Aunque dar por superada una primera etapa, en la que asumir que el Vino es el que debe adaptarse a los mercados y encontrar el hecho diferenciador que le permita ser atractivo al consumidor, podría sonar demasiado pretencioso (especialmente considerando la evolución de muchas de nuestras bodegas y la escasa estructura comercial, tanto en el mercado nacional como de exportación); son pocas las que todavía hoy mantienen que deben producir lo que tradicionalmente han venido elaborando y descargar en los “comerciales” toda la responsabilidad de encontrar compradores que reconozcan su calidad y estén dispuestos a pagar por sus elaborados.
Y aunque los hay que consideran la globalización como una gran amenaza a la que es muy difícil hacer frente con nuestras condiciones de cultivo, la insistencia de todos los estudios que se publican y la validación que supone la experiencia de un notable número de bodegas españolas, de todo tamaño, estructura y localización geográfica, permiten asegurar que mantener la personalidad del origen, su terruño, variedades autóctonas, prácticas tradicionales…, lejos de ser un hándicap para darse a conocer por el mundo, suele ser un valor añadido mucho más preciado allende nuestras fronteras que en los mercados locales o de cercanía.
A pesar de los numerosos e interesantes estudios realizados por el Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), algunos elaborados por la consultora Nielsen, los de Rabobank, y alguna otra fuente que estoy dejándome fuera de manera totalmente involuntaria, el sector vitivinícola español sigue estando necesitado de estudios que pongan en negro sobre blanco lo que una gran mayoría de nuestras bodegas ya conocen, y las que no, lo intuyen. Para eso son necesarios fondos, muy cuantiosos si quienes deben hacer frente son bodegas de manera individual, de cierta importancia para organizaciones empresariales o profesionales, pero totalmente asumibles para el total del colectivo vitivinícola español, representado (como esperemos que así sea) por su Organización Interprofesional del Vino Español (OIVE), cuya próxima extensión de norma le dotará de recursos financieros suficientes para abordarlos.
Vinos fáciles, sencillos, “para todas las ocasiones”, en los que predominen los aromas frutales y frescos. Presentaciones joviales, desenfadas y elegantes en tamaños adecuados a una sociedad en la que abundan los hogares monoparentales y en la que el consumo está prácticamente limitado a una o dos copas al día. Con una clara concienciación medioambiental de sus bodegas y viticultores por dejar a sus hijos un planeta mejor del que encontraron. Sin perder de vista que el vino debe ser una bebida que nos haga disfrutar, emocionarnos y sacar lo mejor que de cada momento seamos capaces. Sin más parafernalia de servicio o términos en su descripción que los estrictamente necesarios para disfrutar de sus cualidades con plenitud. Incluso la elaboración de productos dirigidos a mercados muy concretos y campañas de comunicación acordes a estos valores. Son cuestiones en las que, estoy seguro, coincidirán todos conmigo y por cuya puesta en marcha están trabajando muchas bodegas y viticultores, algunas organizaciones y unas pocas instituciones que bajo el lema de “mínima intervención” mantienen posturas expectantes ante las necesidades del sector.
Excepción hecha de campañas que promuevan el consumo de vino entre la población, totalmente impensables en España, que vayan en detrimento de bebidas de mayor graduación. Como hacen en otros países con una grave problema de alcoholismo entre su población y donde están utilizando al vino como producto alternativo con el que combatirlo. Campañas que solo pueden tener una orientación formativa, frente aquellas otras de incitación al consumo desbocado de cinco o más bebidas alcohólicas en una día, el “binge drinking”.
¿Cómo es posible que a tantos vinicultores les cueste entender que es conveniente mantener la personalidad del origen, con variedades autóctonas y practicas tradicionales?
Glad I’ve finally found sohnemitg I agree with!
Totalmente de acuerdo con lo expuesto en el artículo. La personalidad siempre da buenos resultados a medio o largo plazo, cosa que a algunos se les hace muy cuesta arriba de entender.
El vino jovial y desenfadado, fácil y ligero, y cerrado con tapón de rosca (pero bien hecho!!!) es lo que nos va a permitir captar al público más joven, y que pasen de la Fanta al vino evitando -o minimizando- que pasen de la Fanta al vodka, que es donde está el riesgo para la salud.