Un sector que busca la estabilidad

Ya en su momento, cuando hablamos de que la Comisión Europea había aprobado los Planes de Apoyo al Sector Vitivinícola (PASVE) de 2019 a 2023, remarcamos que solo para los dos primeros ejercicios 2019 y 2020 estaban garantizados los fondos, los otros tres se encontraban pendientes de lo que pudiera suceder con la nueva PAC y el nuevo Marco Financiero Plurianual (MFP) 2021-2027. Leer la respuesta que ha dado el Comisario de Agricultura y Desarrollo Rural, Phil Hogan, a las organizaciones y asociaciones vitivinícolas al respecto, reiterando que “es imposible conocer con qué dinero contará el sector a partir de 2021”, puede inquietarnos, pero nunca sorprendernos.

Especialmente cuando la Comisión que él preside tiene entre sus principales objetivos la política medioambiental y nuestro sector viene demostrando su compromiso con nuevos estándares para la sostenibilidad y transparencia para los consumidores.

Programas que encuentran en los planes de reestructuración y reconversión del viñedo su principal medida y que en nuestro país ha permitido una adaptación al mercado de más de un tercio de su superficie y sigue presentándose como una medida imprescindible para alcanzar esa profesionalización en el sector de cara a la valorización del producto y que pasa irremediablemente por una reconversión hacia la mayor estabilidad y productividad que sea posible en un cultivo agrícola como es la viña.

Y aunque en estos momentos, en los que las borrascas profundas: Emma, Félix, Gisele se han sucedido de manera casi continuada pudiendo hacernos pensar que el episodio de sequía que vivimos en nuestro país está superado, la ausencia de lluvia y la necesidad de dotar al viñedo del agua necesaria con la que asegurarnos una cierta estabilidad en la producción, es fundamental. Una buena prueba de ese esfuerzo con los recientes datos publicados por la Esyrce 2017, según la cual el número de hectáreas de viñedo de transformación en regadío era de 368.100, habiendo aumentado un 3,53%, alcanzando casi el cuarenta por ciento del total de la superficie de viñedo, siendo, junto con el olivar el cultivo leñoso en el que más se ha implantado el riego localizado.

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