La unión como única forma de valorizar el vino

Hablar de los mercados y sus cotizaciones, de su operatividad y las argucias empleadas por cada uno de los operadores en la defensa de sus intereses, está mucho más allá de mis atribuciones y completamente alejado de mis intenciones, que se limitan a informar de lo que sucede y, en todo caso, intentar explicar alguna de las razones que lo justifican. Así es que, lamentablemente, me debo declarar completamente incapacitado para valorar la denuncia que públicamente ha hecho la organización agraria Asaja CLM en la que critica “la especulación de operadores e industriales para bajar los precios del vino y mosto en la región”.

En ella, se acusa a los operadores de “bajar los precios generando incertidumbre y comprando vino a cuentagotas…” y denuncian que “no se corresponden los precios tan bajos que se están pagando ahora por el vino con los precios que los principales compradores de la región pagaron por la uva durante la vendimia”. Llegando incluso a acusar a las grandes industrias agroalimentarias de hundir el sector primario con sus prácticas de competencia desleal.

No encuentro en este comunicado ni una sola denuncia concreta, ni tan siquiera el anuncio de la apertura de ningún expediente por parte de la Agencia para la Información y Control Alimentarios (AICA) o Competencia al respecto. O acusación a las grandes cadenas de distribución sobre las políticas comerciales que les están imponiendo a sus proveedores. Tampoco reclamación alguna hacia el Ministerio por mostrarse más proactivo en la recuperación de una pequeña parte de la gran cantidad de consumo que hemos perdido con las dos últimas generaciones.

Sin la más mínima intención de enjuiciar lo que cada uno hace y las acciones que en la defensa de sus objetivos emprenda; no parece que acusar a los demás de lo que me está sucediendo sea la mejor forma de pretender solucionar problemas que, necesariamente, pasan por el acuerdo de las partes. Defender la rentabilidad de sus representados no sé por qué tiene que tener más importancia que la defensa de buscar el aumento de sus beneficios a la industria. Si acaso esa reclamación debería hacérsela a las Administraciones que son las únicas que tienen la obligación de defender los intereses de “todos” y, en aras de esa defensa, establecer políticas que lleven al desarrollo de leyes con las que hacerlo. Pretender que bajo el cumplimiento estricto de la legalidad los intereses de unos estén por encima de los otros es algo más propio de otro tipo de sociedades y regímenes.

Los cambios se suceden a una velocidad vertiginosa, el comercio se desarrolla bajo condiciones que poco o nada tienen que ver con las de hace apenas cinco o diez años, la sociedad busca en el consumo de vino cosas que están muy alejadas de sus características intrínsecas. Acusar al de enfrente de intentar hacerlo y señalarle como culpable de que yo no lo haga, no ayuda a buscar la única forma de superarlo que no es otra que hacerlo de manera conjunta.

Amplia información sobre la que tomar decisiones

En respuesta a las medidas adoptadas por la Administración norteamericana de aplicar un arancel adicional del 25% a vinos procedentes de España, Francia, Alemania y Reino Unido; el Comité de Gestión para la OCM de cuestiones horizontales ha aprobado dos propuestas legislativas destinadas a flexibilizar la medida de promoción del Programa de Apoyo al Sector Vitivinícola Español (PASVE), consistentes en aumentar del cincuenta al sesenta por ciento el porcentaje de financiación durante un año, así como posibilitar la opción de cambio de destino y ampliación a más de cinco años de estos programas.

Medidas que, sin duda, no compensarán el grave daño que están sufriendo muchas de nuestras bodegas, como así mismo lo reconoce el propio Ministerio que solicita a la Comisión un seguimiento detallado de los mercados a fin de que, si fuera necesario, ponga en marcha otros mecanismos. Pero, al menos, vendrán a paliar los graves efectos que según la encuesta realizada por la Federación Española del Vino (FEV) entre sus asociados, se han dado en la pérdida de facturación del mes de noviembre y que estiman pudieran llegar a representar entre un 35 y un 50 por ciento en seis meses.

