El consumo aparente, estimado por diferencia entre entradas y salidas de los datos facilitados mensual por el Infovi correspondientes al mes de marzo, arroja un saldo negativo de poco menos de diez mil hectolitros con respecto al de febrero, situándose en 10.536.082 hectolitros.
Cantidad que podría calificarse de normal y que no debiera levantar más alarmas que las de hacernos reflexionar sobre lo importante que resulta no bajar la guardia en un tema tan importante como es la recuperación del consumo en nuestro país y la necesidad que tenemos de seguir trabajando por conseguir niveles más propios de una nación que produce cuatro veces lo que consume.
El problema lo tenemos en que, a diferencia de otros momentos, en esta ocasión nos encontramos inmersos en una crisis de gran magnitud, en la que, cuando todavía colean algunos de los graves efectos que nos dejó la pandemia del Covid-19 a nivel macroeconómico, el escenario internacional se ha enrarecido con fuertes roturas de stock en algunos productos básicos, generando subidas de precios desorbitadas en muchos de los insumos que lleva una botella de vino (vidrio, papel, cartón, cápsulas, cierres; que no han podido ser trasladados al precio final del vino, ante la gran presión inflacionista sobre el consumidor provocada, especialmente por los suministros energéticos.
Si esta situación se hubiese visto reflejada en los precios de los vinos en origen, con incrementos más o menos acordes, nos hubiese preocupado la situación, pero podríamos haber esgrimido que era lo lógico. El problema es que no se está viendo reflejada. Al contrario, el mercado está cada vez más débil y la superación del periodo en el que las heladas son capaces de generar daños relevantes en una cosecha se ha superado. Al menos teóricamente, porque con esto del Cambio Climático uno ya no sabe muy bien cuándo va a hacer frío, calor, no vamos a tener agua o nos vamos a ahogar.
El caso es que, con todos los imponderables posibles, la futura cosecha apunta hacia un volumen “normal”.
¿Lo sucedido con el consumo aparente será la primera muestra de una debilitación de la microeconomía en los hogares? ¿un estallido de la situación? Confiemos en que no.