Cada vez nos quedan menos oportunidades

Son precisamente los momentos buenos en los que hay que tomar las decisiones clave en una empresa, de cara a su estrategia a medio y largo plazo. Hacerlo cuando el agua te está llegando al cuello y las dificultades económicas, y de cualquier tipo, te van asfixiando es muy difícil. Y, cuando se toman, es de manera restrictiva, con el único objetivo de ajustarse, con recortes, a la nueva situación.

Aprovechar la excelente calidad con la que están llegando las uvas a las bodegas, los grandes mostos y vinos que se están obteniendo para ir un poco más allá en la valorización de nuestros productos y la mejora en su comercialización; es una necesidad que muchas bodegas no están dispuestas a dejar pasar. Los acontecimientos ahora se suceden a velocidades de vértigo. Viéndose muchas veces sorprendidas las propias empresas por situaciones que no esperaban encontrarse hasta pasados unos años. Tomar decisiones y hacerlo de manera colectiva, de tal forma que sea todo el sector el que defina y se vea beneficiado, es algo más que un sueño utópico. Es una obligación de aquellas personas que se encuentran al frente de organizaciones, administraciones y colectivos que congregan a todos los agentes del sector.

Los dientes de sierra son una característica intrínseca de cualquier mercado libre. El famoso ajuste de la ley de la oferta y la demanda así lo requiere. El problema está en que todos debemos trabajar por conseguir que estas oscilaciones no vayan más allá de horquillas comedidas que permitan disfrutar de una cierta estabilidad con la que llevar a cabo planes expansivos para nuestro sector en el terreno comercial.

Hemos luchado por modernizar nuestras instalaciones, adaptado nuestros viñedos a variedades demandadas por los consumidores, mejorando sustancialmente la productividad de esas viñas. Invertido en ofrecer una imagen de calidad que haga atractivos nuestros vinos y gastado mucho dinero en promocionar nuestras zonas en el exterior. Pero seguimos teniendo pendiente la apuesta por el sentimiento de colectividad, necesario para unir fuerzas y alcanzar sinergias que aceleren estos procesos.

Ya nadie aspira a que sean las administraciones, en sus diferentes niveles, las que solucionen nuestros problemas. Hemos tenido ocasión de comprobarlo recientemente cuando, hace unos meses, los precios se desplomaban como consecuencia de la histórica cosecha a la que teníamos que hacer frente a nivel europeo y quienes tenían las competencias para hacerlo fueron totalmente incapaces de adoptar una sola medida encaminada a paliar la situación. Es cierto que tampoco las organizaciones que representan a los diferentes colectivos, o la que debiera hacerlo de toda la interprofesión lo consiguieron. Pero, a diferencia de otras ocasiones, hubo sus intentos, con discusiones profundas, sobre qué y cómo aplicar las diferentes medidas que la legislación actual les hubiera permitido. El hacerlo en una próxima ocasión que fuera necesario está mucho más cerca. Pero ahora hay que ir un paso más allá y tomar la iniciativa. Aprovechar esa concienciación de que hay que evitar que las oscilaciones se conviertan en profundos dientes de sierra que dejen en el camino a alguien y seguir avanzando en la definición de las condiciones bajo las que, de manera automática, entren en vigor dichas medidas.

Aspirar a que sean nuestros políticos los que lo hagan hubiera sido una aspiración lícita en otros momentos distintos a los actuales, donde tenemos a la vista unas elecciones generales. Hacerlo en la actualidad, vista la capacidad de maniobra con la que cuentan, o el escaso interés que han demostrado por hacerlo, sería, sencillamente, de una candidez inadmisible.

Es el sector el que debe definir qué quiere ser de mayor. El que defina sus estrategias y los medios con los que llegar a alcanzarlo. Cada vez nos quedan menos oportunidades.