Ya en un terreno mucho más doméstico, pero, sin duda, mucho más trascendental para la marcha de los mercados, está la publicación del Infovi correspondiente al mes de noviembre, cuya extracción corresponde a día 8 de enero y que cifra la producción de vino y mosto de la cosecha 2019-20 en 37.116.987 hectolitros, de los que 33,489 millones lo han sido de vino y 3,628 de mosto. Por color, la producción de tintos y rosados sigue siendo la más importante con 17,799 Mhl, mientras que la de blancos alcanza los 15,691Mhl. En cuanto a categoría, los amparados a alguna Denominación de Origen (D.O.P.) son 14,452 Mhl (8,766 de tintos y 5,686 blancos), con Indicación Geográfica Protegida (I.G.P.) 2,671 Mhl de tintos y 1,724 millones de blancos; varietales 6,332 millones, de los que 3,991 Mhl lo son de blancos y 2,341 Mhl de tintos y, por último, la producción de vinos sin indicación geográfica (antiguos vinos de mesa): 4,289 Mhl de blancos y 4,020 Mhl de tintos.

En el primer cuatrimestre (de 1 de agosto a 30 de noviembre) de la actual campaña 2019/20 salieron al mercado un total de 20,88 millones de hectolitros, de esa cifra, un 65,6% y casi 13,7 millones fueron a atender la demanda interior, y el 34,4% restante y casi 7,2 millones al mercado exterior.

Datos de los que se desprende que el consumo aparente con datos interanuales asciende a 10,992 Mhl, un 8,2% superior al del mismo período del año anterior y un 6,8% más si lo comparamos con los cuatro meses que llevamos de campaña 2019/20. Con lo que podríamos afirmar que el consumo de vino en España se recupera y el esfuerzo que está haciendo el sector está viéndose recompensado.

Por su parte, las salidas de vino hacia destilería en ese mismo mes fueron un 24,8% y 62.000 hl inferiores a las del año anterior, mientras que en el acumulado del cuatrimestre de la campaña actual se elevaron a 595.000 hl, estando en niveles similares que entonces y subiendo un ligero 2,4% y en 14.000 hectolitros de vino. En cambio, hacia vinagrería fueron unos 23.830 hl de vino, casi un 85% y 11.000 hl más que en ese mes de la campaña anterior, mientras que, entre agosto y noviembre, este destino acumuló 88.000 hectolitros, casi un 24% y 17.000 hl más que en el mismo periodo de 2018/19.

En comparativa, las ventas de vino al exterior habrían descendido en volumen un 9,75% y en 188.000 hl, mientras que en el primer cuatrimestre fueron 9,3% y 604.000 hl más elevadas en la actual campaña 2019/20 que en el mismo periodo de la campaña anterior (6,5 Mhl).

Concluir con el dato de las existencias de vino y mosto que sumaban a finales de noviembre un total de 62,67 Mhl. De este volumen, casi un 92,1% y 57,7 Mhl eran de vino y el 7,9% y casi 4,97 Mhl de mosto sin concentrar.

Hay que seguir luchando

Acabamos de conocer un adelanto de los datos del Infovi correspondiente del mes de noviembre y en él tenemos una información completa de producciones, utilizaciones y existencias que detallaremos en los próximos días. Información toda ella de gran transcendencia para un sector que, con la asignatura pendiente de valorizar sus productos, debe lidiar con un consumo interno sobre el que existen pocos datos y muchos bulos, algunos de ellos a los que ya nos hemos referido en estas mismas páginas.

Aunque la información disponible no difiere nada de la de hace unos meses, diferentes organizaciones han mostrado su sensibilidad ante el asunto y han ido publicando notas o informaciones que han permitido concretar bastante bien, si no el consumo (porque informes concretos no se elaboran), sí al menos una horquilla bastante concreta con la que cifrarlo. El MAPA, en el avance de datos del Infovi, sitúa el consumo aparente en 11 millones de hectolitros al año, con un aumento del 8,2%.

