A pesar de que hay muchos temas a abordar, se hace necesario comenzar por analizar la vendimia en España. Entre diez y quince días antes de lo que sería de esperar es previsible que comiencen las primeras tareas de recolección de este año. Unos trabajos que apuntan bien, muy bien. Pues si importante es contar con la suficiente producción para garantizarnos una campaña sin demasiados problemas de variaciones en los precios y sostenimiento de la competitividad en los mercados exteriores. Más relevante resulta la calidad de la misma, ya que lo que antes era un hecho diferenciador por el que obtener un mejor precio o conseguir hacerse con una operación, hoy es un requisito mínimo para poder acceder a ofertar.
Aunque hablar de volúmenes siempre es complicado y arriesgado pues son, precisamente, estas semanas en las que más se juegan nuestros viticultores; podríamos aventurar que la cosecha será, a nivel nacional, ligeramente superior a la del año pasado. Que salvo honrosas excepciones esta será una característica común en todas las regiones y que hablar de cuarenta y ocho millones de hectolitros (dos millones arriba o abajo) puede ser un buen punto desde el que partir.
Volumen que, a juzgar por la evolución del mercado, la marcha de las exportaciones y el repunte de los precios que se ha producido en los escasos vinos que quedan a la venta, no debe ser mucho. Salvo que esta alza tenga su justificación en la necesidad de abastecerse de vino de cara a enlazar con la próxima cosecha ante la posibilidad de no elaborar dadas las condiciones de pago establecidas por la Ley de mejora del funcionamiento de la cadena alimentaria y que la Agencia de Información y Control Alimentario (AICA) ha confirmado que piensa controlar de manera exhaustiva realizando inspecciones para supervisar la existencia de un contrato por escrito de suministro de uva con indicación del precio, entre otros aspectos, y posteriormente su cumplimiento.
Aunque sin olvidarnos del Real Decreto que tiene previsto aprobar el Consejo de Ministros este viernes 24 o como máximo el próximo, sobre declaraciones obligatorias de vino y mosto y de regulación del potencial vitícola. El cual vendrá a obligar a partir de la campaña 2015/16 que se inicia el uno de agosto, al productor de vino o mosto o el propietario de las existencias de vino o mosto, que no sean consumidores privados o minoristas (personas físicas o jurídicas, o sus agrupaciones, que ejerzan profesionalmente una actividad comercial que implique la venta de vino en pequeñas cantidades directamente al consumidor, excluidos los que utilicen bodegas equipadas para el almacenamiento y el envasado de los vinos en grandes cantidades); a presentar mensualmente una declaración informática con los datos referidos al último día del mes anterior, de la declaración de vino (existencias, iniciales, producción, entradas, salidas, ajustes, existencias finales y envasado en propia bodega). Y de forma cuatrimestral (diciembre, abril y agosto) para las de producción y aquellos cuya producción sea inferior a mil hectolitros.
En cuanto a las salidas, es importante mencionar que deberá especificarse el destino, diferenciándose entre el vino destinado a otra bodega o venta directa; el que vaya a destilería, y el de vinagrería; para el mercado interior. Y Unión Europea, resto de la UE y terceros países para las destinadas al mercado exterior.
Información toda ella que estará a disposición de del Magrama, quien de forma simultánea pondrá a disposición de cada una de las CC.AA. la de sus declarantes. Así mismo, la información agregada será publicada por la AICA para conocimiento de sus operadores.
Confiemos en que esta información ayude a mejorar el funcionamiento de nuestro mercado y facilite la extensión de norma con la que poner en marcha la Interprofesión.