Comentario de vendimias

A diferencia de otros años, podríamos decir que la vendimia va desarrollándose bajo un clima de gran tranquilidad. Superados los primeros momentos de fijación de precio para las uvas destinadas a la elaboración de cava, cuando las dos grandes firmas españolas, en manos de capital extranjero, hicieron saltar por los aires la política de compras que habían mantenido hasta ahora, rebajando sustancialmente los precios que estaban dispuestos a pagar por ellas. El temor, en aquellos momentos era que cundiera el ejemplo y los grandes compradores manchegos tomaran un camino parecido. Afortunadamente eso no fue así y los precios se mantuvieron en unos niveles muy similares a los del año anterior. Bueno para los viticultores, que, al disponer de un grado y medio, incluso dos más que el año pasado, compensaban una parte muy importante de la pérdida de kilos a los que se enfrentaban. Y una buena noticia también, para las bodegas, que contaban con una excelente calidad de uva para la elaboración de vinos y mostos.

Situación que tampoco ha tardado mucho en repercutirse en el mercado de los mostos, en el que sus cotizaciones presentan valores por encima de los del año pasado y, con ellas, han conseguido tirar del mercado de los vinos.

Si, además, consideramos que las previsiones de producción a nivel europeo se confirman y dispondremos de una cosecha que palíe en gran medida el exceso de existencias a los que nos debemos enfrentar esta campaña. Es fácil entender esa reactivación de los precios y asumible comprender que estas subidas no sean fruto de un calentón y vayan a consolidarse en las próximas semanas.

Que al final la cosecha española acabe siendo treinta y siete millones de hectolitros, como vaticinan desde la confederación de Cooperativas, o que acabe siendo ligeramente superior, hasta los treinta y nueve que barajamos nosotros; son dos millones de hectolitros que no nos llevan a ningún lado y que no tendrán ninguna importancia en los mercados.

Ahora, lo importante es ser capaces de ir encontrándoles salida a esos diferentes productos que pueden obtenerse del zumo de la uva, mostos, vinagres, vinos de mesa o con indicación de calidad. Lo importante es venderlos y, si es posible, a mejor precio que el año pasado.

España inicia la campaña con un +29,03% de existencias

Por extraño que nos pueda parecer, nuestras bodegas y viticultores también planifican sus campañas y deben disponer de una información actualizada y veraz con la que poder hacerlo. Especialmente en momentos tan decisivos como los inicios de campaña en los que las decisiones de volúmenes de compra y precios a los que hacerlo, tanto de uvas como mostos, e incluso vinos a medio plazo, representan un punto de difícil retorno que marcará el resto de temporada.

Conocer bien las disponibilidades con las que se vaya a contar es el primer dato con el que hay que trabajar, si se quieren hacer las cosas bien. Lamentablemente el Ministerio hace ya varios años renunció a aportar esta información de estimación de cosecha y, escudándose en los datos que facilita del Infovi, ha eludido la parte de responsabilidad que en ese aspecto le compete. Afortunadamente no es así en todas las organizaciones, las cuales siguen haciendo públicas sus estimaciones de cosecha que, con mayor o menor grado de intencionalidad, porque también aquí hay que reconocer que los datos deben tomarse con cierta dosis de prudencia, sirven para que los operadores dispongan de una visión general bastante cercana a la realidad. De hecho, hoy, prácticamente las diferencias entre unas estimaciones y otras no existen más allá del momento en el que se han hecho públicas, pues con un margen de dos millones de hectolitros arriba o abajo podríamos decir que se encuentran todas en la misma horquilla.

Caso distinto son las existencias de inicio de campaña, la otra gran partida con la que conocer las disponibilidades del sector vitivinícola. Información que gracias al Infovi está disponible mucho antes de lo que era habitual cuando la tenía que hacer pública el MAPA y que nos ha permitido conocer con total exactitud que España inició la campaña 2019/20 con un veintinueve por ciento más de vino y mosto sin concentrar que lo hizo la pasada, e incluso la distribución por categorías y regiones de esos 38.846.179 hectolitros de stock.

Comentario vendimias

Si hay algo que, en los momentos en los que nos encontramos de vendimia, puede poner en peligro la gran cosecha 2019 que se espera son, precisamente accidentes meteorológicos como los acontecidos durante el pasado fin de semana. La presencia de una DANA (depresión aislada en niveles altos de la atmósfera) que se ha mostrado con una virulencia desconocida, arrasando allá por donde pasaba y afectando a una extensión geográfica tan amplia, como inesperada, y a la que ha llegado a castigar dos y tres veces; ha hecho saltar todas las alarmas en un sector vitivinícola que ya tenía las tijeras de vendimiar en la mano.

