Tal y como era de esperar tras el tiempo primaveral del que hemos disfrutado en los meses de invierno, las heladas, nieves y granizos han hecho acto de presencia en la práctica totalidad de nuestro país, con especial incidencia en el tercio norte de la península. Hasta el momento y a tenor de la información de la que disponemos, no parece que hayan tenido consecuencias más allá de las puntuales para cada viticultor, pudiéndose concluir que, en términos generales, sus efectos han resultado beneficiosos para la viña. No obstante, todavía es mucho lo que falta por llover para que la cepa reciba la cantidad mínima necesaria para su desarrollo. Aunque tiempo y momentos en los que debería hacerlo quedan muchos.
En lo que se refiere al mercado podemos decir que la climatología tan adversa que hemos sufrido estos meses atrás, y que podía haber cuestionado llevar a buen término el potencial de producción de nuestro viñedo, no parece haber tenido su reflejo en la actividad mercantil. Donde a la caída de las cotizaciones publicadas en nuestra revista desde que se iniciara la vendimia, podríamos completarla con los datos facilitados por el Infovi referidos al mes de febrero en los que se refleja un aumento de las existencias en manos de la producción hasta los 51,6 millones de hectolitros a final del citado mes. Lo que dicho así pudiera no ser muy ilustrativo pero que puede resultar alarmante si lo comparamos con los 42,1 Mhl que se almacenaban a la misma fecha del pasado año.
Es verdad que resta mucho de campaña y, por lo consiguiente, la reversión de esta situación es posible, y si no, al menos paliarla. Aunque las elevadas cosechas de nuestros principales compradores lo hagan muy difícil.
Tampoco del consumo podemos esperar grandes cambios, ya que si bien no disponemos de información estadística concreta, la impresión de las diferentes partes que integran el sector es de un total estancamiento, con ligerísimas variaciones que resultan totalmente insignificantes en el conjunto del volumen. Hablar de consumir diez millones o diez millones y medio de hectolitros sobre una producción del 2018 de 44,1 Mhl de vino resulta, a todas luces, irrelevante.
Con las cantidades de existencias, es prioritario fomentar la exportación para aliviarlas, ya que de otro modo no será un buen año para los viticultores