Por más que nos lamentemos de lo bajos que resultan los precios de nuestras uvas y vinos, haciendo muy difícil la sostenibilidad de nuestras explotaciones y el mantenimiento de nuestro tejido industrial allá donde muchas veces no hay alternativa posible. Hay que reconocer, y así lo hacen todos los estamentos, que sin los fondos provenientes de la Unión Europea con el Programa de Apoyo al Sector Vitivinícola Español (PASVE), una parte importante de nuestro viñedo hubiese desaparecido, un considerable número de bodegas y cooperativas cerrado y una vasta extensión de superficie hubiera quedado sometida a los efectos dramáticos del abandono poblacional y desertificación.
Es verdad que los hay que consideran que si estas ayudas no hubieran existido el propio sector se hubiera equilibrado y su futuro no hubiese sido tan negro como lo pintan. Pero, aun con todo y con ello, nadie discute que están resultando muy importantes y necesarias para el desarrollo del sector y su implantación en los mercados internacionales, donde orientamos más del doble de lo que consumimos internamente.
Y algo de sensatez debe haber en este planteamiento cuando, ante la necesidad de reformar la Política Agraria Común (PAC) en 2021 y las consecuencias que pudiera tener sobre la aplicación de los Programas Nacionales de Apoyo (PNA), recién aprobados para el cuatrienio 2019-2023, todas las organizaciones europeas del sector vitivinícola: industria y comercio a través del Comité Europeo de Empresas del Vino (CEEV), productores de vino de origen representados por la EFOW, organizaciones agrarias y cooperativas reunidas en el COPA-Cogeca y la CEVI que salvaguarda los intereses de los viñedos independientes…, todas, han exigido a la Comisión Europea el mantenimiento de los programas nacionales al considerarlos un instrumento determinante para afrontar los desafíos de un sector altamente sensible a los cambios, dada su enorme fragilidad.
Y una buena prueba de lo que estamos hablando la podríamos encontrar en los mismos datos hechos públicos por el Mapama, que referidos al valor bruto de la producción de vino y mosto en origen durante 2017, evidencian un descenso del 2,46% como consecuencia de que el aumento en los precios del 21,3% no ha sido suficiente para compensar la pérdida de producción del 19,6%.
OEMV publicó ayer que durante los nueve primeros meses del año pasado Francia aumentó notablemente sus ventas de espumosos y envasados, con gran valor añadido, a precios más elevados. que Italia aumentó sus ventas en todas las categories, sobretodo en espumosos. También que Portugal facturó más por sus ventas de envasados, espumosos y graneles. De España tan solo dice : «Fuerte caída en volumen por el desplome del granel». Este es el resultado de tener unas Denominaciones de Origen que no son fiables ya que no cumplen lo establecido en el Reglamento CE 607/2009!!!