Es habitual que en estas fechas los rumores sobre la nueva cosecha vayan adquiriendo protagonismo y desde instituciones y organizaciones profesionales y empresariales se viertan impresiones y estimaciones sobre lo que nos deparará la vendimia 2016. Cuando nos enfrentamos a una producción superior a la del año pasado y las condiciones generales permiten pensar en que es posible que esta situación, lejos de verse correspondida con una reducción en los precios de las uvas (lo que sería lo normal si atendiésemos exclusivamente a la ley de la oferta y la demanda), apunta hacia una recuperación de la cotización; la atención se hace todavía más notable y los cálculos se suceden en todos los medios de comunicación.
Lo que ya no es tan habitual es encontrarse con que estas estimaciones son tratadas con el rigor periodístico que requieren, ya que, en algunos casos, se confunden variaciones con respecto a la cosecha del pasado año con la de la media de la zona, o la “normal” (que seguimos sin conocer exactamente qué significa). Incluso confundiendo localidad, comarca o región con denominación de origen. Por no hablar de mezclar kilos con litros, o pesetas (euros sería lo más correcto, pero es que todavía sigue empleándose nuestra antigua moneda en el sector) por kilo, por el kilogrado, sin citar, por supuesto, el grado.
En fin, un sin número de “pequeños detalles” que, la mayoría de las veces sin ninguna mala intención, lejos de arrojar luz sobre la nueva vendimia, lo único que consiguen es sembrar las dudas y ocasionar un cierto desazón en el lector ante la inseguridad de estar entendiendo correctamente lo publicado.
Tampoco son ajenas a esta situación “las fuentes”, que en algunas ocasiones juegan a utilizar diferentes magnitudes para lanzar un mensaje confuso que beneficie sus intereses.
Sea como sea, y con el compromiso, como siempre, de ofrecerles la máxima información contrastada y homogeneizada, las primeras estimaciones realizadas por la organización agraria Asaja apuntan hacia una cosecha que podría resultar en el entorno de los cuarenta y seis millones de hectolitros de una uva de buena calidad. También los hay que consideran que esta cifra estaría muy por debajo de los cincuenta millones de hectolitros en los que sitúan la cosecha, pero a estas fuentes no las tenemos debidamente identificadas y sus estimaciones habrá que situarlas en cuarentena.
Sobre los rumores, que es lo único que de momento se conoce, relativos al precio de la uva, todo apunta hacia un sostenimiento de los pagados en la campaña pasada, o incluso a que sean algo superiores. Dependiendo de la calidad, variedad y zona de producción. Y aunque, en términos generales, podría decirse que los varietales foráneos comienzan a mostrar síntomas de debilidad en algunas zonas, dada la entrada en producción de numerosas hectáreas de las reconvertidas y reestructuras; tampoco aquí esos comentarios permitirían decir que, por norma general, fueran a ser inferiores sus cotizaciones.
Existencias a final de campaña ligeramente inferiores a las del año anterior, aun cuando los datos oficiales no los conoceremos hasta el mes que viene. Cosechas inferiores en el Hemisferio Sur, así como en Francia o Portugal y similares en Italia; albergan la esperanza de nuestras bodegas de enfrentarnos a una campaña en la que, a poquito que no nos pongamos nerviosos, sea posible mantener los mercados y el nivel de volúmenes récord de exportación de esta última campaña e incrementar un poco (cinco o diez por ciento) los precios.
Es más, incluso los hay (castellano-manchegos) que están dispuestos a solicitar del Ministerio la puesta en marcha de los mecanismos que tiene el sector a su alcance, para autorregularse y ordenar la producción y las disponibilidades en cada momento para facilitar esa recuperación de los precios.