El futuro del sector, al menos en lo que mi imaginación da, está bien claro que pasa por la exportación, ya sea manteniendo aquellos mercados en los que hoy somos líderes, o abriendo otros con nuevos productos de mayor valor añadido. Sin entrar en muchas disquisiciones sobre lo posible y lo imposible, la realidad acaba imponiéndose a los deseos y nuestro porvenir pasa, irremediablemente, por esta evolución.
La misma entrada en producción de países hasta ahora insignificantes en el panorama vitivinícola mundial, o los cambios en la demanda de unos consumidores con unos estilos de vida por conocer, hacen que esta evolución se vaya imponiendo y de nuestra capacidad de adelantarnos a esos cambios y adaptación a lo que vaya sucediendo dependerá nuestro nivel de éxito.
La globalización de los mercados, la homogeneización de las sociedades y los consumidores, son factores que pueden ayudarnos en esta evolución que debemos realizar. Pero, cuidado, porque cuando hablamos de posibles ventajas también lo estamos haciendo para nuestra competencia, lo que hace que cualquier oportunidad sea también una amenaza.
Uno de los aspectos que deberíamos analizar con algo más de profundidad de lo que normalmente lo hacemos no es tanto el tipo de producto que exportamos y el bajo precio al que lo hacemos, como los países a los que les vendemos y la órbita comercial en la que se encuentran. Considerar la Unión Europea como un mercado exterior bien podría considerarse, en sí mismo, una contradicción, ya que el propio espíritu de su existencia es la libre circulación de personas y mercancías por su territorio. Un Mercado Único.
Según los datos de la Comisión Europea, durante 2015 las exportaciones Extra UE-28 fueron de 21,972 Mhl, 9.813,3 M€ y a un precio medio de 4,47€/litro. Cifras que en sí mismas puede que no nos digan mucho. Ahora bien, si tenemos en cuenta cuál es nuestro peso (el de España) en esas cifras, a lo mejor podamos sacar alguna conclusión, aunque sea muy superficial.
En volumen, España contribuyó al comercio extra UE-28 con 5,749 Mhl (26,16%), Francia con 5,897 (26,84%) e Italia 6,556 (29’84%), como podemos ver cantidades muy similares. Menos parejas resultan las cifras correspondientes al valor, donde con 1.037 M€ España solo contribuyó con un 10,58%, cuando Italia lo hizo con 2.603 M€ (26,53%) y fue Francia la que más aportó, un 46,86% con sus 4.599 M€. Resulta fácil imaginar que si combinamos adecuadamente estos dos valores tendremos unos resultados en cuanto al precio medio donde no salimos muy bien parados. Haberlo hecho en el conjunto de la extra UE-28 a 4,47€/l y que nuestro país sea el que más bajo lo ha hecho de todos los países productores con un precio medio de 1,81 €/l cuando Portugal lo hizo a 2,25, Italia a 3,97, Alemania a 4,71 y Francia a 7,8 €/l, nos puede dar una idea bastante exacta del largo camino que nos queda por recorrer.
Y de las muchas posibilidades que tenemos, pues, al margen de cuestiones de índole crematística, deberíamos animarnos al comprobar como al tercer país al que más le vendemos y, sin duda, el objetivo prioritario de todo el comercio mundial: EE.UU, lo estamos haciendo a 4,20 €/l, por encima de los 4,02 de Italia o los 4,00 a los que lo hace Portugal, aunque muy lejos de Francia con sus 10’31€/l. Y a que en ese gran mercado de futuro, que todos se empeñan en señalar, que es China, tenemos todavía un gran tramo por recorrer ya que somos los que más barato de todos vendemos: a 1,48, cuando el precio medio es de casi el doble, 2,88 €/l. Situación que se repite prácticamente con el resto de países, donde todos nuestros socios comunitarios venden a un precio muy por encima del que lo hacemos nosotros.
La majoria de las Denominaciones de Origen españolas no respectan el reglamento CE 607/2005 por lo que crean rechazo y sus vinos solo se venden a bajo precio
Felicidades por el interesante artículo
Wines Inform Assessors