Que, desgraciadamente, desde hace algo menos de un año, ya nada nos sorprenda ante los acontecimientos tan impredecibles a los que hemos tenido que hacer frente en todo el mundo no significa que la disposición de una información como la referida a la producción de la cosecha no tenga una gran relevancia, por los importantes efectos que conlleva sobre el mercado y, por ende, la cuenta de resultados de las bodegas.
Sabíamos que la producción de 2020 resultaría muy superior a la del año anterior, tan es así que, en previsión de males mayores, se adoptaron medidas extraordinarias al final de la pasada campaña, con el fin de aliviar los depósitos de las bodegas (destilación) y restar parte la producción (vendimia en verde). También teníamos la certeza de que esas medidas no resolverían el problema de excedentes que la caída del consumo y las exportaciones habían provocado. Pero era imposible (al menos resultaba muy difícil), por aquel entonces, concretar en qué volúmenes nos estábamos moviendo.
Hoy, con el Infovi, podemos hablar de que la producción 2020/21 en España ha sido de 45.772.198 hectolitros, de los que 40.696.156 se han vinificado y 5.076.042 se han declarado como mosto sin concentrar, lo que supone un 23,1% más de cosecha que la obtenida el año anterior. Sin duda, una información preocupante, considerando que el consumo interno en España ha caído 1.747.577 (-15,9%) hasta situarse en 9.244.803 hectolitros (dato interanual a noviembre), que representa un consumo per cápita para España de 19,69 litros. Cantidad muy baja para uno de los países tradicionalmente productores del mundo, pero que pone de manifiesto el gran perjuicio que las limitaciones impuestas a la hostelería han tenido sobre nuestro sector.
Y eso gracias a que el rendimiento medio (l/kg) ha pasado del 75,71% del 2019 al 70,76 de la nueva vendimia. Notable descenso que, sin duda, ha permitido que los 6.469 millones de kilos de uva obtenidos no hayan generado un problema todavía mayor y que, con detenimiento, habrá que estudiar las razones que lo han provocado. Especialmente de cara a las posibles medidas que hubiera que adoptarse, si es que alguien es capaz de hacerlo, para buscar un mayor equilibrio entre producción y utilizaciones.
Está claro, de cara a la actual campaña, que el Ministerio, órgano competente para ello, deberá adoptar medidas que vayan más allá de la vendimia en verde que parece estar dispuesto a poner en marcha. Que los fondos de todas las que acaben aplicándose solo tendrán un origen: el PASVE y, en consecuencia, una pérdida de competitividad al disminuir las ayudas destinadas a reestructuración, inversiones y promoción. O que la contundencia con la que serán aplicadas deberá ser mucho mayor, al tener que asumir lo generado por una mayor producción y unos excedentes sin haberse eliminado todavía de la campaña anterior.
Sin duda, se avecinan tiempos difíciles para encontrar el destino natural a la producción y que no sería otro que el del consumo, interno o en exportación, eso es lo menos importante ahora mismo. Que requerirán del esfuerzo de todos y una gran concienciación de colectividad.