Definir la situación de los mercados del vino en España o las estadísticas de exportación, incluso los escasos datos disponibles sobre el consumo interno, son ejercicios que ningún operador, incluidos los viticultores (que también ellos tienen un mercado en el que competir), deberían dejar de hacer con cierta frecuencia. Olvidarse de que nos encontramos en una sociedad de la comunicación, dominada por la información, puede resultar fatal para nuestro negocio. Contar con fuentes fiables y asequibles resulta cada vez más necesario.
Estamos cansados de escuchar que nuestros vinos tienen una excelente relación calidad/precio, cuando lo único que queremos decir es que somos, de los grandes países productores, el que más barato vende con gran diferencia. Pero en escasas ocasiones escuchamos análisis serios y rigurosos que expliquen cuáles son nuestros costes de producción y si tenemos condiciones (naturales o técnicas) para reducirlos.
Nos referimos a los graneles de manera despectiva como aquel mercado en el que solo compiten los que no son capaces de hacerlo en los sectores premium, y muy posiblemente será así en muchos casos, pero no tiene porqué. Es un producto tan digno como cualquier otro y, atendiendo a la competencia y volumen que representa del negocio (cercano al setenta por ciento) con gran futuro y en el que todos los productores deben operar en mayor o menor medida. España, como primer operador mundial en este segmento, lo valora negativamente.
Cuando, muy posiblemente, el problema no esté en el segmento en el que mayoritariamente operamos, y sí en el perfil que más extensamente define a nuestros clientes. Vender vino en el segmento de entrada de gama no es malo, lo malo es vendérselo a quienes lo ponen a disposición de los consumidores. Luego mejor haríamos si en lugar de mirar las estadísticas de exportaciones, las leyésemos, analizáramos el perfil de nuestros vinos, los destinos y los precios,… y planteásemos una estrategia con la que venderles más a las grandes cadenas de distribución mundiales que nos llevan hasta el consumidor y menos a otras bodegas para sean ellas las que lo hagan.
¿Es posible hacerlo de manera individual? La respuesta parece sencilla: sí, algunos lo han conseguido. Ahora bien, ¿es conveniente y avanzamos a la velocidad que el sector necesita? Pues parece que la respuesta está clara: no. ¿Hacemos algo por solucionarlo? ¿Hay alguien (individual o colectivamente) que esté haciendo algo por recopilar, analizar, confeccionar y ejecutar un plan con el que cambiar las cosas?
Parece que estamos metidos de lleno en la época en la que estamos tomando conciencia de que podemos cambiar las cosas. Obama se convirtió en el primer presidente de color de los Estados Unidos. Los movimientos antisistema están restándole el protagonismo a los partidos políticos. ¿Y el sector? ¿No podemos?