Comienza un nuevo año y con él renovadas ilusiones por hacer del sector vitivinícola español un negocio rentable y coherente con la relevancia mundial que representa. Y aunque los retos que se le presentan no son muy diferentes de los del año pasado, el otro, o el de más allá; sí podríamos decir que el entorno económico y social, amén del estrictamente referido al del propio sector productor, permite albergar alguna seria esperanza de que el 2015 pueda llegar a suponer un punto de inflexión en el sector.
Ruptura que, sin duda, pasa por el consumo interno y la mejora de nuestra imagen en el mercado exterior. Por un aumento de precio y mantenimiento de las exportaciones, pero especialmente, por una mayor concienciación de la colectividad y la identificación de la recuperación del consumo interno como reto más inminente.
La conciencia existe, pero también existía en años anteriores. De lo que quizás no disponía el sector era de mecanismos con los que luchar por conseguir ese objetivo. La campaña de Quien Sabe Beber, Sabe Vivir, ha sido un buen ejemplo de estas aspiraciones y de la concienciación existente entre los diferentes colectivos sobre la importancia de acercarse al consumidor. Y aunque los resultados obtenidos todavía están por conocerse, todo parece indicar que ha sido muy favorable, que el interés por el Vino es alto, casi tanto como el desconocimiento que tiene el consumidor, pero que está dispuesto a hacer un esfuerzo por acercarse a esa cultura vitivinícola que le permita disfrutar más de la riqueza que le proporciona una copa de vino, y que va mucho más allá de una bebida más o menos agradable; que contiene una vasta tradición y potencial cultural.
Desde el sector somos conscientes de ese interés, de lo que podemos transmitir, e incluso de cómo transmitirlo. Hace ya algún tiempo que hemos superado aquella primera barrera de la recuperación de un consumo masivo por otro muy selectivo; incluso aquella otra de la exclusividad para despojarle de una gran parte de la parafernalia de la que lo rodeamos, para hacer de su consumo algo más liviano y sencillo. Vamos a pedirle al Nuevo Año que nos traiga los recursos y la buena voluntad de hacerlo y que, entre todos, consigamos que la vitivinicultura sea algo más que el consumo extraordinario de una bebida de celebración.