Bajo el lema “Marida mejor tu vida con vino”, la Organización Interprofesional del Vino de España (OIVE) pone en marcha una campaña informativa y de promoción con la que se pretende rejuvenecer la imagen del vino entre los consumidores y normalizar su consumo cotidiano.
Desde luego no es algo que a los lectores de SeVi les pueda sorprender, ya que hemos ido siguiendo el asunto desde el primer día con sumo interés. Y sí congratular, por ver hecha realidad una aspiración que desde el sector se lleva años demandando y que no acababa de concretarse.
Para ello ha sido necesaria la creación de una Interprofesional que fuera capaz de dotarse de una extensión de norma (contribución obligatoria de las bodegas) con la que nutrirse de fondos para llevarla a cabo. La constitución de una estructura mínima capaz de gestionar los recursos y coordinar los trabajos. La realización de un estudio de mercado que pusiera en evidencia aquellas fortalezas de las que debiera valerse para hacer frente a sus debilidades. Y la contratación de una agencia de convirtiese todo eso en un mensaje que comunicar en los diferentes medios al consumidor de la calle.
Todas y cada una de estas etapas han estado repletas de problemas a los que ha habido que ir dándole solución con más voluntad que recursos. Sin ningún género de dudas, no satisfará a todos, pero (y en mi opinión lo más importante) el martes 14 será presentada por la Ministra Isabel García Tejerina una campaña dirigida a recuperar el consumo cotidiano de vino en nuestro país.
Todos, aficionados y detractores somos conscientes del gran “glamour” que envuelve al vino, el enorme interés que despierta y lo interesante que resulta el tema en cualquier conversación. Pero también hemos podido comprobar de qué manera su consumo se ha complicado sobremanera en los últimos lustros, dotándolo de un boato instigado desde el propio sector que, claramente, se nos ha ido de las manos.
Convertir un producto alimenticio en un artículo de lujo tiene consecuencias muy importantes en su propia concepción. Transmitirlo adecuadamente, con un mensaje coherente, en los medios adecuados y empleando un lenguaje asequible, no es fácil, ni podríamos decir que se ha conseguido por muchas bodegas e instituciones responsables de que así hubiese sido.
Bajo el paraguas de la tradición hemos confundido a nuestros clientes, dando por sentados unos conocimientos de los que carecían, insistiéndoles en evidenciar sus deficiencias.
Y cuando se ha utilizado su imagen, lo ha sido para alertar de los graves perjuicios que sobre la salud o el tráfico tiene un consumo inapropiado.
Vencer todo esto no va a resultar una tarea ni fácil ni rápida. Va a requerir tiempo y mucha perseverancia. Pero, por primera vez, el sector dispone de una organización transversal de la que valerse y de unos fondos con los que dar sus primeros pasos.
Llegarán los malos momentos en los que quienes dudan de estas organizaciones colectivas dispongan de datos con los que justificar sus posiciones. Habrá que estar preparados para perseverar en la creencia de que solo desde la colectividad será posible recuperar el consumo de vino en España y dotarlo de un mayor valor añadido.
La escasez de una cosecha a nivel mundial que ha elevado los precios a niveles inimaginables podría parecer que no es el mejor escenario para aspirar a aumentar el consumo de un producto en clara tendencia alcista de precios. Pero si tenemos en cuenta los bajos precios de nuestros vinos, así como la escasa repercusión que sobre el precio de la botella representa el coste del líquido, puede incluso que el momento resulte favorable.
Tenemos una gran oportunidad para dar un gran salto cualitativo y la vamos a aprovechar.
Me parece difícil que aumente el consumo cuando está muy claro que los consumidores prefieren vinos característicos del sitio de donde proceden y las Denominaciones de Origen siguen autorizando imitaciones de vinos franceses…