Ha pasado una semana y la noticia sigue siendo las fuertes heladas que afectaron al tercio norte peninsular. Y es que los daños han sido cuantiosos ya que, al efecto tan pernicioso que para el viñedo suponen las heladas, el avanzado estado vegetativo que presentaba la planta no ha hecho sino complicar aún más la situación.
Galicia, prácticamente en su conjunto ya que solo Rías Baixas parece haberse librado. Castilla y León, donde desataca de manera sobresaliente el Bierzo, pero no se quedan atrás en daños otras zonas tan emblemáticas como Ribera del Duero, Toro o Rueda, sin olvidarnos de Arribes o Arlanza y Tierra de León. Y con importantes consecuencias en toda la zona alta de la Denominación de Origen Calificada Rioja; en la que se han visto afectados tanto los de Rioja como los de Álava. Suponen el colofón a un importante problema de producción en la zona de España donde se concentra la mayor parte de los viñedos de mayor calidad (si por esta entendemos donde más se paga por sus uvas).
Aunque la prudencia y la gran capacidad que la planta tiene de recuperarse de fenómenos como este aconsejan mantener una cierta precaución a la hora de realizar estimaciones de daños y consecuencias sobre la próxima cosecha; es totalmente indiscutible que acabará viéndose afectada de manera sobresaliente y que ello tendrá consecuencias directas y muy importantes sobre las cotizaciones de las uvas, mostos y vinos.
Ya, de hecho, se puede decir que estas consecuencias están dejándose notar en el mercado, pues aunque las cotizaciones de los vinos todavía no son firmes y es complicado fijar la horquilla, los comentarios de todos los que tiene algo que decir en este sentido son unánimes: la propiedad ha replegado velas, sus existencias se han convertido en un bien “deseado” y lo más indicado es sostener una postura conservadora. “No sabemos lo que nos puede hacer falta”.
Y aunque las zonas citadas han sido las más afectadas, no se puede decir que hayan sido las únicas. Somontano, Empordà, algunas zonas del Levante, también se han visto dañadas por este fenómeno y sus cosechas se han visto asimismo implicadas.
Pero lo más curioso es que sus consecuencias se han dejado notar no solo en aquellas zonas que verán reducidas sus producciones, sino también en aquellas otras que no lo han sido, pero que aspiran a beneficiarse de la situación. La disminución en la cosecha y las producciones controladas de los productores del Hemisferio Sur les permite albergar la esperanza de unas disponibilidades ajustadas que absorban un incremento en las cotizaciones de las uvas y mostos de la próxima cosecha, pero cuyas consecuencias comenzarán a notarse ya en las próximas semanas, con un fortalecimiento de la parte vendedora que se vea correspondida por un aumento de los precios.
De cualquier forma y, aun a riesgo de equivocarme, no estaría mal que no perdiésemos la cabeza y que la codicia no nos abocara a una situación de paralización del mercado. Vender más caro es una aspiración digna, pero querer ir mucho más allá del valor que reconocen los mercados a nuestros diferentes productos puede tener consecuencias muy negativas en el devenir de la campaña. Una vez más tenemos la oportunidad de demostrar que la consolidación de los precios se consigue con pequeños incrementos en los precios que aumenten el valor de nuestros vinos (valor y precio son conceptos que poco tienen en común). Tenemos la oportunidad de dar un pequeño paso, pero firme, en este camino, en lugar de optar por una zancada que ponga en peligro nuestra estabilidad.
Tenemos experiencia suficiente para saber de primera mano lo que sucede cuando buscamos especulación en lugar de sostenibilidad de un negocio.
Elegir cómo caminamos solo depende de nosotros.