Sin entrar en profundidad en el asunto, ante la incapacidad de argumentos con los que hacerlo, resulta destacable lo sucedido con la estimación de cosecha europea de este año. Aunque es verdad que se trata de un tema recurrente, lo sucedido este año requeriría de algo más que una simple modificación de las cifras publicadas por Bruselas.
Pasar de una cosecha inicialmente prevista de 147’69 millones de hectolitros, 143’665 de vino y 4’028 de mosto en la UE-27; a los 155 en los que ya estamos ahora mismo, según las perspectivas de producciones agrarias publicadas por la Comisión Europea el pasado 5 de abril, resulta sorprendente e inadmisible.
Crecer cinco millones de hectolitros, (+11’10% respecto a su previsión inicial de vendimia) y llegar a los 49.493.025 hectolitros (similar a la del 2020 en Italia) hace que la cosecha en el país transalpino haya cambiado del rojo al verde con respecto al año anterior. Pero, lo que es todavía más importante, que, a nivel europeo, prácticamente se iguale la producción de un año con otro.
Si atendemos a cómo se desglosa la cosecha, según las declaraciones de producción presentadas ante la AGEA (equivalente al FEGA español), llama poderosamente la atención el fuerte incremento experimentado en los mostos que alcanzan, prácticamente los ocho millones de hectolitros (7.921.301), superando con mucho los 4’053 Mhl alcanzados este año por el que tradicionalmente siempre ha sido el primer productor de mostos, y que no es otro que el que nos alberga.
Aunque, en esta ocasión, nos quede el triste consuelo de no haber sido nosotros los causantes de tan disparatado desbarajuste en las cifras, con desviaciones de semejante calibre, resulta muy complicado poder realizar cualquier programación y establecer una estrategia comercial adecuada.
¿Significa entonces que esta anomalía es la que está provocando una evolución comercial de nuestras cotizaciones tan “extraña”, anclando las cotizaciones y con oscilaciones prácticamente inapreciables, especialmente en la categoría de tintos?
Pues que cada uno extraiga la conclusión que mejor considere. Pero, atendiendo al sabio control que tradicionalmente hacen los operadores italianos de nuestro mercado al inicio de la campaña, con movimientos tácticos en sus operaciones hasta conseguir situar los precios en los niveles que consideran adecuados a sus intereses; no sería descabellado pensar que algo así pudiera haber pasado.
¿Aceptable? De ningún modo, pero real como la vida misma. Y, aunque nos consta que tanto la Dirección General de Agricultura de la CE, como la OIV, se muestran preocupados por lo sucedido, no acabando de explicarse cómo es posible semejante baile de cifras en una estimación de cosecha; poco o nada se puede hacer más que analizar concienzudamente las declaraciones presentadas.
En cuanto al mercado, ya poco tienen que decir estas circunstancias. Llegados a las fechas en las que nos encontramos, son las previsiones y los posibles efectos de heladas inhabituales y eventuales episodios de granizo, los que marcarán la evolución del mercado y sus cotizaciones.