Reformas y datos de exportación que toman el pulso

Consecuencia de la reforma de la PAC, el pasado Consejo de Ministros del 24 de enero, modificaba el Real Decreto 1338/2018 por el que regula el potencial de producción vitícola. En él se concreta el criterio de prioridad para las explotaciones vitícolas, indica los requisitos que se van a solicitar para comprobar su cumplimiento y los ajusta para tenerlos en cuenta solo en la superficie de viñedo y no en el total de la explotación.

Al criterio de prioridad de las nuevas plantaciones medianas, se añade una excepcionalidad para el establecimiento de colecciones de variedades de vid, se autoriza la transferencia de las autorizaciones para el caso de disolución de una explotación compartida y se actualiza la lista de variedades de uva de vinificación autorizadas. Aplicándose con efecto retroactivo a las solicitudes presentadas desde el 15 de enero de este año.

Otra de las consecuencias, esta mucho peor, recibida por los viticultores de la nueva PAC es la intención de la Comisión Europea de proponer un objetivo de reducción, que podría llegar al 60%, en el uso de fitosanitarios.

Desde el sector productor, encabezado por las cooperativas vitivinícolas de los tres principales países elaboradores europeos (Francia, Italia y España) no han tardado en reaccionar y han solicitado al Parlamento Europeo que, antes de tomar ninguna decisión al respecto, evalúe las consecuencias que ello podría tener sobre el sector y su competitividad ante la falta de alternativas claras.

Si importante es hablar de sostenibilidad medioambiental, no se pueden olvidar las otras dos grandes patas sobre las que se sustenta, que son la económica y social. No vaya a ser que, en un futuro no muy lejano, se encuentren con que no son necesarias medidas de reducción al haber obligado al abandono de la producción, la despoblación de las comarcas rurales, el empobrecimiento de los pueblos y el deterioro medioambiental.

En un entorno en el que algunos productores amenazan con el abandono de viñedos en zonas emblemáticas de Francia, o solicitan la aplicación de medidas excepcionales de mercado que ayuden a sostener los precios gracias a la retirada de una parte de la producción, bien vía destilación para esta campaña o incluso yendo un paso más allá, de cara a la siguiente con la puesta en marcha de la vendimia en verde. Donde los precios percibidos por los viticultores están siendo ruinosos, inferiores incluso a los propios costes de producción en algunos casos, según denuncian algunas organizaciones agrarias… Este anuncio de la Comisión ha sido percibido como un jarro de agua fría que, no por previsible, deja de resultar inconveniente y puede suponer la puntilla para algunos viticultores.

En noviembre 2022 ha caído la facturación de la exportación un 1’8% con respecto al mismo mes del año anterior, rompiendo una racha positiva de 20 meses en la que solo marzo 22 presentó datos negativos. Manteniéndose la tendencia descendente en el volumen se situaba en el 2’1% en el dato mensual. En tasa interanual (TAM) esta caída del volumen se acentúa y llega al -9’6%, aunque el valor sigue en positivo (+3’1%) y se queda en 2.977’8 M€ solo en vino.

Los vinos tranquilos con I.G.P. a granel son los que más pierden en noviembre (-62’8%) y los tranquilos con D.O.P. envasados ceden un -21’0% de su volumen. Destacando la caída del -35’7% de los mostos en un mes especialmente importante para este producto.

 

Irlanda incluye un etiquetado para el vino similar al del tabaco

Ni es nuevo, ni será la última vez que debamos abordar un tema tan importante para el futuro de nuestro sector, como el referido a su etiquetado y las posibles advertencias sanitarias a incluir sobre la relación entre el consumo de alcohol y la aparición de cánceres.

Nuestros lectores saben, y están al corriente, que se trata de una batalla que, lleva librando el sector en la Unión Europea desde hace muchos años, representando una gravísima amenaza y por la que hemos vivido momentos muy delicados en los que tomaba fuerte protagonismo la idea de acabar teniendo que etiquetar con avisos similares a los del tabaco.

Sabemos que hay grupos políticos en Europa y España que están empecinados en centrarse en el contenido alcohólico del vino, olvidándose de todo lo que representa un consumo moderado y asociado a la Dieta Mediterránea. Considerando cualquier tipo de alcohol y graduación, sin la más elemental diferenciación.

La amenaza sigue siendo muy importante y la autorización conseguida por Irlanda para incluir advertencias sanitarias en el etiquetado de los vinos, similares a las del tabaco, en las que se relacionen consumo de vino y riesgos de aparición de cánceres genera un peligroso antecedente.

Sabemos que Europa no se caracteriza, precisamente, por comportarse como un solo Estado, las importantes diferencias existentes entre los Estados Miembros en algunas cuestiones, como ahora podría ser esta, pone en peligro la legislación armonizada del Mercado Único y abre la posibilidad de que esta postura acabase imitándose por otros Estados Miembros.

Italia ya ha reaccionado y pedirá a la Comisión Europea (CE) que intervenga, Francia se mantiene callada de momento y España… En España habrá que ver qué parte del Gobierno acaba imponiéndose, pues, como es bien conocido, mientras la postura defendida por el ministro de Agricultura, Luis Planas, es defender la concepción como alimento del Vino y la necesidad de preservar la diferenciación entre el consumo abusivo y el moderado y el origen de cada uno de los alcoholes; la otra ala, encabezada por el ministro de Consumo, Alberto Garzón, es ir contra el vino y cualquiera que sea su consumo.

Es mucho lo que nos jugamos y aprovechar este calendario prelectoral que nos ha de acompañar a lo largo de todo este año podría ser una oportunidad de la que, Dios quiera, no nos tengamos que arrepentir de no haberla dejado pasar.