El gran esfuerzo que está haciendo el sector, a través de su Interprofesional, por aumentar el consumo de vino en España está teniendo su efecto; muy posiblemente más lento de lo deseado, pero efecto, al fin y al cabo. Y contar con un dato, como el que proporcionan el Infovi y el MAPA, permite contrastarlo.

Ahora que ya contamos con un nuevo Ejecutivo, sería bueno que el Ministerio de Agricultura se pusiera manos al asunto y abordara el tema de los datos de consumo más allá del canal alimentación. Pero como esto mucho me temo que no va a suceder, al menos utilicemos la valiosa herramienta de información que supone el Infovi y trabajemos con esa cifra orientativa del vino consumido en España.

Aunque, si importante es el consumo interno, más lo es, el mercado exterior. Hablar de exportaciones supone casi hacerlo de la misma supervivencia de las bodegas, ya que a él se destinan nada menos que veintisiete millones de hectolitros, último dato disponible referido al mes de octubre.

Y dentro de este mercado mundial, adquiere especial relevancia Estados Unidos, no tanto por el volumen que representa (3,3%) de los litros; y sí mucho más por el valor donde alcanza el 10,8% del total gracias a un precio medio de 3,54 €/litro, solo superado por Suiza.

Conocer los efectos que la última vuelta de tuerca dada por su presidente, Donald Trump, tomando al vino español como rehén de una batalla comercial que nada tenía que ver con él y mucho con las ayudas recibidas por fabricantes de aviones, ha tenido para las bodegas españoles resulta de gran interés. Y así lo ha entendido la Federación Española del Vino (FEV), quien, gracias a la encuesta realizada entre sus asociados, puede afirmar que “todas las bodegas han manifestado pérdidas en su facturación del mes de noviembre de 2019 en comparación con el mismo mes del año anterior y coinciden en que, de mantenerse esta medida durante seis meses (hasta abril de 2020), sufrirían una pérdida en las ventas que podría oscilar entre un 35% y un 50%”.

Confiemos que la traslación de esta situación a los Ministerios implicados, Agricultura y Comercio, tenga sus efectos en el antiguo comisario de Agricultura y actualmente responsable de comercio, Phil Hogan.

El sector se lo toma en serio

El sector parece haberse tomando en serio el tema de equilibrar el mercado. Para ello, la Interprofesional del Vino, máximo representante del sector y responsable de establecer aquellas herramientas que considere apropiadas con las que hacerlo, presentaba en el mes de noviembre una “hoja de ruta” al Ministerio de Agricultura por la que adoptar medidas tendentes a la estabilidad y mejora de la calidad del vino mediante la regulación de la oferta. En ella se contemplaba la intensificación de los controles en la destilación de subproductos, el establecimiento de unos rendimientos máximos a partir de los cuales su utilización deberá ser obligatoriamente un destino distinto al vino (mostos, vinagres, alcoholes…) o la recuperación de los contratos de almacenamiento a largo plazo, por los que se retiraba voluntaria y temporalmente un volumen del mercado.

Este documento cuya entrada en vigor mediante un Real Decreto está prevista para el 1 de agosto de 2020, ha comenzado su tramitación con la elevación a consulta pública, cuyo plazo finaliza el próximo 31 de enero, de un RD que regule la norma de comercialización del vino sin I.G. Superado este primer escollo, la futura normativa limitaría los rendimientos por hectárea de uva sin Indicación de Calidad (vinos de mesa y varietales fundamentalmente) a 20.000 kilos para las variedades tintas y 25.000 para las blancas.

Para la medida de retirada temporal (contratos de almacenamiento a largo plazo), su activación deberá realizarse a más tardar el 31 de enero de la campaña mediante una resolución de la DG de Producciones y Mercados, en la que se determinará la fecha de puesta en marcha, duración, comunidades autónomas a las que afecta, así como el volumen en cada una de ellas. Para que las CC.AA., antes del 28 de febrero, establezcan el volumen afecto por productor en base a sus producciones históricas, así como un plan de controles que permita confirmar que se cumple la obligación establecida.

