Hay campañas en las que prever lo que puede suceder se hace harto complicado, especialmente porque, o bien la calidad está muy alejada (para bien o para mal) de la normalidad; o bien porque los precios a los que arrancan sus mostos y uvas, hacen presagiar una evolución convulsa, con fuertes altibajos en la cotización de sus vinos, que adelantan incumplimientos generalizados de contratos, complicando mucho la comercialización de la cosecha.
En cambio hay otras en las que las previsiones de cosecha van todas en la misma línea, con diferencias (lógicas), de dos o tres millones de hectolitros. Los precios de las uvas se mantienen estables y los de los mostos anticipan los vaivenes naturales de un mercado, pero sin oscilaciones bruscas o inesperadas.
Pues bien, la campaña 2014/15 parece que será de este último tipo. Una campaña dominada por la prudencia, que se inicia con precios bajos en las uvas y mostos, y que con el devenir de la campaña y vista la evolución de las exportaciones, irán ajustándose al alza, sin grandes aspavientos, pero de manera constante.
Sin duda, la calidad ayuda bastante a esta estabilidad, ya que hace innecesarios abastecimientos de partidas que no estén muy comprometidas con necesidades muy concretas de cada elaborador.
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