Vivimos tiempos convulsos. No es solo que estemos viviendo una guerra a las puertas de la misma Unión Europea. Que una crisis sanitaria, nunca antes conocida, paralizase la economía mundial y su recuperación esté siendo mucho más complicada de lo que hubiésemos podido imaginar, hasta el punto de que la segunda economía más importante del mundo, China, todavía no esté a pleno rendimiento como consecuencia de su política de “Covid cero”, con el consiguiente perjuicio por la multitud de problemas de suministro que ello nos está ocasionando en muchos componentes y productos que desde Europa habíamos deslocalizado.
Los precios han crecido hasta niveles nunca antes vistos y las políticas monetarias impuestas por los bancos centrales de fuertes incrementos de los tipos, hasta el momento, solo están encareciendo la financiación y ahogando aún más a las empresas, que deben hacer frente a dos graves problemas: la imposibilidad de repercutir los incrementos de sus costes en sus precios y la falta de financiación con las que afrontarlos.
Bajo la premisa de una política económica decidida a disminuir el consumo, sea cual sea el precio que haya que pagar por ello. Un encarecimiento descontrolado de los costes energéticos y de producción en un mercado con un fuerte cuello de botella en la distribución, que impone un criterio de solidaridad con los clientes en una política de contención de precios a costa de trasladarlos a los proveedores; las bodegas ven cada día más complicado el momento de poder elevar los precios de unos productos cuya tasa bruta de explotación en el 2020, según el INE en su Estadística Estructural de Empresa, fue del 12’2%.
Explicaría que el incremento del 5’1% que ha experimentado el valor de nuestras exportaciones en tasa interanual octubre 2021-septiembre 2022, alcanzando los 3.422 millones de euros no haya dejado satisfecho a nadie. Elevar el precio unitario a 1’21 €/litro está genial y es por lo que todo el sector lleva trabajando desde hace muchos años: “valorizar” el producto. Hacerlo porque hemos vendido un 8’7% menos hasta bajar a los 28’3 millones de hectolitros, algo no deseado por nadie.
Llegan las fechas más importantes de consumo, el momento en el que se decide una parte muy importante del presupuesto anual y, ni las cifras de consumo interno del Infovi de septiembre, ni las de exportación ahora del mismo mes, dan para muchas alegrías. Especialmente cuando, con el mes de noviembre finalizado, la mayoría de las bodegas dan por asumida la caída en la facturación y volumen para este ejercicio.