No por conocida y esperada, la noticia deja de tener su importancia, ya que la puesta en marcha, a partir de este 1 de agosto de la extensión del Acuerdo de la Organización Interprofesional del Vino de España al conjunto del sector, fijando su aportación económica obligatoria de 0,18 €/hl de vino envasado y 0,052 €/hl del que se venda a granel; supone el afianzamiento de la Interprofesional del sector y la posibilidad de que cuente con fondos con los que realizar actividades de promoción e información, inteligencia económica, vertebración sectorial investigación, desarrollo e innovación tecnológica y estudios para las próximas cinco campañas.
Su puesta en marcha no impedirá que siga habiendo colectivos que, dirigidos por bodegas de gran predicamento, se muestren contrarios y ejerzan sus derechos a presentar sus objeciones de la forma que consideren más conveniente. No obstante, el hecho de que se haya aprobado esta segunda extensión de norma, supone un gran espaldarazo del sector a una Interprofesional que debiera representar a todo el colectivo, así como dar continuidad a las acciones de información puestas en marcha dirigidas a la recuperación del consumo de vino en España.
Precisamente, en una campaña en la que todas las previsiones apuntan hacia una producción considerablemente inferior a los cincuenta millones de hectolitros elaborados el pasado año, consecuencia, principalmente de la sequía, que ha afectado a prácticamente la totalidad de la geografía española, y a la que se han unido episodios de altas temperaturas, superando récord históricos y fuertes tormentas de granizo.
Emplear el término de “normalidad”, como están haciendo las organizaciones agrarias y cooperativas para definir este descenso, pudiera ser un tanto confuso ya que su fijación siempre resulta complicado de establecer. Especialmente cuando la superficie de viñedo en nuestro país se ha reestructurado en más de un tercio, hacia rendimientos que apenas soportan la comparación con los mejores años. Multiplicar por dos o tres (como mínimo) lo que históricamente se producía en las principales comarcas vitivinícolas hace muy difícil hablar de “anormalidad” cuando obtenemos cosechas que superan los cincuenta millones de hectolitros. Hay que recordar que nuestros competidores, Francia e Italia, los alcanzan con superficies muy inferiores a la nuestra.
El quince por ciento de merma podríamos decir que es el más utilizado por aquellas organizaciones que se han atrevido a publicar sus estimaciones de cosecha, lo que dejaría el extremo inferior de la horquilla en la que se mueven en el entorno de los cuarenta millones de hectolitros. Así, mientras cooperativas Agro-Alimentarias fijan la franja de producción entre los cuarenta y los cuarenta y cuatro millones de hectolitros; la Federación Española del Vino que agrupa a las principales bodegas españolas centra su atención en resaltar que la cosecha media en España de los últimos cinco años ha sido de cuarenta y dos millones de hectolitros. Cifra que coincide con la dada como posible por la organización agraria Asaja, o COAG para la que 42-43 Mhl podría ser la cantidad que acabáramos produciendo este año. De las organizaciones agrarias, es la Unión de Pequeños Agricultores la que se muestra más prudente, no acabando de concretar cifra alguna, limitándose a resaltar el estrés hídrico que está soportando el viñedo y los efectos negativos que sobre la cosecha pudiera acabar teniendo.
En terreno mucho más pantanoso se atreve a adentrarse el consejero de Castilla-La Mancha, Martínez Arroyo, para quien una cosecha que debiera ser “sustancialmente más corta” le lleva a confiar en que los precios de la uva no se vean arrastrados por lo sucedido con los de los vinos y se mantengan en niveles similares a los del pasado año.
Nuestra previsión, a la vuelta de vacaciones, aunque todo parece indicar que no se alejará mucho de esos cuarenta y dos millones de hectolitros.