No sin grandes esfuerzos por parte del sector vitivinícola español, a través de su Interprofesional (OIVE), a cuya financiación contribuye, el consumo de vino en España está atravesando un buen momento. O eso se desprende de la nota publicada por el Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV) en la que, basándose en las informaciones del Ministerio de Agricultura (MAPA) y las declaraciones mensuales del sistema de información vitivinícola (Infovi), cifra el aumento del consumo estimado en España en un 7,2% en dato interanual a septiembre de 2019. Los 10,991 millones de hectolitros consumidos muestran una clara mejora, con respecto los diez millones sobre los que se encontraba estabilizado el consumo en España desde hace más de siete años.
Para conocer de una forma más pormenorizada cuál es el consumo en cada uno de los canales habrá que esperar todavía un poco más de tiempo, hasta disponer del trabajo encargado por la OIVE al OEMV, con el que se pretende ofrecer una completa fotografía del consumo en nuestro país. En él que se tendrán en cuenta, por primera vez, canales en creciente importancia como son los de ventas en tiendas especializadas y vinotecas, club de vinos, ventas directas. Sin olvidar la parte correspondiente al consumo efectuado por los turistas que cada año nos visitan. Un volumen global, el de estos “nuevos canales de consumo” que se estima que pueda rondar un tercio del consumo en España.
Dejando a un lado cuáles pudieran ser las claves que explicarían este reciente incremento y permitirían definir las estrategias de nuestras bodegas en su batalla por recuperar una pequeña parte del consumo perdido en este último medio siglo (para lo que habrá que esperar conocer el mencionado estudio); el OEMV concluye que el vino está nuevamente de moda, y no solo en nuestro país, sino que se trata de una tendencia mundial. Que, si me permiten añadirlo, nuestras bodegas deberían aprovechar, dada la extraordinaria posición privilegiada de la que gozan por la gran calidad media de su producto y bajos precios a los que son comercializados.
La gran sensibilidad que muestran las nuevas generaciones hacia todos los temas relacionados con el medio ambiente y una vida más sana son una excelente oportunidad para un sector que sitúa a nuestro país como el de mayor extensión de viñedo ecológico del mundo, con un crecimiento de dos dígitos en la producción de este tipo de vinos y una tendencia imparable hacia el cultivo y la elaboración de productos cada vez más respetuosos con el medio ambiente y la salud.
Tenemos las mejores condiciones de los países productores para elaborar bajo estos parámetros ecológicos y sostenibles. Contamos con unos técnicos altamente cualificados y unas instalaciones dotadas de las últimas tecnologías. Ya solo nos falta que los nuevos consumidores nos tengan en cuenta en su elección.
Para que todo este panorama se convierta en una realidad y lo que hasta ahora es solo una tendencia se transforme en datos consolidados que nos permitan disminuir nuestra gran dependencia del sector exterior, como ahora mismo sucede, es necesario acercarnos a los nuevos consumidores, jóvenes y tradicionales, invitarlos a que nos conozcan de primera mano, que comprueben nuestro compromiso con la tierra, el respeto por el fruto y beban el resultado de este esfuerzo.
Bajo este panorama no puede sorprendernos que el consumo en nuestro país muestre una tendencia creciente, que el enoturismo se esté desarrollando como una gran actividad en todas nuestras regiones elaboradoras y que todo ello permita a los expertos concluir que el vino está de moda. Aprovecharlo ya solo dependerá de cada uno. El escenario nos es propicio y contamos con herramientas administrativas, como rutas del vino o denominaciones de origen, con las que hacerlo. Es posible que no volvamos a encontrar un escenario más propicio en muchas décadas. No podemos dejarlo pasar.