Las provincias de Valencia, Alicante, Murcia y Almería han sido las que más han sufrido las consecuencias más graves de la gota fría, habiéndose llegado a registrar hasta 450 l/m2 en 48 horas. Provocando graves daños en infraestructuras y en la viña en las comarcas de la Vega Baja, la Vall d’Albaida, la Costera y otras comarcas de la C. Valenciana. Según la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja), en una primera estimación orientativa calcula que más de 2.000 hectáreas de viñedo se encuentran dañadas y que podrían aumentar considerablemente e incluso extenderse a otras zonas si no cesan las lluvias.

Otras regiones como Castilla-La Mancha, Madrid e incluso Castilla y León, estando afectadas por esta gota fría, podríamos decir que se han librado de sus efectos más devastadores ya que ha llegado más debilitada y salvo municipios muy concretos, como Arganda del Rey (Madrid) que ya había sufrido una gran tormenta el pasado 26 de agosto, las lluvias podríamos calificarlas de beneficiosas para la uva de vinificación en estas regiones.

Las previsiones de una gran cosecha por calidad y producción media, estimada en los treinta y nueve millones y medio de hectolitros, mantiene esperanzado a un sector que, si bien sostiene los precios de la campaña pasada para la uva, ya ha comenzado a elevar sus pretensiones por los mostos y vinos con respecto a los precios que cerraron la pasada campaña 2018/19 y que no hicieron sino descender.

Primeros precios y gran nerviosismo en el mercado

Aunque hay previsiones que llegan hasta los treinta y ocho millones y medio de hectolitros, la cifra de los cuarenta millones podría ser un buen punto de partida a partir del cual comenzar a planificar una campaña que, a priori, promete resultar bastante ajetreada.

Más como consecuencia de unas existencias considerablemente más elevadas que las de campañas anteriores (aunque hasta dentro de unos días no tendremos datos concretos del Infovi sobre las existencias a 31 de julio), que fruto de la producción, que a nivel europeo se presenta considerablemente más baja, con previsiones en Francia e Italia un doce y dieciséis por ciento respectivamente inferiores, y del veinte por ciento en lo que respecta a nuestro país. El sector productor parece haberse puesto nervioso con la reducción de campaña y haber encontrado en estas previsiones esa mínima excusa con la que justificar pretensiones que van mucho más allá de los precios a los que cerraron los vinos la pasada campaña.

Recuperar parte de lo mucho perdido durante la campaña anterior en las cotizaciones de los vinos con las pretensiones por los mostos actuales, está muy bien y es totalmente legítimo. Medir bien las consecuencias que estos altibajos tienen en los mercados, especialmente internacionales y de los que tan fuertemente dependemos, otra cuestión que está demostrado que no sabemos controlar. Con las repercusiones que al final acaban teniendo en el posicionamiento de nuestros vinos y la capacidad de abrir nuevos mercados con los que ir cambiando poco a poco el mix de nuestros productos. Cuestiones que, teóricamente, todos compartimos, pero por las que cada uno hace la guerra por su cuenta, con resultados que no hacen sino poner en evidencia la pérdida de las oportunidades que nos van dando los mercados.

Veintiséis millones de hectolitros, cifra que llevamos exportados en datos interanuales julio 2018-junio 2019 de vinos, mostos y vinagres, es una parte muy importante de una producción de cincuenta millones como la que obtuvimos el pasado año. Mantener la estabilidad, con crecimientos suaves y continuados en los precios, es la única forma de aumentar esos 1,20 €/litro de precio medio, que están muy lejos del verdadero valor de nuestros productos. Pero ya sabemos que las cosas valen lo que alguien está dispuesto a pagar por ellas. Así es que, o encontramos al comprador que esté dispuesto a quedarse con más de dos mil quinientos millones de litros a un mayor precio, o perseveramos en la idea de que la calidad se imponga. Permitiéndonos desbancar a vinos procedentes de otros países que encuentran en la calidad percibida por los consumidores (que no la intrínseca) la razón por la que los mercados están dispuestos a pagar ese diferencial de precio.

