Si queremos recuperar el consumo de vino y potenciar la cultura vinícola, tendremos que hacer mucho más que campañas basadas en discursos trasnochados.
De una forma u otra estoy seguro que en los próximos años vamos a llevarnos grandes sorpresas en este sector. Unas relacionadas con nuestras exportaciones, donde destinamos casi dos veces y media lo que consumimos en el mercado interior, y que suponen la piedra angular en la que se sustenta nuestro sector. Otra en el propio consumo interno, que mostrará una clara recuperación. Y la última, y no menos importante, en la misma estructura sectorial, donde bodegas, pero también viticultores y asociaciones, deberán ajustarse a unas nuevas reglas de mercado donde todo no es producir bien y barato, sino también, o especialmente, darlo a conocer.
Y no es que tenga dotes adivinatorios (qué más me gustaría), sino porque está bien claro que la misma sociedad está cambiando. Como bien demuestran los resultados de los referéndum y elecciones que se convocan y que ponen de manifiesto que la sociedad (conjunto de personas que la componen) ni tienen las mismas necesidades que hace apenas veinte o treinta años, ni la misma manera de reaccionar ante los acontecimientos.
Últimamente se habla mucho de los “millennial” señalándoles como responsables de los grandes cambios generacionales que estamos viviendo. Y aunque no todos los autores se ponen de acuerdo en su rango de edad, podríamos decir que se trata de los nacidos entre 1984 y 2000 y cuyas principales características son una personalidad más crítica, pensamiento estratégico, más sociales, donde la democratización de la información y los procesos de tomas de decisiones se han visto afectados fuertemente por la llegada de internet. En definitiva, gente que lo cuestiona todo, que lucha por ser independiente y que tiene en las redes sociales un excelente medio de comunicación en el que expresarse.
En el sector nos empeñamos por traer al consumo de vino a estos jóvenes y justificamos nuestro fracaso alegando que nos hemos olvidado de ellos.
Muy posiblemente sea cierto y nos hayamos olvidado de ellos, pero yo me pregunto ¿qué tienen en común estos consumidores con los de la generación silenciosa (1920-45), los del baby boom (1946-64) o incluso la Generación X (1965-83)? ¿Acaso les interesa lo mismo, utilizan los mismos medios para comunicarse, el mismo lenguaje, tiene los mismos gustos?
El escaso consumo de España, apesar de los millones de turistas que nos visitan y la exportación a bajo precio es debida a que los vinicultores no se han enterado de que los consumidores prefieren vinos diferenciados con sabor caracteristico del sitio donde se producen y en España todavia se producen principalmente vinos afrancesados… Cuando un turista va a la Comunidad Valenciana y pide arróz espera que le traigan una paella valenciana, no un arróz a la cubana…
Yo creo que es una cuestión de paciencia. Los jóvenes de esa generación van descubriendo lo que es bueno. Por otro lado habrá que ver como desbancar la posición dominante de la cerveza.¡ Y sin complejos! Esto es una lucha por un espacio y hay que presentar batalla.
Me ha parecido una reflexión muy certada y necesaria.
En general el sector del vino está muy alejado de las maneras de vivir de esa gente joven a la que se quiere seducir. Hay que ofrecerles lo que ellos quieren y en la forma que lo quieren, nos guste o no, si los queremos a nuestro lado.
Ya hay quien està reaccionando en esa dirección, pero es todavía una pequeñísima minoria.