Hablar del sector vitivinícola y no hacerlo del volumen de cosecha que las diferentes organizaciones y profesionales manejamos es prácticamente imposible. Es más, incluso podríamos decir que resulta carente de toda actualidad informativa, si consideramos las importantes consecuencias que ya está teniendo en los mercados, especialmente en sus cotizaciones, que se están viendo fuertemente alteradas como resultado de lo sucedido con las vendimias en España, pero también en Francia e Italia, dos de nuestros principales países compradores y que se están viendo con importantes reducciones de cosecha.
Y aunque hablar de su vertiente cualitativa pudiera parecer un aspecto relevante, lo bien cierto es que, porque así lo señalan los datos analíticos u organolépticos, nadie cuestiona la calidad de los mostos y vinos que van produciéndose fruto de esta cosecha. Muy posiblemente por la ausencia de enfermedades que afecten al estado sanitario que presenta la uva en el momento de su descarga en la tolva de la bodega.
Lo que sí preocupa mucho es lo que puede acabar sucediendo con los precios, en clara escalada alcista desde que se iniciara la vendimia, y a la que nadie se atreve a ponerle límite. Todos son conscientes de que esto no puede llegar a ser una cuestión transcendental con consecuencias de las que, no muy tarde, debamos estar arrepintiéndonos. Pero, de momento, nadie parece querer saber de esas posibles consecuencias y todos aspiran a aprovechar la ocasión de una reducción muy considerable de la oferta existente en el mercado mundial para, así, hacer valer la ley de la oferta y la demanda.
De cualquier forma, una circunstancia que nos ayudará mucho, o al menos en eso confiamos, a ser prudentes en nuestras aspiraciones (y no matar la gran oportunidad que se nos presenta de elevar el precio medio de nuestros vinos y andar en el camino que toda la colectividad vitivinícola española se ha marcado, aunque no hayan sido capaces de concretar y reflejar negro sobre blanco cómo hacerlo y las diferentes fases y acciones por las que hay que pasar hasta conseguirlo) serán los datos mensuales que a través del Infovi dispondrá el sector de las ventas y existencias. Información con la que hasta ahora era imposible conocer su evolución, ya que no se disponían de datos de campañas anteriores, y que a partir de ahora, aunque, eso sí, con una demora de dos meses (en septiembre conoceremos los referentes al mes de julio), nos permitirán saber si las pretensiones de nuestros operadores están muy por encima de lo dispuesto a pagar por los posibles compradores y nuestras existencias no disminuyen al ritmo en el que deberían hacerlo o, por el contrario, somos capaces de aunar volúmenes y precios para que en el mercado exterior sigamos colocando dos veces y media lo que consumimos interiormente.
Por extraño que pueda parecer, nuestro objetivo a medio y largo plazo no puede ser el mantener ese nivel de exportaciones. Ser la bodega de la que se abastecen nuestros competidores directos, y a los que les estamos haciendo el juego con nuestros graneles, tiene un futuro tan negro como cierto. Nuestro objetivo tiene que seguir siendo colocar nuestros vinos, debidamente envasados, con nuestra marca y origen español, en los mercados internacionales.
Campañas como esta 2017/18 debieran ser una excelente oportunidad para intentar desplazar de los lineales de las grandes cadenas de distribución mundiales a nuestra competencia, con productos de calidad y precios más competitivos de los que serán capaces de hacerlos ellos. Para ello solo tenemos que definir muy bien nuestro objetivo, actuar en consecuencia y no lamentarnos cuando las cifras de exportación de graneles de bajo precio bajen, más de lo que nuestros vinos envasados o a granel con indicación de origen crezcan. El mercado es una carrera de fondo que ganan los que más resisten.
Acabo de recibir el DECANTER de Octubre donde consta que el consumo de vinos espumosos en Estados Unidos aumentaron su venta un 12% el año pasado y que el 97% de los jóvenes de entre 18 y 25 años dicen que consumen Prosecco.
¿Cuando se entenderá en España que los consumidores no quieren vinos con personalidad propia y por esto el Cava ha perdido el liderazgo que tenia cuando se producía exclusivamente con variedades autóctonas?