Como todos los años, por estas fechas nos deseamos los mejores parabienes, mucha salud, trabajo, algo de dinero y amor, mucho amor. Que así sea.
Dicho esto, algo habrá que poner de nuestra parte, no vayamos a pretender que todo nos venga caído del cielo. Y, aunque no es el sector vitivinícola el que peor horizonte presenta, a tenor de las previsiones de los máximos organismos internacionales, que nos pronostican un año 2023 horribilis en el terreno económico, algunos retos de cierto calado sí tenemos por delante.
El primero, muy posiblemente, sea acabar con la paralización comercial que se vive en el mercado, especialmente importante en el terreno de los vinos a granel y que está afectando en mayor medida a los vinos tintos. Un letargo que se remonta a desde antes de iniciarse la campaña y del que todavía hoy, cinco meses después, no hemos conseguimos sobreponernos. Y es que detrás de esta lentitud con la que se van sucediendo las transacciones comerciales se encuentra el temor de las bodegas a acaparar producción en un entorno en el que los precios no recomiendan almacenar producto acabado ante el elevado coste de todas las materias auxiliares y los continuos anuncios de las administraciones, (hasta las más reacias a lanzar este tipo de mensajes) avisándonos de que se aproximan meses complicados.
Y, mientras esto sucede y la temida recesión se demora trimestre a trimestre ante la fortaleza de un consumidor que tira de los ahorros para hacer frente a la subida descontrolada de los precios, nuestro mercado exterior alcanza máximos históricos de facturación superando los 2.865’2 millones de euros para el total de productos vitivinícolas en datos de los diez primeros meses de 2022 y de 2.483’2 M€ si nos referimos solo al valor del vino exportado.
Y lo que es todavía mejor noticia: que todas las categorías de productos, desde los de más bajo precio, como son los graneles sin D.O.P./I.G.P., hasta los envasados con D.O.P.; aumentan de manera considerable sus precios medios, el 32’0% y 15’7% respectivamente con respecto a los del año anterior.
Así es que vamos a recibir el año nuevo con ese halo de esperanza, vamos a confiar en que, cuando se reactive la actividad comercial, no lo sea a costa de sus precios medios y vamos a desearnos un feliz 2023.