Quizás solo sea una entelequia

Días atrás Corpinnat, marca colectiva que reúne a nueve productores de cava anunciaba que había tomado la decisión de abandonar la Denominación de Origen Protegida Cava. Todo un jarro de agua fría.

Dejando a un lado cuestiones técnicas, como la limitación geográfica, controles de calidad y etiquetados; planteamientos filosóficos relacionados con el prestigio y el compromiso con el origen manifestado con la voluntad de utilizar solo determinadas variedades; su voluntad de pagar un precio mínimo por la uva o los procesos de elaboración, a los que aluden en su comunicado. Incluso considerando lo que de marketing pudiera haber detrás, esta decisión supone un duro golpe para el propio modelo de Indicaciones de Calidad existente en nuestro país.

No es el primer caso en el que un grupo de bodegueros va más allá en el cuestionamiento del papel de una denominación de origen que la simple aireación de posiciones encontradas sobre normas concretas y exigiendo una mayor diferenciación en sus productos dentro de la propia indicación de calidad.

El modo en que hasta hora se ha ido soslayando este problema; dotándolos de tipologías que permitan ir en esa dirección, no parece haber satisfecho a este grupo de cavistas cuyo abandono será efectivo en un plazo de un par de meses.

Podríamos pensar (sería lo más fácil) que las más prestigiosas bodegas no quieren que se les confunda con aquellas otras cuyos objetivos están más enfocados a volúmenes, donde cuestiones de calidad o prestigio pasan a un segundo plano ante la necesidad de operar con precios competitivos. O ir un poco más allá y preguntarnos si, con las herramientas con las que contamos, es posible, o más sencillo, alcanzar ese último objetivo que todo el sector vitivinícola español declara perseguir: aumentar el valor añadido de nuestros vinos. O, por el contrario, se hace necesaria alguna modificación que permita a los productores presentarse ante los consumidores con modelos diferentes que vayan más allá de esa manida “relación calidad/precio”.

Incluso podríamos llegar a plantearnos si detrás de este tipo de medidas no hay un cierto interés “marketiniano” en aras de una profunda diferenciación del resto.

El gran crecimiento experimentado por los vinos varietales, muchos de ellos nacidos a la sombra de D.O.P.s que han visto mermadas sus contraetiquetas de manera importante, es un buen ejemplo de que nuestro modelo está pidiendo cambios profundos.

El paso dado por la Unión Europea en la simplificación de los procedimientos para la modificación de los pliegos de condiciones y las normas de control es una buena muestra de esa necesidad y, al tiempo, de sensibilidad y voluntad de la Administración europea por hacerlo.

¿Suficiente? De momento ya hemos visto que no. Aunque es de esperar que acabe siéndolo y lo sucedido con el abandono de bodegas de cierto renombre, o la descalificación de algunos vinos de mayor prestigio, acabe por ser bastante y no quede ese extraordinario patrimonio vitivinícola de nuestras denominaciones de origen en un mero estuario en el que encuentren cobijo aquellas referencias cuyas marcas privadas requieren de la fuerza y el respeto de la colectiva que les confiere la contraetiqueta.

Tenemos un importante desequilibrio en el mercado entre lo que producimos y vendemos, y nada hace pensar que se trate de una situación coyuntural. Situaciones como estas no benefician a nadie en su resolución y pienso que bien haríamos si nos planteáramos seriamente qué queremos ser de mayores y cómo pretendemos llegar a ello como sector.

Quizás solo sea una entelequia.

3 thoughts on “Quizás solo sea una entelequia

  1. La aparición y futuro desarrollo de Corpinnat es una buena noticia en la medida que habla de calidad, autenticidad, variedades autóctonas -xarel·lo, macabeu, parellada,…- , valorar el territorio de producción de la uva, precios justos para agricultores y productores de vino espumoso/cava (hace 30 años le llamábamos «xampany» -la palabra catalana para champagne- y no cava)
    Wines Inform Assessors

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