Entre unas cosas y otras, parece que el tema de la pandemia de Covid-19 no nos va a dejar respirar.
Cuando todo parecía haber tomado un rumbo satisfactorio, y las cifras de contagios estar medianamente controladas para poder relajar las estrictas medias restrictivas de movilidad y consumo que tanto mal nos han hecho en la venta de vino en el mercado nacional; llega la elevación descontrolada de los costes energéticos, acompañada de un incremento inasumible de los precios de las materias primas y auxiliares, que hacen peligrar el suministro de prácticamente todos los insumos que requeriría nuestro sector, bajo un escenario altamente inflacionista que amenaza la recuperación, poniendo en peligro la supervivencia de numerosas empresas y miles de puestos de trabajo.
La deslocalización de muchos de los buques en su habitual itinerario, el aumento de los precios de los combustibles, no ya solo el petróleo que alcanza niveles desde hace años no vistos, sino también aquellos tan básicos para la generación de electricidad como es el gas en nuestro país, o un modelo energético en plena revolución con un pie en las fuentes tradicionales de combustibles fósiles de generación de energía y otro en las renovables; están comprometiendo la supervivencia de unas frágiles bodegas que todavía andan renqueantes, buscando la mejor forma de dar salida a unas existencias que se han visto fuertemente afectadas, encontrando en el mercado exterior la única alterativa válida.
La globalización del problema puede ser considerada como un atenuante, pero nunca puede suponer una excusa para pasar por alto la coyuntura y no tomar las medidas necesarias de anticipación. Muy posiblemente, no lleguemos (espero no confundir aquí deseo con realidad) a tener que sufrir apagones energéticos. Pero tampoco nunca pensamos que nos confinarían en casa y esto sucedió en varias ocasiones en prácticamente la totalidad de los países del mundo.
Nos enfrentamos a un serio problema de consecuencias impredecibles y la fuerte exposición de nuestro sector al mercado exterior podría suponer un grave contratiempo.
Ya llevamos algo más de un mes con un mercado en el que las operaciones han descendido de forma brusca. El interés que existía a principios de campaña con operaciones y contactos que hicieron recuperar cotizaciones y devolver la alegría, y esperanza en el mercado, al sector, se frenó bruscamente. No me atrevería a decir muy bien si por una simple cuestión de operatividad de los mercados, al haber conseguido establecer unas cotizaciones en el rango deseable por los importadores, o ya afectadas por esta situación. Pero sea como fuere, convendría, sin alarmar a nadie que tampoco es para eso, ir planteándonos algunos escenarios posibles y las medidas a adoptar en cada uno de ellos.