Con más o menos acierto (eso solo lo sabremos una vez conocidas las primeras declaraciones de producción allá por finales de diciembre, si es que no se vuelve a producir un aplazamiento), desde SeVi vamos perfilando nuestra estimación y reduciendo la horquilla entre los cuarenta y uno y los cuarenta y dos millones de hectolitros, o dicho en porcentaje con respecto a la cosecha del 2014, entre un 8 y un 5 por ciento menor.
Volumen que, en ningún caso, parece que vaya a generar grandes tensiones, ni en un sentido ni en otro, en el mercado. Pues si bien ya hay vinos por los que se han pagado cotizaciones muy superiores a las del mercado, su aumento responde más a las características especiales de los elaborados que a las propias condiciones de un mercado que, aunque mejora sus precios, las subidas son de una forma moderada.
La sanidad del fruto sigue confirmándose ante la ausencia de agentes meteorológicos que perjudicasen la correcta maduración de la uva. Y aunque en estos últimos días los episodios de lluvia y viento se han generalizado en toda España, las hectáreas que restan por vendimiar podríamos decir que son despreciables para el conjunto de la producción nacional.
A destacar el adelanto entre siete y diez días en términos generales de las vendimias con respecto a las fechas que eran habituales. Lo que ha vuelto a reavivar la tradicional polémica sobre si se debe a un cambio climático o, simplemente, se trata de oscilaciones normales en los ciclos.
Por lo que respecta al resto de productores europeos es de destacar que tampoco se han producido variaciones de consideración en sus estimaciones, manteniendo Alemania una disminución de poco más del cuatro por ciento, y el resto de países crecimientos moderados del uno por ciento en Francia, ocho en Portugal y once en Italia.