Utilizar los accidentes climatológicos, como pudieran ser las heladas y pedriscos, así como la afectación provocada por las enfermedades criptogámicas, para llevar las previsiones de cosecha hacia un lado u otro es algo tan habitual que no nos debiera sorprender. Que lo haga el propio Comisario Europeo de Agricultura, Janusz Wojciechowski, para justificar su decisión de no asignar recursos extraordinarios con los que hacer frente a los excedentes que presenta el sector vitivinícola a nivel europeo, tampoco. Aunque solo sea porque lo lleva repitiendo, reiteradamente, desde hace ya algún mes. Y, aun así, semana tras semana, no hay ocasión en la que alguna organización, ya sea agraria, bodeguera o administrativa, insista en el tema, resaltando la importancia que para el sector tendría contar con unos fondos extraordinarios (que saben que no llegarán).
Y, muy posiblemente, esto sea lo que hay que hacer, insistir hasta la extenuación, mientras exista un halo de esperanza, por fino que este sea. Pero, sinceramente, creo que nos estamos haciendo un flaco favor. Primero, porque las posibilidades de que la Comisión cambie de opinión son pocas o ninguna; segundo, porque, mientras estamos en el “ay”, no acabamos de solucionarlo; y, tercero, porque mejor harían los representantes de todos los colectivos del sector en asumir su responsabilidad, llegando a un acuerdo sobre qué, cómo, cuándo y por cuánto, hacer para aprovechar esta situación y salir fortalecidos de ella.
Estamos viendo, en nuestra principal industria, el turismo, que nuestros competidores nos están adelantando y tomando la iniciativa de cara a lo que nos consolamos en describir como “recuperación” o “vuelta a la normalidad”, sin querer entender, o no entender muy bien, que, en cualquier inversión no hay rentabilidad garantizada, no existe compromiso alguno por parte de los operadores de volver a señalar a España como destino predilecto y hay que volver a luchar por granjearnos el favor de los operadores en escogernos.
En el turismo partíamos de una situación privilegiada, como es la de ser el segundo destino más visitado del mundo. En el tema del vino alternamos el primer puesto en volumen. Pero, en ambos tenemos la asignatura pendiente de la facturación.
Aprovechar que las circunstancias nos obligan a tener que hacer algo de manera irremediable podría ser una razón perfecta para que, entre todos, fueran capaces de definir lo que quieren ser en los próximos años. Pero para eso, al igual que en la política, hay que anteponer los intereses colectivos a los personales y, visto lo visto, hasta ahora, mucho me temo que tendremos la misma respuesta que en nuestra clase política.
Es urgente que todas las Denominaciones de Origen pasen a garantizar vinos con personalidad propia y no admitan vinos afrancesados como sucede ahora.