicos, a encontrar un reparto justo de la riqueza que asegure la rentabilidad de los todos los que conforman la cadena de valor. Los nutricionales, a considerar seriamente el peso que debe jugar el alcohol. Los políticos se han visto afectados en los acuerdos de libre comercio o en la capacidad de alcanzar ese equilibrio entre lo que debe ser una medida que ayude en su labor medioambiental, social y económica de una zona; y lo que sería una ayuda directa que distorsionase la libre competencia. Y así podríamos seguir un buen rato.
Pero, lo bien cierto es que hace poco más de una semana, el sector, en general, pero me voy a referir al español particularmente, estaba pidiendo una destilación porque la demanda estaba ahogando el mercado. Y ahora nos estamos cuestionando lo que sucederá con la cosecha y su producción.
Los meteorólogos nos anuncian para esta semana un episodio de calor extremo que nos llevará a temperaturas propias de la primera semana del mes de julio, en una situación de sequía extrema en la que tan solo dos (Tajo, 107 y Norte y Noroeste, 101) de las doce cuencas hidrográficas en la que se distribuye la península presentan una precipitación acumulada desde el 1º de septiembre superior a la media 1991-2020. Otras dos, Duero (97) y Vertiente atlántica (90) superan la media peninsular (82) y las ocho restantes sufren una situación muy preocupante, especialmente, Segura (45), Sur (46) y Pirineo Oriental (48).
Y, como imagino que se estarán preguntando cuánta de la producción vitivinícola que obtenemos en España puede verse afectada por este episodio extremo de sequía al estar cultivada en secano; les contaré que, a 31 de diciembre de 2022, España, según datos de Superficies y Producciones del Ministerio de Agricultura, contaba con 849.559 hectáreas de viñedo en producción para vinificación, de las que el 69’2% (587.633) estaban cultivadas en secano y 261.926 (30’8%) en regadío. ¿Hasta dónde está garantizada la producción de las hectáreas en regadío y cuál puede ser la producción que acaben obteniendo nuestros viticultores de las de secano? Los hay que opinan que los 33-35 millones de hectolitros estarían garantizados y el resto, hasta los 48-50 Mhl, dependería del cielo y la ausencia de enfermedades. Pero eso se lo dejo a cada uno de ustedes.
Llamo la atención, eso sí, sobre el hecho de que, según esos mismos datos de superficie publicados por el MAPA, nuestra superficie de uva de vinificación se ha visto reducida al haberse arrancado 18.201 y plantado 10.752 hectáreas en 2022. ¿Esto es un indicador del momento que vive el sector y sus perspectivas de futuro? También lo dejo en el aire.