Las vendimias, más concretamente su producción, siguen acaparando la atención del sector. No ya tanto por lo que de novedad pudieran suponer, ya que las estimaciones que se manejan por todos los colectivos resultan bastante similares y en ningún caso suponen unos escenarios muy diferentes; como por la escasa actividad comercial que están generando.
Si la Unión Europea cifraba la producción de vino (excluido el mosto) en 157’187 millones de hectolitros, el lunes la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), daba a conocer su estimación y la situaba, a nivel mundial, en 259’9 Mhl. Cifras que apenas difieren poco menos de un par de millones sobre las del año pasado y que se sitúan en la más valiosa de las cualidades que cualquier mercado desea: la estabilidad.
Sorprendente para las alturas de campaña en las que nos encontramos y preocupante, porque los italianos, que hasta ahora eran los que “movían” el mercado con sus operaciones, en esta campaña se han dedicado a acudir al mercado con sus producciones, dejando fuera a nuestras bodegas y cooperativas.
Sin duda, una situación que deberá corregirse dada la competitividad de nuestras producciones, palmaria en los datos que ofrecen las cifras de comercio exterior correspondientes al mes de agosto y cuyos datos anuales (enero-agosto) ponen de manifiesto un buen aumento del valor +5’8% en productos vitivinícolas y del 4’9% si nos referimos solo a vino, pero que se ve fuertemente contrarrestado por un volumen que muestra una clara pérdida de consumo.
Un 10’8% de disminución en el volumen de vino exportado, con pérdidas que, en el caso de los tranquilos envasados con D.O.P., llegan al 13’2%, y que, en el caso de esa misma categoría a granel, alcanza una caída del 21%. Similar situación a lo sucedido con los vinos sin D.O.P./I.G.P. que cuando hablamos de envasados, que pierden el 14’7% en volumen, pero que cuando nos referimos a graneles, esa disminución llega hasta el 16’4%; pero que es mucho más preocupante.
De poco consuelo resulta que los precios unitarios hayan aumentado en todas las categorías, tanto si hablamos de envasados como a granel.
Dos millones trescientos mil hectolitros, uno setecientos mil, si hablamos solo de vino, que es la cantidad que se nos ha quedado sin vender con respecto al mismo periodo del año anterior; no es una cantidad que debiera preocuparnos, si no fuera porque viene a sumarse a la tendencia negativa que muestra nuestro consumo interno en los últimos seis meses.
Todo ello en un horizonte de gran inestabilidad, tensiones inflacionistas y serio riesgo de estanflación.