Una producción “provisional” de cuarenta millones

Si ya octubre hacía prever que la vendimia no iba a resultar tan catastrófica, a nivel nacional, como en un principio se estimó. Los resultados avanzados por el Ministerio de Agricultura y ratificados por el Infovi de noviembre, no dejan de resultar sorprendentes.

La paciencia de muchos viticultores y la sucesión de unas convenientes precipitaciones que, caídas en la última quincena de septiembre, permitieron dar un fuerte engorde a un fruto que se encontraba constreñido por las altas y continuas olas de calor que había tenido que soportar durante toda su etapa de maduración; hacían mejorar la estimación de cosecha. Aunque, revisarla al alza en algo más de un diez por ciento sobre las primeras estimaciones, no deja de asombrarnos.

No solo por su cuantía, que lo es y dice muy poco de todos (incluidos nosotros) los que nos atrevimos a realizar alguna estimación. Sino también por la forma en la que están siendo publicados.

Si con el sistema de información del sector Infovi, solucionamos un importante problema de falta de datos actualizados que arrastraba el sector vitivinícola español. En esta ocasión, cuando puede que sea la más importante del año, pues en ella se recoge de manera muy aproximada la cosecha, los datos no han sido publicados hasta el día 11 de enero. Cuando ya a finales de diciembre el Ministerio “informaba” al sector vitivinícola sobre la evolución de las “grandes cifras” de producción de vino y mosto y existencias.

A falta de conocer lo que dicen las declaraciones de producción, cuyo plazo de presentación concluyó el 15 de diciembre; los datos publicados por el Infovi cifran la cosecha en 40,47 millones de hectolitros, de los que 35,703 corresponderían a vino y 4,767 a mosto. Esto supone una ligera variación con las cifras informadas por el MAPA que cifraban la cosecha en 40,1 millones de hectolitros, de los que 36,4 Mhl corresponderían a vino y 3,7 a mosto.

Esta producción y las existencias con las que iniciamos la campaña y que fueron de 37,782 Mhl (36,349 de vino y 1,432 de mosto), arrojan una oferta disponible de vino para la campaña 2022/23 de 72,052 Mhl de vino y 6,199 de mosto.

¿Cifras suficientemente altas como para justificar la paralización que vive el mercado y la nominalidad de sus cotizaciones? Pues, en mi opinión, no.

Ni la cosecha es tan elevada como para hacernos pensar en una producción excedentaria, ya que estaríamos por debajo de una cosecha media de los últimos 5 años en vino, cifrada en 37,5 Mhl de vino y ligeramente por encima de los 4,3 de mosto (41,8 Mhl). Ni las existencias iniciales son tan alarmantes, pues si bien estas sí están por encima de los 34,1, hablando solo de vino, la cifra de oferta disponible (72,052) se sitúa cuatrocientos mil hectolitros por encima de la media, pero por debajo de los 72,8 Mhl de la pasada y muy inferior a los 75,5 con la que iniciamos la 20/21.

Aun así, la realidad es que el interés por operar es mucho más escaso que en años anteriores, lo que resulta especialmente preocupante en los vinos tintos y que la situación es bastante parecida en los países de nuestro entorno y que, a la vez, son nuestros clientes más importantes, como demuestran los últimos datos de exportación, con caídas en el volumen del 12,4% en los diez primeros meses del año para el total de productos vitivinícolas y del 10,3% en vino.

Por un 2023 de recuperación

Como todos los años, por estas fechas nos deseamos los mejores parabienes, mucha salud, trabajo, algo de dinero y amor, mucho amor. Que así sea.

Dicho esto, algo habrá que poner de nuestra parte, no vayamos a pretender que todo nos venga caído del cielo. Y, aunque no es el sector vitivinícola el que peor horizonte presenta, a tenor de las previsiones de los máximos organismos internacionales, que nos pronostican un año 2023 horribilis en el terreno económico, algunos retos de cierto calado sí tenemos por delante.

El primero, muy posiblemente, sea acabar con la paralización comercial que se vive en el mercado, especialmente importante en el terreno de los vinos a granel y que está afectando en mayor medida a los vinos tintos. Un letargo que se remonta a desde antes de iniciarse la campaña y del que todavía hoy, cinco meses después, no hemos conseguimos sobreponernos. Y es que detrás de esta lentitud con la que se van sucediendo las transacciones comerciales se encuentra el temor de las bodegas a acaparar producción en un entorno en el que los precios no recomiendan almacenar producto acabado ante el elevado coste de todas las materias auxiliares y los continuos anuncios de las administraciones, (hasta las más reacias a lanzar este tipo de mensajes) avisándonos de que se aproximan meses complicados.

Y, mientras esto sucede y la temida recesión se demora trimestre a trimestre ante la fortaleza de un consumidor que tira de los ahorros para hacer frente a la subida descontrolada de los precios, nuestro mercado exterior alcanza máximos históricos de facturación superando los 2.865’2 millones de euros para el total de productos vitivinícolas en datos de los diez primeros meses de 2022 y de 2.483’2 M€ si nos referimos solo al valor del vino exportado.

Y lo que es todavía mejor noticia: que todas las categorías de productos, desde los de más bajo precio, como son los graneles sin D.O.P./I.G.P., hasta los envasados con D.O.P.; aumentan de manera considerable sus precios medios, el 32’0% y 15’7% respectivamente con respecto a los del año anterior.

Así es que vamos a recibir el año nuevo con ese halo de esperanza, vamos a confiar en que, cuando se reactive la actividad comercial, no lo sea a costa de sus precios medios y vamos a desearnos un feliz 2023.