Las vendimias van tocando a su fin, los mostos terminando sus fermentaciones y la comercialización de mostos y vinos adquiriendo un gran protagonismo, propio del comienzo de campaña pero que, sin duda, condicionará fuertemente su evolución, al menos la de los próximos cinco o seis meses hasta que empecemos a ver cómo ha evolucionado el viñedo, información con la que comenzar a elucubrar con posibles nuevas cosechas.
Vigilar de cerca lo que suceda con los mercados exteriores es una tarea que no debería ser ajena a ningún operador. No en vano es con gran diferencia nuestro mejor cliente y al que le vendemos prácticamente el sesenta por ciento de nuestra producción. El resto va a consumo interno, mostos y destilación para la obtención de alcoholes de uso de boca; utilidades que todas juntas están muy por debajo de nuestras exportaciones.
Durante el mes de julio ya pudimos observar una cierta ralentización de la marcha de nuestras ventas al exterior con una pérdida del 3,5% en volumen si hablábamos de vino exclusivamente pero que se elevaba hasta el 10,8% cuando incluíamos aromatizados, mostos y vinagres. Al contrario de lo que sucedía con el valor que aumentaba un 2,1% y un -0,8% respectivamente.
La duda estaba en saber si se trataba de una circunstancia normal del mercado ante la reducción de la oferta y la llegada de la nueva cosecha, con pretensiones algo más elevadas por parte de todos los vendedores. O si, por el contrario, se trataba de un cambio de tendencia en el mercado que fuera consolidándose con el paso de los meses.
En campañas no muy lejanas tenemos un perfecto ejemplo de cuál es la reacción del mercado a una elevación en el precio medio. Y sabemos que por más margen que nos digan los expertos que tenemos, dada la gran diferencia que existe entre nosotros y el siguiente país que más barato vende sus productos vitivinícolas de menor precio; el mercado acaba reaccionando de manera inversamente proporcional.
Lamentablemente los datos del mes de agosto no nos permiten pensar que se trata de una situación pasajera en la que no se vuelva a repetir esa reacción. Elevar nuestro precio hasta los 1,17€/litro en vino frente al 1,08 del interanual anterior es muy bueno, pero eso ha supuesto en términos de valor crecer un 1,19% a costa de perder en términos de volumen un 5,3%, siendo los vinos tranquilos a granel los que (con una pérdida del nueve por ciento) mayor parte de esa disminución han tenido que soportar, mientras que los envasados apenas bajaban medio punto porcentual.
Todos, desde bodegas a organizaciones e instituciones, coinciden en señalar que las circunstancias de una estimación de producción en la Unión Europea de 165,6 millones de hectolitros (-5%), pérdida que a nivel mundial llega hasta el (-6%) ante las malas cosechas de Argentina y Chile, son muy positivas para nuestras aspiraciones y que debemos ser inteligentes y aprovecharlas para mantener los volúmenes e incrementar razonablemente los precios. Hasta el momento esto no se ha producido, pero habrá que confiar en que, conforme vayamos disponiendo de una información más precisa de las cosechas, la situación vaya cambiando y haciéndose realidad nuestros deseos.
Mención especial merecen los datos del INFOVI correspondientes al mes de agosto, no ya por su contenido, huérfanos de parámetros con los que poder compararlos. Pero que suponen un gran paso hacia adelante en todo lo referente a disponer de una información actualizada y fiable del sector. Así como la puesta en marcha de una Extensión de Norma que, con su emisión a finales de este mes de la primera factura a los operadores, iniciará la recaudación de unos fondos encaminados a conocer mejor las necesidades del sector, mejorar la información y recuperar el consumo interno.