Sin que debamos asustarnos, al menos de momento, sería conveniente ir planteándonos la posibilidad de que la cosecha esté muy por encima de los cuarenta y cuatro millones de hectolitros que se barajaban al inicio de vendimia.
El transcurrir de estas semanas no ha sido fácil, primeras lluvias generalizadas que ponían en peligro la calidad de muchos de los abundantes racimos con los que se presentaba la cosecha, y luego unas temperaturas que no acababan de subir; nos hacían temer lo peor en cuanto a la calidad de fruto, con importantes y generalizados brotes de podredumbre. Afortunadamente, las últimas semanas permitieron que los apretados y numerosos racimos que presentaba la cepa, se secaran, haciendo posible que, en aquellos casos donde los brotes no habían superado la barrera de la amenaza, se transformasen en sólidas esperanzas de una abultada cosecha de una calidad mucho más que aceptable.
En aquellos casos donde el tiempo resultó menos generoso, o simplemente la propia evolución no permitió superar la aparición de los brotes, el trabajo de los enólogos y la actual tecnología con la que cuentan nuestras bodegas, es previsible que permita pasar por alto estos incidentes, sin más reflejo en la producción que la elaboración de productos muy diferentes.
Cuarenta y ocho millones de hectolitros, cantidad que consideramos puede ser una cifra válida sobre la que elaborar nuestras previsiones para esta cosecha en España, dan para todo: para elaborar vinos de excelente calidad, también de calidad media con la que cubrir las necesidades de los primeros precios de entrada y de no tanta con la que elaborar otros productos.
Otra de las cuestiones que llama profundamente la atención de esta cosecha, o de los dos tercios que finalizaron las tareas de vendimia la pasada semana; ha sido el bajo grado que presentaba el fruto, con descensos que llegaban a superar el 1,5% vol. y que llevaron en Castilla-La Mancha a solicitar la autorización de un aumento de grado empleando mosto concentrado rectificado.
En lo referente a los precios de las uvas y mostos a los que están formalizándose las primeras operaciones, podríamos concluir que no hay grandes sorpresas y que, en términos generales, están respondiendo a una reducción en torno al veinte por ciento con respecto a las cotizaciones pagadas el año pasado. Si bien en aquellos casos en los que se habían firmados contratos plurianuales, estos se están respetando sin ningún problema y, en aquellos otros en los que no existían, las tablillas están cumpliéndose tal y como aparecieron al inicio de campaña, con las consabidas penalizaciones atendiendo al grado de glucónico que pudiera presentar el fruto.
Una campaña 2018/19 a la que todavía le restan muchas incógnitas por resolver, especialmente aquellas que hacen referencia a la colocación de un volumen que, sin ser excesivamente importante, ha venido a coincidir con importantes recuperaciones de cosecha en los países de nuestro entorno.