Conocer el volumen de la cosecha que ha de venir siempre ha sido una cuestión relevante para cualquiera que esté relacionado con el sector vitivinícola. Especialmente cuando las circunstancias que la rodean son un tanto “especiales” (no vamos a decir malas, porque al final, la experiencia te indica que nunca sabes qué es lo buen y lo negativo; pero sí particulares).
Tal cantidad de información económica negativa como la que estamos viviendo estos meses, me atrevería a decir que nunca antes se había producido. Pero, también es verdad que lo sucedido durante los dos años anteriores, nos ha enseñado que, por malos que sean los momentos vividos, el sector siempre encuentra la forma de salir adelante fortalecido.
Hemos pasado de que nuestras bodegas hayan hecho ímprobos esfuerzos por abrir mercado en el canal de la restauración, a perderlo todo de un plumazo. Y, en cambio, nuestras bodegas, unas mejor que otras, lógicamente, han encontrado la manera de llegar a esos clientes, que antes buscaban en los restaurantes, en sus propios hogares. Y, sin duda, con guerra o sin ella, con aumento de la prima de riesgo y reducción de la capacidad de endeudamiento que ello lleve pareja, las bodegas españolas seguirán saliendo adelante.
De momento, lo único que podemos decir es que la vendimia 2022 se presenta con una buena muestra de fruto, en general. Que los temores sobre los efectos que pudieran acabar teniendo los fuertes calores y la sequía siguen siendo muchos. Y que cualquier estimación que, hoy, se haga es pura especulación.
Lo que sí podemos decir es lo que sucede con nuestras existencias y la situación en la que, a abril, últimos datos publicados del Infovi, estábamos y que era de 46’83 Mhl entre vino y mosto (43’836 y 2’994, respectivamente). Lo que, comprándolo con el mismo mes del año anterior era un 6’45% menos (5’12% de vino y 22’39% de mosto) y que, con respecto a las cifras del año 2019 (último año antes de la pandemia) la reducción se queda en un 3’39% de vino, 7’56% de mosto y 3’57% en total.
Cifras que, sin consideraciones futuribles, no se puede decir que sean malas. Y, consecuentemente, justifiquen reducciones en los precios de las uvas o problemas de almacenamiento.