Hablar de la recuperación del consumo siempre es una excelente noticia. Hacerlo en nuestra nación, donde nos encontramos con tasas que rozan lo ridículo para un país en el que el vino es parte intrínseca de sus tradiciones, motivo doble de satisfacción.
Que la tasa interanual presente un crecimiento del seis por ciento, volviendo a situarnos por encima de los diez millones de hectolitros (10’039 Mhl) debiera ser motivo de deleite y orgullo para todos los que, desde nuestra humilde contribución, luchamos en nuestro día a día porque así sea.
Y aunque la dicha nunca es completa y siempre podríamos encontrarle un pero a la noticia que surge del Infovi correspondiente al mes de octubre; debiéramos valorar lo que de bueno representa. Y es que los esfuerzos que durante años y años lleva haciendo el sector por recuperar el consumo de vino en España parece que van consolidándose y nos permiten pensar en que, efectivamente, es posible atraer a nuevos consumidores al vino sin tener que renunciar por ello a aumentar la frecuencia de consumo en nuestro país.
Si consideramos que a 1 de enero de 2021 la población en España era de 47.394.223 personas y la mayor de 18 años, mínimo legal para el consumo de cualquier bebida alcohólica, se situaba en 39.154.892, siempre según el Instituto Nacional de Estadística (INE); una simple división nos daría como resultado que cada español consumimos 21’182 litros al año. Cifra que, si excluimos a los menores, llega hasta los 25’639 litros por persona y año.
Lo que, considerando el importante peso que en ese consumo juega el que se produce fuera del canal de la alimentación (hogar), tiene mucho más mérito. Pues si bien en el mes de octubre la situación por el Covid estaba mucho más normalizada de lo que la tenemos actualmente, los españoles seguíamos teniendo que afrontar importantes problemas derivados del aumento de los costes energéticos y nos mostrábamos remilgados en la recuperación de las tasas de consumo prepandémicas.
Muy posiblemente, visto cómo están evolucionando los datos de contagio, la aparición de nuevas variantes del virus, la ya total seguridad de que el precio de la electricidad estará muy por encima de lo que nos prometieron, que el gas está siendo utilizado por los países productores para presionarnos políticamente o que el desmadre de los costes logísticos está disparando los precios de los diferentes insumos (lo que más pronto que tarde acabará teniéndose que trasladar al precio de la botella), nos debiera hacer pensar en que noviembre y diciembre tendrán un comportamiento algo menos positivo, devolviéndonos a cifras por debajo de esa psicológica barrera de los diez millones de hectolitros.
Pero mientras eso llega, quedémonos con lo mucho que de optimismo tienen estos datos y no perdamos la esperanza en que pronto podamos ver cantidades cercanas a los once millones.