Las vendimias en España

Con las vendimias prácticamente acabadas en Jerez y a más de una semana para que se generalicen definitivamente en el resto de las regiones españolas, la climatología se está comportando caprichosamente, haciendo variar las previsiones de un día para otro, y con escaso margen de éxito.

Lo que hasta hace bien poco era una campaña dominada por el adelanto de dos semanas de un fruto, eso sí, de una sanidad envidiable; los fuertes calores, la ausencia de agua (antes) y las tormentas (ahora), han ido ocasionando modificaciones sustanciales en las previsiones cuantitativas de una cosecha marcada por los cambios.

Obligar a las bodegas a formalizar un contrato en el que se especifique precio de la uva y fecha de pago (que no podrá ir más allá de los treinta días trascurridos desde la descarga del último remolque), es una cuestión que, por extraño que pudiera parecer, está obligando a las bodegas (a las cooperativas no les afecta, siempre y cuando se trate del fruto de sus socios) a modificar su modus operandi y generando protestas (cada vez menos) por lo que consideran un grave perjuicio comparativo que les está obligando a asumir unos costes financieros para los que no tienen margen.

Afortunadamente, Dios aprieta pero no ahoga, y esas iniciales previsiones que apuntaban hacia los cincuenta millones de hectolitros, con algunos que incluso iban más allá, se han ido quedando trasnochadas e imponiéndose aquellas otras que, adelantándose a los efectos que esos calores y la falta de agua pudieran acabar teniendo en el viñedo, la cifraban en un entorno de los cuarenta y cuatro millones obtenidos el pasado año.

Sobre lo que no parece haber muchas dudas, a juzgar por la unanimidad existente entre todos los implicados, es sobre la calidad del fruto. Sano como no se recuerda, apenas necesitado de tratamientos contra las enfermedades fúngicas y con un desarrollo ligeramente inferior al habitual, lo que incrementa la siempre buscada relación pulpa/hollejo y permite unos racimos más sueltos y mejor aireados.

Los precios a los que acaben arrancando las uvas siguen siendo una incógnita. Si bien los comentarios, que hasta ahora circulan, los sitúan en unos niveles muy similares a los del pasado año.

Circunstancias todas ellas: cosecha, calidad y precios, que unidas a las previsiones de nuestros socios comunitarios, permiten albergar la esperanza de una cosecha tranquila, precios estables y unas exportaciones que se mantendrán como la única vía de darle salida a nuestra producción.

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