Decir que en estos momentos toda la atención del sector se encuentra dirigida a las vendimias y sus consecuencias sobre los precios de uvas, mostos y vinos, sería tanto como no decir nada. Parece lógico que en los primeros compases de la campaña, viticultores y bodegueros establezcan sus estrategias y organicen sus equipos de cara cumplir con esos objetivos marcados.
En esta especie de ecuación que marca las estrategias, las existencias con las que partimos juegan un papel preponderante, ya que son un punto de partida que no solo se sumará a lo que podamos obtener, sino que condicionará esos primeros meses que van hasta que se encuentran disponibles los nuevos mostos y vinos.
Pues bien, este pasado lunes 18 de septiembre, el Mapama reunía al sector para informarle sobre los datos del Infovi correspondientes al mes de julio (último de la campaña 2016/17) y concretarle que las existencias ascendían (a 31 de julio de 2017) a 33.533.021 hectolitros entre vinos y mostos, lo que representa un 9,21% más sobre la cantidad con la que se inició la anterior campaña. De estos, 21.577.507 lo son de vino (+9,81%) y 1.654.320 (-1,11%) de mosto sin concentrar y concentrados. Destacando los vinos varietales y mostos parcialmente fermentados que representan volúmenes un 33,31% y un 434,24% respectivamente mayores.
Pero no nos entretengamos mucho más en cifras, que pueden encontrar en La Semana Vitivinícola con un gran detalle. Aquí la pregunta que surge es si esos 2.847.378 hectolitros que disponemos de más vino serán suficientes para hacer frente a la reducción de cosecha que vamos a tener.
Las estimaciones señalan que los treinta y cinco millones de hectolitros pudieran ser una cifra sobre la que oscile la cantidad de vinos y mostos de la campaña 2017/18. No en vano las que nosotros realizamos, y vamos actualizando diariamente en nuestra web, nos arrojan una horquilla entre los treinta y seis y treinta y siete millones de hectolitros, y bajando. Lo que supone que esos tres millones de más en los stocks están muy lejos de poder compensar la pérdida de nueve millones de hectolitros que pudiéramos acabar teniendo respecto a la campaña anterior.
Así se explica lo que está sucediendo con los precios de las uvas, que marcan niveles claramente superiores a los del pasado año, con pretensiones por parte de los bodegueros por sus mostos que prácticamente doblan las del inicio de la anterior campaña.
¿Son sostenibles esas pretensiones? ¿Resultan competitivos nuestros elaborados?
Esas son las cuestiones que cada bodega deberá plantearse a la hora de definir su estrategia.