Para el caso de que el productor no esté dispuesto a realizar el almacenamiento indicado, estará obligado a destilarlo o enviarlo a vinagrería y justificar debidamente su retirada definitiva del mercado.

La aplicación de estas medidas tendrá lugar en aquellas campañas en las que las disponibilidades de uva y vino sean elevadas con relación a la demanda prevista según un estudio econométrico que analice la necesidad de esa campaña.

A tenor de la experiencia obtenida y la derogación por parte de la Unión Europea de este modelo de regulación del mercado en la actual Organización Común de Mercado del sector vitivinícola (OCM), es posible que muchos productores esgriman el criterio de libertad de mercado y producción para mostrarse contrarios a su aplicación. Pero esa misma experiencia nos ha demostrado que la aplicación nacional de los fondos mediante los Planes de Apoyo al Sector Vitivinícola Español (PASVE) no han hecho sino favorecer la pérdida de potencial vitícola, tanto en número de hectáreas como en la calidad de las mismas, habiéndose perdido muchas de las parcelas históricas con bajos rendimientos y de variedades minoritarias. Así como aumentar descontroladamente rendimientos que hicieran posible la sostenibilidad económica de una actividad agraria ruinosa ante los bajos precios pagados por sus producciones.

Claro que ni este Real Decreto, ni ningún otro solucionará los problemas del sector, básicamente centrados en el desequilibrio entre producción y demanda. Pero de alguna manera habrá que intentar cortar el círculo vicioso en el que parece haber entrado. La valentía mostrada por la Interprofesional (OIVE), exigiendo al Ministerio su aprobación es digna de ser resaltada. Confiemos en que la corresponsabilidad de sus bodegas y viticultores esté a la altura y podamos acabar el año que recién comenzamos con excelentes noticias de haber encontrado el rumbo para valorizar nuestros productos.

Felices años 20

Estrenamos nuevo año y con él una década bajo el recuerdo de los felices años 20 del siglo pasado y, aunque bien podríamos recurrir a decir que “rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras”, en el fondo tendremos que reconocer que ¿por qué no? Soñemos y confiemos en que vengan repletos de buenas noticias que nos devuelvan la felicidad que crisis, guerras y cambios climáticos nos han ido mermando a lo largo de este siglo.

En este sector tenemos un futuro esperanzador por delante, con grandes investigaciones, en todas las áreas, que comienzan a arrojar resultados muy positivos y que, sin duda, nos ayudarán a afrontar los retos con mayores garantías de éxito. La velocidad con la que se sucedan va a ser vertiginosa, como todo lo que va acaeciendo, quiénes sean sus protagonistas es lo único que está por determinar y, en buena medida, esto solo dependerá de cada uno de nosotros.

Que vamos a producir más y mejor que lo hemos hecho nunca, es una realidad tan incuestionable como que la especialización de los mercados exigirá una profesionalización como nunca antes se había visto. El consumo se afianzará e irá creciendo tímidamente gracias a la incorporación de nuevos consumidores que dejarán atrás la imagen vetusta de chatos con los que acompañar las comidas diarias. La emoción y el hedonismo se impondrán con fuerza como las principales razones que justifiquen el consumo de vino y los viticultores y bodegueros deberán trabajar por alcanzar ese difícil equilibrio entre calidad y diferenciación.

Algunos de los mayores principios sobre los que ha crecido el sector se verán cuestionados por gentes con criterios antagónicos a los que lo que manejaban sus antecesores, y algunos de ellos fracasarán, pero otros muchos triunfarán y valorizarán los productos.

Y todo esto porque estoy convencido de que hemos llegado a un punto de no retorno. La cadena de valor, la sostenibilidad, la responsabilidad social corporativa… nos han generado una telaraña de la que saldremos más fuertes, pero diferentes.