Si ya octubre hacía prever que la vendimia no iba a resultar tan catastrófica, a nivel nacional, como en un principio se estimó. Los resultados avanzados por el Ministerio de Agricultura y ratificados por el Infovi de noviembre, no dejan de resultar sorprendentes.
La paciencia de muchos viticultores y la sucesión de unas convenientes precipitaciones que, caídas en la última quincena de septiembre, permitieron dar un fuerte engorde a un fruto que se encontraba constreñido por las altas y continuas olas de calor que había tenido que soportar durante toda su etapa de maduración; hacían mejorar la estimación de cosecha. Aunque, revisarla al alza en algo más de un diez por ciento sobre las primeras estimaciones, no deja de asombrarnos.
No solo por su cuantía, que lo es y dice muy poco de todos (incluidos nosotros) los que nos atrevimos a realizar alguna estimación. Sino también por la forma en la que están siendo publicados.
Si con el sistema de información del sector Infovi, solucionamos un importante problema de falta de datos actualizados que arrastraba el sector vitivinícola español. En esta ocasión, cuando puede que sea la más importante del año, pues en ella se recoge de manera muy aproximada la cosecha, los datos no han sido publicados hasta el día 11 de enero. Cuando ya a finales de diciembre el Ministerio “informaba” al sector vitivinícola sobre la evolución de las “grandes cifras” de producción de vino y mosto y existencias.
A falta de conocer lo que dicen las declaraciones de producción, cuyo plazo de presentación concluyó el 15 de diciembre; los datos publicados por el Infovi cifran la cosecha en 40,47 millones de hectolitros, de los que 35,703 corresponderían a vino y 4,767 a mosto. Esto supone una ligera variación con las cifras informadas por el MAPA que cifraban la cosecha en 40,1 millones de hectolitros, de los que 36,4 Mhl corresponderían a vino y 3,7 a mosto.
Esta producción y las existencias con las que iniciamos la campaña y que fueron de 37,782 Mhl (36,349 de vino y 1,432 de mosto), arrojan una oferta disponible de vino para la campaña 2022/23 de 72,052 Mhl de vino y 6,199 de mosto.
¿Cifras suficientemente altas como para justificar la paralización que vive el mercado y la nominalidad de sus cotizaciones? Pues, en mi opinión, no.
Ni la cosecha es tan elevada como para hacernos pensar en una producción excedentaria, ya que estaríamos por debajo de una cosecha media de los últimos 5 años en vino, cifrada en 37,5 Mhl de vino y ligeramente por encima de los 4,3 de mosto (41,8 Mhl). Ni las existencias iniciales son tan alarmantes, pues si bien estas sí están por encima de los 34,1, hablando solo de vino, la cifra de oferta disponible (72,052) se sitúa cuatrocientos mil hectolitros por encima de la media, pero por debajo de los 72,8 Mhl de la pasada y muy inferior a los 75,5 con la que iniciamos la 20/21.
Aun así, la realidad es que el interés por operar es mucho más escaso que en años anteriores, lo que resulta especialmente preocupante en los vinos tintos y que la situación es bastante parecida en los países de nuestro entorno y que, a la vez, son nuestros clientes más importantes, como demuestran los últimos datos de exportación, con caídas en el volumen del 12,4% en los diez primeros meses del año para el total de productos vitivinícolas y del 10,3% en vino.