No sabemos lo que va a suceder con las pretensiones de los elaboradores y hasta dónde pueden llevar a las cotizaciones. Pero sí podemos intuir que el consumo no va a cambiar mucho de un año a otro. Ni el interno, sobre el que las campañas que se están realizando son lentas y de resultados tímidos. Ni el de nuestras exportaciones, cuya rigidez es tal que, prácticamente, cualquier variación que se produzca en los precios es respondida con una alteración en el volumen en sentido contrario en la misma intensidad.

En fin, que unas veces porque la cosecha es alta, otras porque los precios son bajos y otras porque el consumo interno no consigue despegar. El caso es que el sector sigue enfrentándose a los mismos males a los que lo hicieron nuestros antecesores, sin más horizonte que el de pequeñas producciones que siendo notables casos de éxito, apenas representan al sector español, ni tienen relevancia sobre el conjunto de sus empresas.

Comentario vendimias

Sin ningún ánimo de entrar en debates que den pábulo a los colectivos negacionistas o alarmistas del cambio climático, cuanto menos hay que reconocer que el “el tiempo está loco”. Las lluvias son escasas, con largos períodos de sequía y, cuando hacen acto de presencia, descargan con fuerza, provocando riadas e inundaciones. Yendo acompañadas, en muchos de los casos, de granizo y aparato eléctrico. Las gotas frías, hoy llamadas Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), que eran propias de finales del mes de septiembre en el Mediterráneo, se han adelantado casi un mes y afectado al centro de la Península. Todo ello bajo unas temperaturas superiores, batiendo récords históricos de máximas.

Lo que para la maduración del fruto en esta campaña ha estado muy bien, nos ha permitido que el viñedo se desarrollase con más o menos normalidad y con ausencia de focos de enfermedades criptogámicas. Con lo que ello representa de horas de trabajo y costes para el viticultor. Pero, lo que es mucho más importante, ha posibilitado el perfecto estado de sanidad en el que están llegando los racimos a las tolvas de las bodegas.

Así tenemos que en esta campaña todas las previsiones coinciden en señalar la gran calidad de la uva y la menor producción con respecto al año anterior. Y si los porcentajes oscilan ligeramente entre unas y otras organizaciones de las que se comprometen en publicarlos; algunas, como el propio Ministerio, se limitan a las declaraciones de su titular en funciones, dejando caer la cifra de cuarenta millones de hectolitros, sin más precisión ni detalle. Podríamos decir que la horquilla entre los treinta y ocho y los cuarenta y un millones de hectolitros comprendería todas las estimaciones.

Tampoco es que existan muchas diferencias entre los precios pagados por la uva en la pasada campaña y esta. Pues, salvado el primer envite de las uvas destinadas a la elaboración de cava, en el que la entrada en acción de dos grandes multinacionales ha revolucionado el mercado con descensos cercanos al treinta por ciento, bajo la explicación de que necesitan bajar los costes para mejorar la rentabilidad de sus elaborados; lo que va conociéndose para los vinos tranquilos supone el mantenimiento de los del año pasado.

Considerando que cerca de dos tercios de la producción se encuentra en manos de las cooperativas (cuyos precios de liquidación conoceremos el año que viene y estarán relacionados con la capacidad negociadora que hayan tenido en la venta de sus vinos y las diferencias por calidades que establezcan sus asambleas). Que el grado de la uva es entre uno y dos grados superior al obtenido el año pasado, y por lo tanto quienes entreguen su uva por kilogrado verán compensada una gran parte de su merma de producción. Así como el mayor volumen de existencias con el que se iniciaba la campaña en toda Europa, consecuencia directa de la gran producción del pasado año. Podríamos decir que no es un escenario tan nefasto como algunos vaticinaban allá por el mes de junio. Aunque todos reconozcan que es necesario aumentar los precios de las uvas para hacer posible cubrir los costes de producción.

Cuestión que pone el punto negativo a una campaña que podríamos decir roza la perfección: gran calidad, producción controlada y planificación de las tareas de recolección.

