Aunque todavía hoy las vendimias en algunas regiones de gran peso en la vitivinicultura española no han comenzado, o lo están haciendo de forma tímida; se podría decir que un alto, altísimo, porcentaje de la producción española ya se encuentra fermentando en los depósitos.
Es pronto para sacar conclusiones, pero con un escaso margen de error podríamos afirmar que la cosecha ha evolucionado de una forma casi perfecta. Los problemas naturales de la lluvia o el granizo, las bajas o elevadas temperaturas, o la lucha contra la aparición de posibles enfermedades han evolucionado dentro de una normalidad sorprendente.
La cantidad, aunque todavía muy provisional, es prácticamente coincidente en todos los pronósticos, sea cual sea la fuente y sean cuales sean los intereses que defienden. La valoración cualitativa de la uva y los mostos, también, como las expectativas que de los próximos vinos manejan.
Incluso los precios de las uvas, más bajos que los del año pasado en muchos lugares, y que a duras penas han alcanzado las cotizaciones del año pasado en las regiones más privilegiadas, han permanecido más o menos estables a lo largo de la vendimia.
Los comentarios que en estos momentos se escuchan con más insistencia y solvencia hacen alusión a una campaña tranquila con precios de los vinos al alza. Una cosecha equilibrada, un mercado de exportación claramente recuperado y unos precios en producción altamente competitivos. Todo ello augura unos meses de tranquilidad en el comercio, con operaciones sostenidas y cotizaciones al alza. O eso, al menos, es lo que se escucha en boca de reputados operadores.
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