Atentos y prevenidos

Muy posiblemente no sea el momento más indicado para hablar de este tema y de las consecuencias que podría acabar teniendo sobre un sector tan delicado y sensible a las malas noticias como es el vitivinícola, especialmente el español. Pero es que llevamos ya muchos meses escuchando que nos enfrentamos a un nuevo periodo de recesión, en el que economías tan potentes en nuestro ámbito económico más cercano, como es la Unión Europea: Alemania y Francia, o lo han hecho ya (dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo) o están a punto de hacerlo.

Las consecuencias que esto pueda llegar a tener sobre nuestro sector son imprevisibles, pero, en el mejor de los casos, nada bueno.

Tampoco es que ayude mucho a afrontar con optimismo el futuro más cercano el hecho de que el primer ministro del Reino Unido siga empeñado en sacar a su país de la Unión Europea sin acuerdo. O que el presidente de Estados Unidos se haya enfrascado en una guerra comercial cuyo primer damnificado es China, pero de gran impacto en la Unión Europea, a la que parece haber puesto proa con sus anuncios de un acuerdo con el Reino Unido, el día siguiente a su salida de la UE.

Pensar en economías autárquicas es una gran estupidez (o eso creo yo). Casi tanto como defender políticas proteccionistas. Y, aunque la importancia del sector vitivinícola en el conjunto del comercio es apenas insignificante, el peso del mercado exterior en el sector español resulta vital.

Producciones en términos mundiales inferiores a las del año pasado nos ayudan y pueden hacernos afrontar el futuro inmediato con cierto optimismo, pero, aunque solo sea porque no nos pillen desprevenidos los giros que puedan dar los acontecimientos económicos mundiales, convendría estar atentos e ir tomando las medidas que estén a nuestro alcance.

Momentos como estos, de perspectivas de una cosecha muy ajustada y calidades excelentes, deberían servirnos para plantearnos posibles cambios en las estrategias comerciales en aquellos casos que se consideren necesarias.

Comentario de vendimias

Siendo todavía muchas las cosas que pueden suceder hasta que el último racimo haya entrado en el lagar y las bodegas presentado las correspondientes declaraciones de producción al Infovi. Las previsiones que se barajan de la cosecha 2019/20 son bastante homogéneas, en términos generales. Como diría aquel: “bien, sin entrar en detalles”.

Un volumen inferior al año anterior, un veinte por ciento parece el porcentaje que más se puede aproximar. Lo que servirá para dar salida a la mayor cantidad de existencias que están sin vender del año pasado en manos de la producción. Una calidad del fruto muy buena, o incluso excelente, caracterizada por un mayor grado Baumé de entre uno y dos puntos., así como valores bajos en glucónico y pH adecuado. Y una maduración que evoluciona a buen ritmo, sin accidentes meteorológicos, como granizos o heladas que obliguen a adelantar las labores antes de alcanzar una maduración fenólica adecuada. Son las características que, “sin entrar en detalles”, podríamos emplear para definir esta vendimia.

Si, por el contrario, queremos rebuscar un poco más en esos “detalles”, nos encontraríamos de lleno con el tema de los precios. Una cuestión que todos los años levanta ampollas en entre el sector productor (viticultores) y elaborador (bodegas). Pero este año, las principales bodegas de Cava de este país han conseguido poner en pie de guerra a todo el sector con una reducción cercana al treinta por ciento en sus precios. Por más que sean muy pocos, comparados con lo que es la España vitivinícola total, los municipios que están acogidos a esta Denominación de Origen y, por lo tanto, se han visto afectados; el simple planteamiento de estas grandes empresas, con estrategias empresariales que van mucho más allá de un tipo de vino, al marcar tendencia en los mercados, especialmente exteriores, ha generado gran preocupación entre las organizaciones agrarias que viene a unirse a la tensión propia de todas las vendimias. Momento en que reclaman precios que cubran sus costes de producción, frente políticas de precios bajos basados en la escasa rentabilidad de las bodegas. Y aunque las pocas cotizaciones que se han fijado, hasta el momento, para las uvas con destino a la elaboración de vinos tranquilos son muy parecidas a las que se liquidaron las del año pasado, todavía están por concretarse las de las grandes producciones.